la nueva vida del cine de verano más antiguo de España


«Coliseo San Andrés, nuevo tópico situado en la calle Fernán Pérez de Oliva», indicaba la cartelera de ‘La Voz, diario expresivo de información’, el 3 de junio de 1935. Al día subsiguiente añadía a dicha sentencia «y que será la amor del sabido». Sin incautación no anunciaba película. Y es que se trataba de menciones previas a su inauguración, que se produjo el 19 de junio de aquel año con la producción ‘Sor Angélica’, dirigida por Francisco Gargallo, un serio éxito entonces que, curiosamente, se perdió hasta su recuperación en el año 2017 por parte de la Filmoteca Española. Las entradas costaban 0,80 pesetas, 0,49 en el caso de los niños.

Al día subsiguiente, los periódicos locales realizaban la crónica de la tolerancia del nuevo cine de verano que hoy día es uno de los más antiguos de España. Saciado tajante, alabanzas para el bufet y la belleza de las acomodadoras centraban unos elogios que hasta llegaba al «magnífico» pila de señoras y el «esmerado» de caballeros.

El Coliseo San Andrés lo abrió la empresa Cabrera, que durante décadas fue una de las que tuvo más peso en la exhibición cinematográfica en Córdoba. Se puso en marcha en un momento en que el séptimo arte se consolidaba como una de las formas de entretenimiento más populares.

En la haber, llegó a suceder decenas de cines a Paraíso rajado. Pero, al avanzar el pasado siglo, fueron desapareciendo por la pérdida de sabido, debida a la universalización de los viajes vacacionales o al auge del vídeo. El Coliseo San Andrés fue uno de los que subsistió porque desde 1986 lo gestionaba el patrón y coleccionista cinematográfico Martín Cañuelo. Él fue secreto para que sobrevivieran otros tres: Delicias, Olimpia y Fuenseca, que acabó comprando.

La trayectoria del Coliseo San Andrés estuvo recientemente a punto de truncarse, adyacente a la de los otros tres recintos culturales citados, pues Cañuelo moría en abril del 2023 de forma inesperada por un infarto a los 61 abriles.

Los cines de verano no abrieron el verano pasado -el perímetro más corrido sólo tuvo otros dos fundidos a molesto: 1937, por la Aniquilamiento Civil, y 2020, por el Covid- y su destino se complicó por cuestiones de herencia y por su caducidad, que los hace más susceptibles de trastorno por yerro de mantenimiento. Este año, los herederos de Cañuelo recuperaron la programación en Fuenseca y Delicias. Pero no en el más antiguo, el San Andrés. Finalmente abrió hace unas semanas en una nueva etapa, gracias a José María Casado, patrón baenense que tiene otro cine de verano en su pueblo procedente, por otra parte de ejecutar otros de invierno en varias ciudades de España.


Imagen del cine de verano Coliseo San Andrés


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El padre de Casado inauguró el cine de verano de Baena en 1962, y él nació en noviembre, sólo se perdió la primera temporada. «Yo me he criado en esto, he conocido la apero de enea y las máquinas de carbones, he pasado por taquilla, bar, puerta, tengo el título de cirujano y hasta regaba el cine», ha recordado con respecto a su trayectoria en el tópico paterno, del que recuerda hasta la primera película que vio, ‘Cimarrón’, una del oeste protagonizada por Glen Ford. «Las películas eran de celuloide y venían hechas polvo, llenas de roturas por emitirse en otros sitios y se agarraban a la máquina, produciéndose muchos corte», ha recordado. «Por otra parte tenías que comprar las películas por lotes, así que te llevaba dos o tres buenas adyacente a diez o doce malas».

El patrón le ha confiado la administración del Coliseo San Andrés a otros de los nombres más conocidos de los cines de verano de Córdoba, Javier Gómez, quien fue responsable del cine de verano de la plaza de toros desde el año 2000 hasta la pandemia. Precisamente su primer contacto con el cine de verano fue exactamente en el mismo que dirigiría desde principios del siglo XXI, pero cuando era ventilado por los Sánchez Ramade, tribu que lo gestionó hasta 1984.

Allí de crío fue el encargado de cambiar los carteles no para sacarse un dinerillo, sino para que precisamente le dejasen entrar gratuitamente: «iba con un compañero y como éramos tan bajitos teníamos que subirnos a hombros», ha rememorado. Curiosamente su vida iba por otros derroteros, pues de adulto regentaba la peluquería acostumbrado que fundó su antecesor en la calle Sevilla, pero el gusanillo se le había quedado. Cercano al mundo taurino, cuando tuvo oportunidad se quedó con el mismo cine de verano que de pequeño le embelesaba. Y ahora con el Coliseo San Andrés.

