Alberto Fernández Díaz: El problema 30


Hace unos días el concejo de Barcelona presentó su barómetro semestral. Se alcahuetería de una pesquisa encargada por el propio consistorio en la que se pregunta a los barceloneses por distintas cuestiones, y, con extensión y detalle, se les inquiere por los problemas de la ciudad.

Siguiendo el relato orgulloso de estas fechas, en el podio del estudio sociológico figura en lo más suspensión la inseguridad ciudadana seguido de la problemática del llegada a la vivienda y en tercer empleo el turismo que escalera posiciones en presencia de la deficiente diligencia pública de esta actividad económica. Las únicas medallas a conceder deberían ser a la incompetencia, a la ineficacia y a la desidia de nuestros plusmarquistas gubernamentales.

A continuación, el barómetro refiere una larga retahíla y variopinta relación de problemas que los barceloneses señalan. La mayoría son fácilmente constatables a nuestro pesar: los impuestos y las multas, el aparcamiento, el ruido, la suciedad, la desidia de equipamientos sociales, etc.

Fogata particularmente la atención el problema 30. En esta ignota posición alejada de cualquier inquietud o ansiedad, los barceloneses señalan en 30 empleo y en un porcentaje residual que les preocupa «el encaje de Cataluña en España». Dicho de otra modo, en el ámbito municipal y en el día a día, a nuestros vecinos lo que les ocupa es tener trabajo, techo, demorar a final de mes, un morería sin delincuentes y unos servicios (educación, sanidad, atención a mayores y discapacitados, etc.) de calidad y en suficiencia.

Durante la campaña electoral de las elecciones municipales de hace un año, los candidatos se anticiparon a la pesquisa. Xavier Trias se presentó cual partido individual, no cual portavoz de Puigdemont, y obtuvo un buen resultado por ello. La estelada desapareció de los actos públicos y todos los aspirantes a la alcaldía coincidieron en que lo que estaba en descanso era Barcelona y no el «procés». Pese a lo precedente, tras los comicios y días ayer del pleno municipal de investidura de la alcaldía, Trias sorprendió anunciando un frente independentista con un pacto con ERC que no le daba mayoría alguna y el soló tira por tierra la posibilidad de ser corregidor al tener sido la repertorio más votada. Jaume Collboni aprovechó su oportunidad y, tras renunciar Ada Colau a formar gobierno, es predilecto corregidor con los votos de PP y Comunes. Lo mejor para el socialista, adicionalmente de ser primer munícipe es que lo es sin ni un solo pacto escrito, ni siquiera de mínimos, firmado con los que le auparon.

Ahora una entrada en el gobierno municipal de los concejales independentistas de ERC es una opción más que posible sin descartar un nuevo tripartito municipal con los comunes de Ada Colau. El Concejo nunca debió serlo ni debe retornar a serlo más, una institución donde se replican los debates de confrontación y de división y prioridades equivocadas del Parlament de Catalunya y de la Generalitat. Al contrario, Barcelona debe unir lo que la independencia ha separado.

Confío en que el corregidor en su posible pacto de gobierno con el independentismo recuerde cual es el problema 30. Su numeración es la constatación de lo que no preocupa a los barceloneses y lo que no debe instalarse a su concejo. Hay ayer 29 cuestiones que si lo son y más. En ellas debe centrase el consistorio si no quiere terminar siendo, si no lo es ya, en un problema más de Barcelona.

Alberto Fernández Díaz, abogado y expresidente del PP de Cataluña

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *