«Salí a por un bocadillo y entraron en la casa»


En España, el problema de las okupaciones se ha convertido en una preocupante sinceridad que afecta a miles de ciudadanos. La sensación de impotencia frente a este delito es profunda, ya que las leyes actuales no siempre permiten una respuesta rápida y efectiva. Un ejemplo de esta sinceridad es la experiencia revelada por el software ‘TardeAR’ sobre Ildefonso, un vecino de Cobisa, Toledo, cuya vida cambió drásticamente al sufrir dos okupaciones en menos de 24 horas.

La pesadilla de Ildefonso comenzó una mañana aparentemente ordinario cuando salió de su casa para ir a trabajar. Horas luego, una emplazamiento de un vecino le informó que unos okupas habían irrumpido en su vivienda durante su partida.

La comunidad de Ildefonso acudió rápidamente al zona, pero la situación era más complicada de lo que se imaginaban. «Decían que les habían vendido unas llaves, que su abogado les había dicho que era su casa y nos enseñaron unas escrituras, pero era mentira, rompieron el cristal», explicó María, la hermana de Ildefonso, en el software ‘TardeAR’. La Retén Civil se presentó, pero el desalojo no fue inmediato oportuno a las restricciones legales que impiden representar ayer de que la okupación supere las 24 horas.

Al impresionar, la comunidad se encontró con una ambiente desoladora, muebles destrozados, libros esparcidos por el suelo y pertenencias sacadas al foráneo. Adicionalmente los okupas, instalados cómodamente en el porche, habían montado una piscina y sacado sombrillas y sillas de la casa. «Llenaron la piscina y abrieron el agua, que estuvo corriendo hasta que conseguimos que se fueran sobre las 10 de la confusión», narró María.

A pesar del apoyo del corregidor y la presencia de la Retén Civil, la constitución vivo impidió una energía rápida. «El corregidor estaba con nosotros, apoyándonos en todo momento. Llamó a la Delegada del Gobierno para pedir ayuda, pero la Retén Civil decía que no se podía hacer nadie hasta que pasaran 24 horas», lamentó María.

Tras varias horas de tensión, los okupas finalmente abandonaron la casa, pero no sin ayer ponerse varios objetos de valía. En ese sentido, María relató con indignación: «Se llevaron bolsas con ventiladores, ropa, una televisión, bicicletas… Todo en nuestras ánimo, y con la Retén Civil en la puerta. No podíamos requerir nadie porque ellos decían que no podíamos informar si era nuestro o de ellos».

La segunda okupación en menos de 24 horas

A pesar de recuperar su hogar, el alivio de Ildefonso no duró demasiado, ya que a la mañana subsiguiente, mientras intentaban barrer y reparar los daños ocasionados por los okupas, Ildefonso salió brevemente a comprar un sándwich. En esos pocos minutos, los okupas regresaron y volvieron a okupar la vivienda. «Mi hermano salió a comprarse un sándwich y en esos diez minutos, se la han okupado de nuevo. Cuando le saltó la emergencia en el móvil, volvió corriendo, pero ya estaban internamente, sentados, en las mismas sillitas, riéndose de todo el mundo y diciendo que la casa iba a ser para ellos», explicó María.

La situación se agravó aún más cuando una de las okupas se autoagredió con un cuchillo durante la intervención de la Retén Civil. «Ella se ha autoagredido, se ha clavado el cuchillo en la tripa, han llamado al 112 pero no se ha hecho nadie, les han sacado insultando a todo el pueblo que estaba en la puerta», manifestó María.

Finalmente, las autoridades lograron desalojar a los okupas, quienes amenazaron a los presentes con retornar a intentarlo. «Han gritado a todo el pueblo que iban a retornar. Nos sentimos indefensos porque vemos que la Retén Civil viene y no puede hacer nadie frente a ellos. Es desesperante», concluyó María.

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