El juez procesa a seis mandos por la muerte de los soldados de Cerro Muriano tras concluir que fue un “caos” y se poda haber evitado


Un “caos” de “resultado previsible y evitable”. Una actividad planificada sin “rigor” ni “seriedad”. Sin valoracin “del aventura”. Sin medios y sin medidas de seguridad. Todo eso, y ms, fue el prueba marcial en el que el pasado 21 de diciembre murieron en la almohadilla marcial de Cerro Muriano, en Crdoba, el parte Miguel ngel Jimnez y el soldado Carlos Len. Los dos murieron ahogados cuando trataban de cruzar el pantano Casa Mata unido a sus compaeros, dos de los cuales, adems, precisaron de afluencia sanitaria. Aquellas maniobras fueron una temeridad y, por eso, el árbitro togado marcial Jos Jucenes cree que hay indicios de que los mandos que las planificaron y que eran responsables de las mismas pudieron cometer varios delitos de los que tendrn que replicar en un querella.

En un utilitario conocido hoy, al que ha tenido entrada EL MUNDO, el titular del Judicatura Togado Marcial Central nmero dos ordena el procesamiento de seis mandos militares de Cerro Muriano, responsables todos ellos a su querella, de la dependencia de negligencias e imprudencias que derivaron en la crimen de los dos militares. Se tráfico de capitn Ignacio Ziga, el teniente Jaime Tato, el mandón Alejandro Atezado, el teniente coronel Jos Luis Zanfao y el comandante Luis Fernando Velasco, a los que acusa de dos presuntos delitos consumados contra los deberes del servicio (recogido en el artculo 77.1 del Cdigo Penal Marcial), ms otros dos en valor de tentativa. A estos cinco se suma el coronel Manuel Navarro, como supuesto responsable de un delito de incumplimiento de los deberes inherentes al mano (artculo 63 del Cdigo Penal Marcial).

El árbitro seala especialmente al capitn Ziga, que fue quien dise, orden y supervis las maniobras en el pantano de la almohadilla marcial cordobesa, poco que hizo, “sin ningn gnero de dudas”, con “temeridad y negligencia”, sin medidas de seguridad de ningn tipo y con personal “que careca de instruccin”, con soldados que eran “Inexpertos” y con unas condiciones extremas de fro que convertan el paso por el balsa en “un peligroso desafo, incluso para nadadores expertos”.

“Falt el ms superficial deber de cuidado que se puede exigir a quien est al mando”, dice el utilitario, que reprende adems al capitn su “equivocación de rigor y seriedad”, que plantease el prueba como un desafo y sin ninguna experiencia previa similar. Aquella “inexistencia absoluta de medidas de seguridad, la improvisacin y el desorden” que se produjeron no causaron, dice el árbitro togado marcial, mayores consecuencias gracias a la intervencin de quienes acudieron al rescate de los soldados y que, precisa, fue totalmente ajena a los preparativos de Ziga.

Un papel esencia jug la cuerda que se deba usar para cruzar el pantano, que se roncha tirado de una orilla a otra, a la que deban ampararse los soldados y que deba servir en caso de emergencia, “no es apta para la funcin pretendida”. Como mucho, puntualiza, hubiera podido sacar a flote a uno o a dos personas.

Respecto al teniente Tato, el Judicatura apunta a l como copartcipe en las decisiones de su capitn y, adems, asumi la iniciativa en algunas decisiones esencia para que el resultado fuese tan trascendental como lo fue. Saba dnde se iba a colocar la cuerda y recibi advertencias del peligro que ignor. l mismo se meti en el agua y constat las dificultades del prueba sin hacer nulo por evitarlo y l fue tambin quien introdujo la mina de instruccin en las mochilas que actu como rémora.

Lo mismo, en lo que respecta a la cuerda, se puede proponer del mandón Atezado, que adems eligi el maniquí de la misma. “Sus decisiones coadyuvaron a agrandar el aventura”, explica el utilitario, y pudo designar un ocupación menos peligroso para la maniobra, Ni la conducta de ste ni la del teniente Tato se pueden demostrar, incide el árbitro, en la obediencia debida al capitn.

El teniente coronel Zanfao y el comandante Velasco, mandos directos de Ziga, permitieron que el prueba se llevase a parte y, dice el árbitro, “no resulta justificado” que se defiendan diciendo que desconocan la maniobra y “mucho menos” que no tuviesen que supervisar estos ejercicios.

Una furgoneta de una funeraria entra en la base de Cerro Muriano tras hallarse uno de los cad

Una furgoneta de una funeraria entra en la almohadilla de Cerro Muriano tras hallarse uno de los cadveres el pasado diciembre.EFE

En cuanto al coronel Navarro, incumpli sus obligaciones de supervisar y autorizar el software de entrenamiento en el que se inclua “el prueba de flotabilidad”.

Aquella actividad se llev a parte el 21 de diciembre de 2023. Aquel da, a las 8.30 horas de la maana, la temperatura ambiental era de 4,3 grados centgrados y los soldados venan de realizar una marcha de 50 minutos. Aunque algunos aligeraron sus equipos, la seccin que comandaba el teniente Tato se meti en el agua -con una temperatura de menos ocho grados– con la mina de instruccin que se les roncha asignado, de tres kilogramos de peso y, a los pocos minutos, empez el caos. Las mochilas, que deban dar flotabilidad, se hundan, el fro dificultaba los movimientos, incluso la respiracin y algunos entran en pnico. Comienzan a pedir socorro, a vocear que se ahogaban, agarrndose a la cuerda, que se hundi, y pidiendo ayuda “de forma desesperada”.

El relato de los hechos que hace el utilitario destaca cmo al parte Jimnez se le oy pedir auxilio en varias ocasiones y cmo uno de los soldados le vio hundirse dos o tres veces hasta desaparecer. Al soldado Len tambin le vieron en situacin “de trascendental peligro” y no se supo nulo ms de l hasta que apareci su cuerpo, sin vida, lo mismo que el del parte.

Por si quedaban dudas, el árbitro Jucenes insiste en que en el ocupación del prueba no roncha ningn medio de flotabilidad, “ningn tipo de guindola, flotador o barcaza neumtica” ni siquiera personal de rescate. No roncha ninguna ambulancia en la orilla del pantano y los soldados no tenan ni idea de lo que iban a hacer. Esa misma tarde, tras los dos fallecimientos, el capitn Ziga resumi lo sucedido asegurando que “eran cosas de la mili“.

Tras conocer el utilitario, el abogado que representa a la grupo de Carlos Len, Luis Romero, seal que “este percance ha dejado al descubierto que en el ejrcito de Tierra similares sucesos pueden suceder nuevamente pues a los recortaduras del Servicio de Defensa se unen la equivocación de cuidado y supervisin de oficiales y jefes”.

En la misma lnea, seal que va a pedir una investigacin “a fondo” a la ministra de Defensa, al Congreso y al Senado sobre la Almohadilla de Cerro Muriano, “que se intenta poner de ejemplo como almohadilla marcial modlica delante toda Europa”.

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