robos, ‘hackers’ y estafas a viajeros del Metro de Madrid


Un grupo criminal formó una auténtica red de ciberestafadores que consiguieron desplumar a un número aún desconocido de usuarios del Metro de Madrid. Una espiral criminal que comenzó con lo que, en principio, eran simples robos en coches de cercanías y que ha acabado con 15 personas detenidas y acusadas de blanqueo de capitales, hurto y estafa, entre otros delitos.

Según ha podido saber torrevieja news today, la cabecilla de esta trama se llama Kate, es peruana (como casi todos sus compinches) y tiene 31 años. Sus amplios antecedentes policiales (casi todos por robo) y su capacidad para organizar su mafia demuestran que no es una novata; Un segundo, varón, también cuenta con más de 30 antecedentes penales, así como una niña con siete más. En total, un ‘ejército’ de ladrones formado por ocho hombres y siete mujeres que robaban principalmente teléfonos móviles y, en menor medida, carteras a los usuarios del metro.

El ‘modus operandi’ empezó así, con esas sustracciones por descuido. «Normalmente las víctimas pensaban que las habían dejado en algún lugar. E hicieron lo lógico: llamar a su propio número por si alguien había encontrado el terminal”, explican fuentes policiales.

Lo habitual cuando alguien pierde (o le roban un teléfono) es que quien se lo apropia indebidamente, si pretende quedárselo, lo apague; Estos tipos hicieron lo contrario. Los dejaron puestos y esperaron el llamado esperanzador de las víctimas. Cuando llegaron les dijeron: “Sí, el celular lo encontré de casualidad”. Y acordaron reunirse en un punto concreto un poco más tarde para devolverlo.

Retrasaron la cita

Pero luego les informarían que había surgido un imprevisto y que tendrían que reunirse en otro momento o al día siguiente, por ejemplo. Así aprovecharon para ahorrar tiempo y desbloquear los dispositivos. Los smartphones actuales disponen de sensores de huellas dactilares o del llamado reconocimiento facial (Face ID), además de la posibilidad de establecer una contraseña. Sin ninguna de estas técnicas de seguridad, es imposible desbloquear e ingresar al teléfono móvil.

Luego, para utilizar la ‘billetera’ virtual (pagar con tarjetas de débito o crédito con el dispositivo) existe la posibilidad de colocar otra barrera de seguridad (que suele ser nuevamente con huella dactilar o reconocimiento facial) o incluso solicitar el código pin a partir de un pago mínimo. cantidad.

Pues bien, fuentes del caso explican que, de alguna manera, estos delincuentes de la banda de Kate lograron burlar todo este proceso y hacerse con el control de las tarjetas. Así, sacaron hasta 25.000 euros de sus víctimas del Metro de Madrid.

“Esto demuestra la gran profesionalidad y los importantes conocimientos de ciberseguridad para entrar en los dispositivos que tienen los miembros de esta red”, indican las fuentes consultadas.

En mayo, la Brigada Móvil de la Policía Nacional inició la investigación, a la que nombraron Kate por razones obvias. El trabajo no ha sido fácil; hasta que el 5 de septiembre impusieron las manos a los acusados, en distintos puntos de la región, como Alcobendas y Madrid ciudad. Tienen entre 23 y 47 años.

El clan bosnio

Los carteristas en el transporte público han sido una constante prácticamente desde su inauguración. Muy famosas son las integrantes del clan Bosnia, que causó estragos: la primera orden dictada por un juez prohibiendo el acceso al Metro se produjo el 15 de febrero de 2013. En ese momento eran cinco chicas que acumulaban más de 300 detenciones. Fueron ‘desterrados’ e hicieron de las suyas en otras ciudades españolas muy turísticas, como Barcelona, ​​Segovia y Granada.

El delincuente, Borja Ortega Ruiz, cuando tenía 23 años (ahora tiene 30), había sido identificado 50 veces, además de expulsado de las instalaciones de la red. Luego realizó diecisiete detenciones por hurtos y atracos en estaciones concurridas. La mayor parte del tiempo lo perseguía la Brigada Móvil, encargada de la vigilancia de las estaciones de metro y autobuses, entre otras.

El detenido era un viajero cuyas víctimas favoritas eran los turistas con grandes cantidades de dinero y objetos de valor como ordenadores o cámaras fotográficas. Al estar de visita, en la mayoría de los casos no denuncian el robo o no suelen acudir al juzgado.

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