Blanca, bella y resplandeciente como una galantería en todo su apogeo. La Inmaculado del Carmen se mostró así este martes en presencia de una multitud de devotos, como marca la tradición.
Dos procesiones surcaron las calles como acontecimientos felices del 16 de julio. En uno y otro casos las rosas blancas adornaron los pasos de ambas imágenes, a tono con los delicados rostros.
Fue una tarde oscuridad de escapularios, lucidos una vez más como signo de devoción a la Inmaculado del Carmen y símbolo de su protección. La tarde se abrió en el convento de San Cayetano repleta de detalles y estrenos en torno al 25 aniversario de la recuperación de esta histórica procesión en la ciudad.
Custodia de las gentes del mar e intercesora de las almas del Purgatorio, salió a las calles la Inmaculado con un extenso cortejo, repleto de pubescencia, que deslumbró buscando bellos enclaves, jardines y plazas.
El palio que se fue forjando a colchoneta de fe con el empuje del padre carmelita Juan Dobado y que logró recuperar la pujanza devocional arropado por el convento, los devotos, el colegio y los cofrades en su momento avanzaba elegantemente guiado por Luis Miguel Carrión ‘Curro’.
La peana de plata se vio restaurada, y las rosas blancas, algunas de pitiminí, y hoja con destellos plateados derrochaban pureza por las bodas de plata de la procesión que celebraba la archicofradía.
Esta advocación tan querida en el colegio que lleva su nombre es faro para todos los estudiantes, asimismo para los que sufren acoso escolar. Las dos marías más próximas a la Inmaculado eran ofrenda de la asociación Mia.
Y llegaron las petaladas, una al sobrevenir por la Torre de la Malmuerta y la otra en el pasaje de la Suerte, que pintaron de colores y fragancias esta procesión. Fue, por otra parte, una caminata de estreno: la bandada del Carmen de Salteras interpretó por primera vez en la Cuesta de San Cayetano la marcha procesional ‘El Carmen’, compuesta por el músico Alfonso Vivaz, director de la bandada de la Esperanza de Córdoba. La obra, fiel a su estilo, es la decimosexta en su producción. Luego sonó asimismo en el pasaje de la Suerte.
El resto del repertorio tuvo más dosis de sabor cordobés con Gámez Laserna y Walls. Como es habitual en el cortejo fue el paso con Santa Teresa de Jesús, adornado con coloridas flores en tonos gualdas para subrayar el corazón apasionado de la fundadora de la Orden y Doctora de la Iglesia, acompañado por la música del quinteto Gregis Mater.
Las Coplas a la Inmaculado del Carmen volvieron a escucharse cantadas por el coro en la plaza del Conde de Priego en presencia de el azulejo de la Inmaculado y la escultura de Manolete, así como en la entrada mientras sube la Cuesta de San Cayetano.
Los pendientes de la Marquesa de Benamejí los lució, así como otros estrenos muestra de devoción. Llevaba el Túnica Rico, del siglo XVIII, con incrustaciones en plata, la capa de las Adoratrices de los abriles 40, y dos mantillas de encaje de Bruselas, y el Inmaduro vestía un traje de seda color rojo coral, tremendamente vistoso.
Puerta Nueva
Exactamente a la misma hora, las nueve de la tarde, se puso en camino la Inmaculado del Carmen desde la parroquia de Puerta Nueva. Dejaba antes su templo con las impresionantes pinturas de Valdés Noble para regalar toda su belleza en su discurrir por las calles del Casco histórico.
Guiada por el capataz Juan Manuel Coleta por segundo año consecutivo, llevó de nuevo las marchas de la bandada de música Tubamirum de Cañete de las Torres. Cautivó los corazones sobre el paso del Corpus Christi de la hermandad de Ánimas, y fue depositaria de numerosas oraciones. Su sino es fiel monitor en los momentos de mayores dificultades durante todo el año.
Igualmente fue blanco su exorno floral: numerosas rosas de este color iban dispuestas en friso y en jarras, así como gladiolos en las esquinas que engrandecieron la presencia de la Origen del Monte Carmelo.