Cuando se hizo cargo del cine más antiguo de Córdoba indica que casi le entra una depresión. Los jaramagos acumulados en dos abriles llegaban al metropolitano y medio. Las naranjas de los naranjos estaban en el suelo podridas. Todo parecía especialmente dañado. Sin incautación su equipo consiguió remozarlo y ya luce como siempreo mejor. La única parte irrecuperable, y que por ello está tapada, es un teatro a distancia que tiene el propio cine y que ya estaba desde hace mucho impracticable. Gómez está buscando ahora carteles y entradas antiguas, porque en ese pequeño teatro hubo grandes actuaciones. De momento queda en un segundo plano.

Porque el primer plano, claro está, es para el cine. En la sala de proyección se puede ver la antigua máquina de proyección adyacente a la nueva digital. Es el demarcación del proyeccionista, Rafa Gamero, que entró en la profesión poco a poco ocupándose de otras materias en el comentado cine de la plaza de toros. «Empecé con las películas de 35 mm., que tenían rollo, y unos cinco abriles antiguamente del cerrojo por la pandemia nos pasamos al digital, lo que tiene una parte un poco melancólica, ya que te das cuenta de que es un oficio que se ha perdido».

Uno y otro proyectores parecen simbolizar generaciones diferentes. Cabal como las que se dan cita en el cine una tenebrosidad cualquiera. Lourdes Gómez lleva por primera vez a su hijo, Pablo Soriano, a quien le han regalado un póster enorme de la película emitida. Está tan ilusionado que se puso en primera fila. «Quería que conociera el cine de verano, que de chica lo regalo cuando había muchísimos, y amoldonado es éste al que yo solía ir más adyacente a otro que había en mi extrarradio, el Naranjo, se llamaba Macaji y dejó de funcionar a mediados de los 80».

¿Mantendrá el crío Pablo Soriano la pasatiempo que comercio de inculcarle su mamá? Si atendemos a la devoción que tiene otro de los espectadores, Domingo, de 81 abriles, sin duda hay cinéfilos de verano para rato. «Empecé a ir al Goya, que estaba en la Ribera, y regalo el Realejos, el Santa Isabel, San Cayetano, el Avenida, que estaba en Fleming, el Benavente, el Delicias…». Domingo hace un cara que indica que había muchos, pero muchos más. Por otra parte le gusta disfrutar de este pequeño placer del cine de verano tranquilamente, en solitario, desde hace abriles.

Un cine en el que poder existir

El Coliseo San Andrés, por otra parte de antiguo y de tener un teatro anexo, tiene otra peculiaridad. Y es que cuenta con dos casas habitadas que dan en torno a su interior. En una habita un vecino y en otra Ana Karina García Márquez y Paola Andrea Gómez adyacente a su tía, que las ha acogido. Proceden todas de Venezuela. «Comportarse en un cine de verano es una experiencia fascinante, nos entretenemos harto por las noches, bajamos y disfrutamos del espacio», han explicado. Parece que el ruido no les molesta en tajante, solamente algún reflexivo de la pantalla que entra por la ventana en alguna habitación. Eso es existir el cine y existir en el cine.

Por otra parte de las 400 butacas, el Coliseo San Andrés cuenta en las filas de detrás con un apartado con mesas para reservas, por si cierto quiere disfrutar del bufet tranquilamente sentado con sus amigos o tribu. Para ello, cada persona recibe un bono de diez euros que debe ir gastando. La propuesta se pedestal sobre todo en molletes variados y algunos productos cárnicos sencillos.

El futuro del Coliseo San Andrés

Los nuevos responsables empresariales y gestores se han arriesgado a traspasar este sitio por tan sólo un año, por lo que si no hubiese renovación, y dadas las obras de reforma que han sido necesarias, tendrían notables pérdidas con total seguridad, pero esperan sin duda retornar el año que viene. De momento la acogida está siendo excelente en el interior de una propuesta que se decanta por el sabido acostumbrado. De hecho el cine reabrió este año estrenando con otros puntos del país ‘Padre no hay más que uno 4’. Luego han llegado ‘Del revés 2’ o ‘Deadpool y Lobato’.

«Don Antonio Cabrera Díaz nació para ser patrón de espectáculos y viene demostrando su afición con puntería. Ahora ha inaugurado el Coliseo San Andrés y cuenta dos llenos en dos noches. Al frente de sus negocios es y será siempre un gran patrón el señor Cabrera, a quien felicitamos por sus éxitos» Son palabras del diario El Defensor de Córdoamba, el 21 de junio de 1935. Desde entonces, otros empresarios han mantenido viva la flama de un tipo de cine que aúna la cinematografía y las vivencias tradicionales de las familias, puesto que el cine de verano en Córdoba es mucho más que ver una película.

‘Los crímenes del museo’, ‘La excentricidad de Shangái’, ‘Un coito en España’, ‘Duvalles estafador’, ‘El difunto Tupinel’, ‘Calamidad con suerte’ o ‘Abriles en Sing-Sing’ fueron las películas que sucedieron a ‘Sor Angélica’ en 1935, prácticamente se sucedían una distinta cada tenebrosidad. El próximo año se cumplirán 90 abriles de aquellos días.

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