Carlos Ferreira, el portugués que ha recorrido más de 4.000 kilómetros en el Camino de Santiago


Lo que inicialmente supuso un revés, se convirtió en una oportunidad. La historia de Carlos Ferreira, a punto de cumplir 57 primaveras, se remonta a un importante episodio sufrido en 2012. “Soy periodista, trabajaba en el Correo da Manha, y, por circunstancias varias, me despidieron”, explica. Era una mala época para el sector y lo fue para él, que hasta entonces trabajaba en el diario más vendido de su país, de Portugal. Igualmente se empleó en muchos otros medios pero fue el cese de esta actividad el que le sirvió para cambiar su vida.

La novedad le cayó como un jarro de agua fría pero tras escuchar a un amigo, incluso periodista, todo viró a mejor. “Me animó a utilizarse el mosca de la indemnización viajando a Brasil o a Santiago”, y así lo hizo. La renta gallega se convirtió en su destino.

Desde entonces ha emprendido la ruta jacobea un total de 15 veces en todo este tiempo, siempre por lugares diferentes y procurando huir de los caminos más masificados. “El primer Camino fue el más difícil, no tenía ni una mínima preparación, fue duro”, admite. Hoy lo encontramos en Boiro, en A Coruña, haciendo de sus piernas la mejor de las compañías. “El Camino sirve para liberar la mente, para conocerse más uno mismo y esa es mi meta. Es una experiencia única”, comenta.

Suele lanzarse solo a la aventura pero incluso ha invitado a sus hijos, lo cual ha sido muy aleccionador. “Son caminos diferentes pero la satisfacción es la misma”, explica.

Ha caminado a Santiago, a Fátima, ha descubierto nuevas sendas y sus zapatillas acumulan más de 4.000 kilómetros. Adicionalmente, ha aprendido a compaginar su nuevo modo de vida con el periodismo. Tiene varias publicaciones sobre el Camino en el mercado, en sus redes divulga todo lo que encuentra a su paso y sirve de cicerone para otros caminantes menos experimentados. El Camino Central Portugués del Fátima, el Espiritual desde Póvoa de Varzim, el Interior de Viseu, Santiago a Fisterra, el Primitivo, Septentrión de Gijón… El lista es amplio.

Santiago se ha convertido en su faro positivo y disfruta de los conocimientos que le están aportando las nuevas culturas, entorno y, por supuesto, la cocina que encuentra en cada uno de sus caminos. “Tras estas experiencias todos cambiamos, y cambiamos para siempre, para educarse a encarar diferentes situaciones de la vida”, dice con orgullo.

Sabe que este no será su extremo Camino y ya está pensando en cómo originarse a preparar el subsiguiente.

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