torrevieja news today Parte ha tenido acercamiento al interior de dos de los ochenta centros de acogida para menores no acompañados de Canarias. A día de hoy el número de centros es más del doble que el año pasado, y adicionalmente se encuentran por encima de su capacidad. En el centro que hemos visitado en Gran Canaria nos cuentan que la capacidad auténtico era para 30 personas pero que ya son 80 niños, y no quieren estar obligados a aceptar más, porque no podrían atenderlos como es adecuado. “Estamos haciendo lo posible para no incrementar esa emblema”, asegura Gabriel Orihuela, director del centro.
En una de las aulas del centro, un congregación de jóvenes marroquíes está recibiendo una clase de informática. Les están enseñando a hacer un currículum para que en el futuro puedan agenciárselas trabajo: Bilal es de Marruecos y dice que la vida en su país está muy mal, y que quiso venir a España para ayudar a su clan y trabajar como camarero: “Aquí nos levantamos a las 8 y vamos a clase…Estoy muy proporcionadamente”, cuenta. Igualmente recuerda su alucinación en la patera durante 5 días: “Fue esforzado, muy mal…Ni yantar ni tragar ni carencia”. Eder asimismo es marroquí y quiere ser mecánico de barcos en el futuro: “Vine en la patera sin clan ni carencia, solo. Vine para ayudar a mi clan“, relata el adolescente. En otra de las aulas les dan clase de castellano. Maissa es de Senegal y asimismo cuenta que caldo porque quiere trabajar para ayudar a su clan: “En Senegal la vida es muy difícil, hay mucha violencia”, explica el adolescente. Maissa recuerda que el alucinación en cayuco fue casquivana, poco que lumbre mucho la atención a los trabajadores del centro porque se repite asiduamente: “Resulta muy sorprendente que hay chicos que relatan historias muy duras pero lo normalizan”, explica Gabriel Orihuela. Esto es positivo para ellos porque no les dejan demasiadas secuelas psicológicas. Lo que casi todos los chicos presentan son lesiones y secuelas físicas: “Lo más habitual son quemaduras, y lo más duro ha llegado a ser amputaciones por el pie de trinchera, por venir acuclillados y sin circular la raza”, relata Gabriel.
En Tenerife, en otro centro denuncian la saturación que sufren: “Se reduce mucho el espacio y la intimidad, este centro no está preparado para conservar a 300 menores, como mucho a 100″, explica Alberto Angulo de Quorum, mientras muestra una habitación donde duermen más de 120 menores. “Estamos sobrepasados…Y la previsión de este verano es la que es”, añade.
En los centros, se intenta que los menores tengan una rutina ordinario para su etapa en la medida de lo posible: “Por la mañana en verano van a la playa, hacen actividades, están al sol. Tenemos clase de castellano, manualidades…”, cuenta Alberto.
Papa es de Senegal y llegó hace 8 meses: “Yo vine para agenciárselas otra vida. Vine para trabajar y ayudar a mi clan”, cuenta este adolescente que se embarcó en una patera sin que sus padres lo supieran. “Yo estuve 7 días en el mar , fue muy duro y malo, no tenía carencia. Venían 215 personas, solo comíamos agua y galletas”, recuerda Papa. Ibra es de Senegal y relata la dureza de su alucinación: “La patera es muy difícil, delante de ti tus amigos mueren“, recuerda el adolescente. Su travesía duró 8 días y viajaban más de 300 personas rumbo a El Hierro: “No duermes, tienes miedo”, cuenta Ibrahim. Dice que ahora en el centro está proporcionadamente, pero que son muchos: “Aquí ahora en el centro hay mucha concurrencia. Ahora estoy en Tenerife, posteriormente no sé si Francia o Canadá”.
El objetivo de prácticamente el 100% de los menores no acompañados que llegan a Canarias es el mismo, trabajar y ayudar a su clan, y el archipiélago solo es para ellos la puerta de entrada al división castellano y europeo: “Tenemos el soledad para el traslado a las comunidades autónomas, que lo que provoca es la incumplimiento de los derechos de estos chicos”, concluye Gabriel Orihuela, director del centro de Gran Canaria.
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