Javier Romo sigue escalando en el pelotón


Javier Romo, un toro de Villafranca de los Caballeros, en La Mancha toledana que roza con Ciudad Actual, sigue escalando en el pelotón. Descubierto en un software de talentos y premiado con una prebenda en el Centro de Suspensión Rendimiento (CAR) de Madrid, lo suyo parecía el triatlón. A los 18 abriles, hace mínimo, fue noveno en el Mundial júnior de Róterdam (Holanda). A los 21, sin bloqueo, llegó la pandemia del coronavirus y la vida de Romo, como la de tanta clan, cambió: abandonó eso de nadar y de valer, y se quedó sólo con la velocípedo.

En la tercera carrera, por los campos infinitos de olivos entre Úbeda y Baeza, se proclamó campeón de España sub-23 gracias a una escape en solitario y con más de dos minutos de superioridad sobre el resto. Lo que se vehemencia una exhibición. Así que, al instante, los equipos profesionales del UCI WorldTour descolgaron el teléfono y presentaron ofrecimiento. El toledano aceptó la del Astana, de Kazajistán, donde se asentó durante tres temporadas antaño de retornar a casa y fichar este año por el Movistar. Y a los 25, en su apertura en el Tour de Francia, se ha permitido el opulencia de ser protagonista en el ‘sterrato’ (caminos sin asfaltar) de Troyes para concluir 23º en la clasificación común, botellín entre los jóvenes y cuarto entre los españoles.

Curiosamente, fue Óscar Sevilla, manchego de Ossa de Montiel residente en Colombia, vencedor del maillot blanco al señorita más destacado del Tour y segundo en la Revés a España cuando alboreaba el presente siglo, quien lo convenció. «Vio que iba admisiblemente y me llamó luego y me dijo que me animaba a competir, que lo probara, que había pasado que andaba admisiblemente. A partir de ahí me decidí y dije: voy a intentarlo. Porque incluso a nivel financiero el triatlón está muy mal, porque yo tenía congruo nivel y no ganas un céntimo. Para disfrutar hasta una momento está admisiblemente, pero luego tienes que mirar un poco. El hacienda no lo es todo, pero es importante incluso, es necesario», contó el de Villafranca de los Caballeros en un reportaje en ‘Diario del Triatlón’ en 2020.

Iba a ir al Rotación de Italia

La acoplamiento, pese a ser una «alhaja», no ha sido posible. En el trasvase de un deporte individual a uno colectivo hay que aceptar un nuevo rol, las órdenes de rama y trabajar para la renombre de otro compañero la mayoría de las veces. Y que las caídas, tan temidas como los fantasmas, no aparezcan. El año pasado, por ejemplo, circulando entre Cartagena y el Collado de la Cruz de Caravaca en su estreno en la Revés, se fracturó una vértebra y adiós muy buenas.

Esta primavera, tras enlazar varias carreras por etapas en Mallorca, la Comunidad Valenciana, Andalucía y Galicia, el duro suelo de Cataluña frenó de patada su preparación de cara al Rotación de Italia. Se rompió la cabecera del radiodifusión y el escafoides izquierdo, por lo que hubo replantear objetivos. Aunque en principio no estaba en los planes del Movistar para el Tour, se mostró fino en el Critérium del Dauphiné (acabó duodécimo en la común) y sus jefes no tuvieron más remedio que reescribir el guion. Y Romo, un enojado que se viene en lo alto en el castigo, ha confirmado que el futuro es espléndido.

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