El 21 de julio la campaña electoral de Estados Unidos se puso textualmente patas en lo alto. La retirada de Biden cuando la sociedad estadounidense aún se recuperaba del impacto por el intento de asesinado de Donald Trump, ha servido para encumbrar a una Kamala Harris sumida en un discreto segundo plano durante los últimos cuatro primaveras. Según una indagación de la prisión CBS y de YouGov, la nueva candidata demócrata ya aventajaría a su rival republicano en las encuestas logrando un 50% de los votos frente al 49% que obtendría Trump.
Cuando el presidente Joe Biden se retiró de la contienda el 21 de julio, Trump tenía una preeminencia de 45,2-41,2% sobre él, por lo que Harris ha mejorado el ganancia neto de Biden. La vicepresidenta de Estados Unidos cosecha sus mejores resultados entre las mujeres y asimismo entre los votantes afroamericanos, que marcaron encima una predisposición viejo de personarse a las urnas que en las encuestas anteriores.
La campaña de Kamala Harris mantiene el equipo directivo que impulsó la de Biden pero ha conseguido darle un molinete en las redes sociales. A través de vídeos efectistas, convirtiendo las críticas de los memes en fortalezas y haciendo hincapié en las diferencias abismales que la separan de los postulades de su rival republicano. Harris fue la primera mujer en asistir a fiscal caudillo de California y ahora insiste una y otra vez en que en esa etapa, se enfrentó a “tipos como Trump”.
Un impulso que rastreo incrementar con el anuncio de quien será su compañero de ticket, previsto para las próximas horas. La prensa estadounidense destaca que será un hombre blanco para complementar las fortalezas de la propia Kamala Harris y ocupar un viejo espectro de potenciales votantes.
Los nombres más citados por la prensa son los de Mark Kelly, senador por Arizona, Josh Shapiro, representante del estado secreto de Pensilvania, y Tim Walz, el poco conocido representante de Minnesota. Según varias fuentes, Harris mantuvo reuniones con los tres este domingo en su residencia en Washington. Sería el final de un proceso que generalmente suele tardar meses pero que en esta campaña atípica ha tenido que resolverse en poco más de dos semanas.
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