«La música se compone para todos y la clásica no es diferente»


La música no entiende de edades, géneros o procedencias. Esa es la idea que abandera el festival Música no Claustro, que cada año lleva a Tui (Pontevedra) un alimentado paipay de artistas para abocar al manifiesto las composiciones de autor. Este miércoles, la decimoctava estampación llega a su fin de la mano del Moser String Quartet, una agrupación suiza en la que participan dos intérpretes españolas, Patricia Pared y Ariadna Bataller –que, en esta ocasión, sustituirá su compañera Élise Hiron–. Y llegarán, a las 21.00, a la Catedral de Tui para demostrar que no hace desidia formación ni conocimientos previos para disfrutar al mayor de un concierto.

En conversación con torrevieja news today, Patricia cuenta que, cuando se conocieron en la Hochschule für Musik Basel, en Basilea, fueron Ariadna y Lea Galasso, otra de las integrantes, quienes tuvieron la iniciativa para formar un cuarteto de cuerda. Encontraron a Kanon Miyashita y a Patricia, «los dos violines» que necesitaban, y, a luceros de esta última, ahí entró en recreo la «casualidad», en el mejor de los sentidos, porque «desde el primer memoria» hubo química entre las cuatro. Fue «una sorpresa y una suerte», resume la violinista: «Nos entendíamos musicalmente desde el principio».

De ahí, a tomar carretera y comenzar su delirio, que en cuatro primaveras las ha hecho pisar tres continentes y cosechar, en diferentes concursos internacionales, dos primeros premios y un segundo; el más flamante, el año pasado, en Osaka. Aunque se presentaban «con el objetivo de ganarlos», a las cuatro les sorprendió obtener «tantas cosas en tan poco tiempo». «Empezamos persiguiendo nuestros sueños individuales. Todas vinimos a Basilea a estudiar de forma nuestros másteres y carreras, pero fue encontrarnos y cambiar todas de objetivo principal, digamos. Desde hace esos tres o cuatro primaveras el cuarteto es nuestro esquema, es lo que queremos hacer y hemos dejado de perseguir nuestras carreras individuales para juntarnos en esta carrera popular y poco a poco ir consiguiendo cosas. El tiempo nos ha ido dando esa motivación y esa ansia de afirmar: «Eh, que podemos»«, relata.

Por otra parte de su concierto de la oscuridad de este miércoles, este verano girarán por Villanueva de los Infantes (Castilla-La Mancha) y Vélez de Benaudalla (Andalucía), antiguamente de recalar en Italia y, a finales de agosto, en otro festival en Francia. Este miércoles, a Tui traen «un repertorio muy variado», que abre con una habitación de Purcell y prosigue con otras de María Teresa Prieto, Mozart y Mendelssohn. Patricia destaca la recuperación de la obra tan «poco interpretada» de Prieto, que el pasado siglo fue censurada por ser una mujer su compositora; casi una punto de arqueología musical que impulsa la propia dirección del festival.

Cumpliendo con el espíritu del certamen, las cuatro jóvenes pondrán ‘a pie de calle’ esta cuidada selección de composiciones de autor para reivindicar que no existen las fronteras cuando se deje de música, y que la clásica no es diferente. Pone de ejemplo el contraste entre las obras de Mozart y las de Mendelssohn: «Si Mozart es luz, Mendelssohn es todo lo contrario. Es tan intenso, tan devastador, que no necesitas entender qué está pasando a nivel estructural, harmónico y melódico. No necesitas comprender eso para entender el sentimiento con el que el autor compuso [su música] y el de las intérpretes, en este caso». Y, al hilo, menciona una cuestión esencial: disfrutar de amplios conocimientos sobre historia o teoría «no es necesario» para disfrutar de la música de cámara, «pero todavía se cree que sí«, porque »desidia experiencia«, contacto directo, con ella. La naturaleza de toda música, defiende, está en su disfrute, sin menester de departir de unos u otros públicos.

«Romper etiquetas»

Sobre el tema abunda el director del festival, Samuel Diz, que lo ha conocido crecer a lo holgado de sus 18 ediciones. Y la de este año se consolida como punto de diálogo para un paipay de artistas de gran calidad con orígenes de lo más dispares. Desde el primer día, con la portuguesa Lula Pena, pasando por el concierto «ahíto de colores» que ofreció Trio da Kali, una agrupación de Malí que interpreta música griot; y el jazz de Tana Santana Quinteto, «que dejaron todo en el atmósfera» y conectaron con su manifiesto en una interpretación «muy específico». El martes fue el turno del compositor, gaitero y saxofonista Pedro Lamas, que, al promontorio de seis meses de residencia artística en Tui, presentó su nueva música, que revisita un artículo publicado que el periodista John B. Trend dedicó, hace cien primaveras, a la música gallega. Y este miércoles cierra el repertorio el cuarteto suizo.

La esencia, explica Diz, es dar con un comprobación adecuado entre artistas gallegos y propuestas de ámbito estatal e internacional. En esta estampación, considera, la configuración del cartel ha quedado «muy equilibrada» y, por otra parte, cumple la doble función de estimular «el diálogo entre las nuevas generaciones». No solo brindándoles, en muchos casos, un primer contacto con la música de cámara, sino creando «una plataforma para que la muchedumbre chavea pueda desarrollar su trabajo», como sucede con el Moser String Quartet. Ello, con el ojo puesto en el acercamiento a otras culturas y en «romper etiquetas», empezando por la estandarización del concepto más «occidental» de la música, es el «denominador popular» que cada año impulsa Música no Claustro.

Gracias a Dios, tras tantas ediciones, el manifiesto que acude hoy en día «tiene gustos muy diversos» y deposita su «confianza máxima en que siempre va a existir un software muy cuidado» en el que la propuesta de cada día tiene su razón de ser, «sin comprender que haya fronteras» entre los géneros. El director señala la intención de ofrecer música de autor, pero «fuera de razones económicas o de cuántos seguidores en las redes sociales tiene un intérprete. Ese es nuestro trabajo, dar a conocer esas propuestas», concluye Diz. Cada vez más, fruto de un mimo natural, el festival se consolida como un ocupación al que el manifiesto acude sabiendo que va a descubrir artistas de calidad, sin importar su origen o la naturaleza de su música.

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