Más de 20 denuncias en 3 meses contra su expareja por quebrantar la una orden de alejamiento: “Es una auténtica pesadilla”



En la localidad pontevedresa de Portonovo, Rosa vive “una verdadera pesadilla Durante meses”. Todo empezó, en realidad, hace unos tres años, cuando decidió poner fin a una relación sentimental con un hombre que llevaba un tiempo viviendo en el pueblo. Desde ese momento, Comenzó a llamarla y enviarle mensajes de texto constantemente.. No aceptó la ruptura. Rosa soportó este acoso diario hasta que no pudo más.

“Hasta entonces el acoso era soportable, era molesto, pero nada más. El problema es que hace casi un año empezó a amenazarme de muerte, hizo graffitis en mis negocios, en mi casa, me insultó, incluso Me arañé el coche. Y esto todos los días. No se puede vivir así”, afirma. Por eso, Rosa acudió en noviembre del año pasado al juzgado de Cambados, su juzgado de distrito, y lo denunció.

Le pidieron pruebas y él se las dio, pero por alguna razón desconocida, nada les bastó para emitir una orden de alejamiento contra él, como ella lo solicitó. “En mayo sufrí una crisis de ansiedad porque me perseguía en coche. Estaba con una amiga y ella me acompañó a Pontevedra, a urgencias. Allí estaba el médico que, tras atenderme, llamó a la policía nacional para que me “Podía denunciarlo. A los pocos días tuvimos un juicio rápido y, esta vez, el juez de Pontevedra dictó contra él una orden de alejamiento que está en vigor desde el 2 de junio”. Una orden que le prohíbe acercarse.

La orden de alejamiento no te hace sentir seguro

Pero ni siquiera esa orden de restricción la hace sentir segura. “Él la ignora (la orden de alejamiento) todos los días. Lo he fotografiado aquí, frente a mi puerta. Todas las noches hace graffitis en el pueblo con insultos. Me llama y me manda audios amenazándome de muerte y ahora también acosa a quienes me rodean, a mi familia, a mis amigos”, explica Rosa Padín.

Ellos mismos nos lo muestran. Escuchamos grabaciones y audios en los que una voz masculina las amenaza de muerte entre insultos. Incluso ha enviado a Nati, una paciente con cáncer, imágenes de células cancerosas: “me llama cancerígena y dice que cuando me mate el bicho se va a hacer una fiesta”, nos cuenta.

Todos están sorprendidos porque, a pesar de las numerosas pruebas y denuncias presentadas, este hombre “no ha pasado ni una noche en la cárcel, tiene total impunidad y no lo entiendo”, lamenta Rosa. De hecho, dice que él los ha denunciado. “Me imagino que por el acoso no lo tenemos claro. El día 3 tendremos una audiencia y diremos la verdad porque yo ni siquiera estaba en el pueblo cuando nos denunció”, explica Rosa.

Ahora, todas ellas confían en la asociación Esmar, que ayuda a mujeres víctimas de violencia de género, y esperan que la justicia actúe. “antes de que tengas que arrepentirte de algo.”

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