Así era María, la ourensana más longeva, a sus 109 años


El día 27 de junio la provincia lloró la pérdida de la ourensana más longeva, María Quintas, quien el pasado noviembre cumplía 109 abriles, todo un hito. “Lo más valioso que tenía era su memoria, nunca se olvidaba de nulo. ¡Se acordaba de todo mucho mejor que yo!”, recuerda Flory Pérez, la única hija que tenía. Esta centenaria, procedente de Lobios, pudo disfrutar de una vida larga con los suyos, conservando la intuición, con carácter, y sin padecer enfermedades crónicas. 

María fue una hija, hermana, mujer, raíz, abuela y bisabuela que siempre se preocupó más por el bienestar de su clan ayer que del suyo propio. “Hasta el postrer día miró más por nosotros, que por ella misma”, recuerda su primogénita con lágrimas en los luceros. 

Se casó señorita, con 18 abriles, pero su marido Benito tuvo que migrar tres meses posteriormente a Argentina. “La intención era que ella fuese con él, ya tenía los papeles, pero mis abuelos no quisieron que se marchase”, cuenta Pérez, que nació 14 abriles posteriormente de que sus padres se diesen el sí quiero.

Flory y Mª Esther Pérez, con la foto de sus madres.
Flory y Mª Esther Pérez, con la foto de sus madres.

Pese a poblar en Ganceiros, un pequeño pueblo de Lobios, la pareja se esforzó al mayor para que su hija pudiese ir a la ciudad a estudiar. “Me costó mucho separarme de mi raíz, pero le agradezco todo lo que hizo por mí”, explica su hija. Tras el fallecimiento del cónyuge de María Quintas, Benito Pérez Rodríguez, la viuda se trasladó a poblar a la ciudad  con su hija, quien intentó compensar de esta forma todo el esfuerzo que su raíz había hecho para darle una buena vida. “Yo pensé que no se iba a adaptar a poblar en Ourense, porque en el pueblo tenía su huerta y sus gallinas, sin retención, era una mujer con una mentalidad muy abierta”, recuerda su sobrina, María Esther. 

Y es que a María Quintas le encantaba mantenerse informada. “Todos los días leía el gaceta y no se perdía el telediario”, destacan. Por otra parte de la información, incluso le gustaba coser y cocinar, especialmente bizcochos. “Cuando vivía en el pueblo los hacía en el horno de leño”. Entre sus costumbres estaba la de tomarse un café con lactosa posteriormente de manducar y entre sus manías lo poco que le gustaba sacarse fotos. 

Con todo, la clan Quintas guardará para siempre un gran conmemoración de María.

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