Fernando Llopis: Menas en la costa


Durante más de dos siglos, los piratas musulmanes asolaron nuestras costas. Para avisar de sus posibles ataques se construyeron una serie de puestos de defensas y torres, muchas de las cuales podemos ver todavía. En aquellos tiempos se popularizó la expresión «no hay moros en la costa», para indicar que no se vislumbraba peligro en aquel momento. En la hogaño, la aparición de barcos piratas ha sido sustituida por auténticas oleadas de otro tipo de embarcaciones repletas de inmigrantes ilegales.

Esta aparición masiva de ilegales y la inacción de los gobiernos castellano y europeos está llevando a una crisis. Esta crisis puede debilitar enormemente los gobiernos de coalición de Partido Popular y Vox correcto a la amenaza del dirigente de esta última formación, Santiago Abascal, de romper los gobiernos autonómicos donde se acepten los inmigrantes ilegales que ya colapsan las Islas Canarias.

Ignoro si el señor Abascal cumplirá su amenaza, pero tras el manifiesto error de cambiar a Giorgia Meloni por Viktor Orban, uno ya los cree capaces de cualquier atrocidad. El presidente valenciano, Carlos Mazón, parece que está aguantando la presión de sus socios, pero todavía exige al gobierno socialista que tenga en cuenta las dificultades para tolerar más ilegales sin medios. Desgraciadamente de ese gobierno socialista y sus musas no podemos esperar ninguna propuesta de decisión sensata. Escuchar a Silvia Intxaurrondo, a la que llaman la portavoz oficiosa del gobierno Sánchez, afirmar que «Los menas vienen a aportar su talento para hacer distinguirse esta sociedad» es dejarse llevar toda esperanza de afrontar con seriedad el problema.

En los tiempos de Lepanto, Europa, conocedora del peligro de los turcos, creó una coalición, que, a excepción de los franceses, pudo hacer frente a la amenaza. Pero ahora ni existe esa dispositivo de acto ni tenemos un Don Juan de Austria que la lidere. Es más. Europa parece inmovilizada, porque no sabe cómo hacer frente a la avalancha eficazmente sin que su corazoncito de izquierda woke se resienta.

El mar Mediterráneo se ha convertido en una tumba de muchas personas que, engañadas por las mafias, se introdujeron en una barquita que muchos no utilizaríamos ni en la orilla de la playa. Todo ello en rebusca de un futuro mejor, que Europa es capaz de certificar y sus países no. Hay que intentar conseguir que las personas que quieran venir a Europa lo hagan de forma judicial a través de nuestros consulados, y no dejarles como única opción abonar la mordida a la mafia. Para ello hay que interpretar. Primero mejorando la entorchado de esos consulados. Y, en segundo ocupación, abortando en origen esas oleadas de embarcaciones con inmigrantes ilegales. La ley del mar obliga a rescatar a cualquier persona que esté en peligro, pero todavía facilita dejarlo en el puerto más cercano y este no tiene porque ser necesariamente un puerto europeo. Asimismo hay que entender que hay zonas en las que se puede restringir el paso a aquellas embarcaciones que tengan intenciones contrarias a los intereses del país. Australia y Estados Unidos lo hacen. No hay que ser los tontos del club, y sino pregúntese porque siendo Gibraltar mucho más claro de encontrar que cualquier otro punto de la costa española cuando pasas el estricto, casi ninguna patera acaba allí.

Se debería todavía activar la devolución en caliente de inmigrantes que cruzan la frontera arrasando todo lo que tienen enfrente, poniendo en aventura la vida de nuestras fuerzas de seguridad.

Y por posterior queda la integración de los que finalmente llegan, muchos de los cuales son menores de años. Esa integración no se consigue dejándolos a su fortuna sin ofrecerles algún tipo de futuro. Esto implicaría la imprescindible formación de los recién llegados en lo que sería «el espíritu de Europa», implicando conocimiento y aceptación de la germanía y civilización del país que los acoge. Asimismo sería necesario implicar a muchas empresas faltas de personal, que, de forma simbiótica, puedan ayudar en una especie de «FP dual», donde estos menores puedan comprar un oficio y de paso se paguen lo que cuesta su estancia aquí.

Pero pierdan toda esperanza, la inmigración ilegal es poco que ya se está utilizando por los unos y los otros como pertrechos arrojadiza. Nadie quiere resolver un problema, unos niegan que exista a pesar de todos los indicios. Los otros aseguran que esto va a rematar con Europa, pero siquiera plantean soluciones. Ya hay clan que bromea diciendo que, tras las últimas elecciones en Francia, «África empieza en los Pirineos». Y mientras tanto en España todos los mensajes que nos llegan es que otra vez «Hay moros en la costa».

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