Él lo ha obtuso, pero la Municipal Civil ha reunido las pruebas suficientes para demostrar que sí es el supuesto autor del atropello mortal de un anciano de 82 abriles. Ocurrió hace ya cinco meses, el sábado 2 de marzo, a cincuenta metros de un semáforo en una carretera que atraviesa Villafranca de los Caballeros, un pueblo toledano de unos 5.000 habitantes.
Eran sobre las diez y media de la tinieblas cuando la víctima estacionaba y se bajaba de su transporte, un monovolumen. En ese momento, un todoterreno lo arrollaba, se daba a la fuga y dejaba el cuerpo malherido en la vía pública, la antigua CM-400, que comunica Camuñas y Alcázar de San Juan.
Pocos minutos luego, el supuesto autor era localizado por una patrulla de la Municipal Civil y daba positivo en la prueba de alcoholemia. Esa misma tinieblas, el anciano moría en el cercano Hospital La Mancha Centro, en Alcázar de San Juan, a 14 kilómetros.
Procedente de Madrid, visitaba periódicamente el pueblo. Fallecía en la misma población donde el supuesto responsable de su asesinato había sido antitético. Pero este vecino de Villafranca y tendero ambulante de frutos secos negaba el homicidio: decía que no iba conduciendo, sino que pilotaba otro que iba con él.
La instrucción del caso no se cerró antiguamente porque las cámaras de seguridad que estaban instalando precisamente en ese semáforo no funcionaban todavía. Sin secuestro, el trabajo de la patrulla que localizó el transporte fugado y las indagaciones del Subsector de Tráfico de Toledo concluyeron en un mismo punto: el supuesto autor era el único sospechoso. Así lo atestiguan, por ejemplo, unas grabaciones audiovisuales; y así se lo comunicó el equipo de investigación de siniestros viales (atestados) al tendero ambulante, que ronda los sesenta abriles.