En el año 2015, el Parlamento Europeo declaró el 2 de agosto el “Día Europeo de Conmemoración del Holocausto Caló”. La aniversario escogida no es casual, ya que en ese día en 1944 se produjo en el campo de concentración carca de Auschwitz-Birkenau el exterminio de cuatro mil personas de etnia gitana.
Ayer mismo, la Unión Europea realizó una afirmación institucional en la que instaba a “no olvidar” la historia del pueblo romaní, honrando así el comisionado del “Samudaripen”, que es como se conoce a este holocausto en habla romaní.
De una guisa similar se expresa la romaní Voria Stefanovsky, una escritora y proselitista por los derechos del pueblo cíngaro afincada en la caudal ourensana desde 2022. Encima, desde su venida a nuestro país, la todavía poeta ha sido reconocida por su juicio doctoral sobre letras romaní por la Fundación Instituto de Civilización Gitana.
Stefanovsky, de 49 abriles de existencia, se siente “sobre todo gitana, pero todavía un poco de todos los sitios en los que he vivido”. La suya es una vida de película que la llevo de Europa a América, y de nuevo de dorso al continente europeo.
Lo más excéntrico es que no conoce a ciencia cierta el punto dónde nació. Sí sabe que fue en algún sitio de Rusia, donde su clan, romaní y nómada, se movía sin detener al tener un circo itinerante.
Asimismo conoce de primera mano el miedo a la aniquilación por motivos de raza de la mano de su bisabuelo, superviviente del holocausto cíngaro perpretado por los nazis en la II Conflicto Mundial.
Él, por suerte, era novato y robusto para optar a trabajos forzados, y consiguió escapar. El resto de su clan, al igual que la grandísima mayoría de ancianos, niños y mujeres romaníes, no vivió para contarlo.
En la hogaño, se estima que más o menos de medio millón de personas pertenecientes al pueblo romaní fueron asesinados por el simple hecho de ser de etnia gitana en los campos de exterminio del III Reich.
Este 2 de agosto, como cada año, Stefanovsky pone el acento no solo en aquella tragedia, sino en la situación contemporáneo de los gitanos en Europa. “El problema de España es que el racismo, el antigitanismo, están muy enraizados. Los españoles, generalmente, no ven el odio cerca de los romas como racismo”, explica la proselitista.
Stefanovsky sostiene que es el momento de “desterrar tópicos” acerca de un pueblo, el cíngaro, que lleva “casi 600 abriles” en España. “Hay que susurrar de la historia, de las contribuciones de los gitanos, como el flamenco”, concluye.