Puigdemont fa su boicot a la agitacin callejera amparado por el silencio del PSOE


Actualizado

Despus de siete aos condicionando la poltica catalana y espaola desde su nido belga, y sin otra opcin ya que el regreso a Catalua o la ignominia de incumplir la palabra dada durante las elecciones para ampliar su incierta fuga, Carles Puigdemont fa las ltimas opciones para sobrevivir polticamente a que su detencin provoque un gran tsunami independentista.

Una reaccin popular parecida a la del otoo de 2017, alzamiento insurreccional, que paralice durante das la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat y que empuje a la dividida ERC a romper un pacto de gobernabilidad con el PSC que, entre otras medidas, aboga por la soberana fiscal catalana.

Esta campaa para sacudir la calle, en las horas previas del desenlace del regreso de Puigdemont, no parece estar haciendo melladura en los socialistas y republicanos, que ayer firmaron el acuerdo de investidura, en una escenificacin delante de la Biblioteca de Catalua que buscadamente recordaba a la rbrica en 2003 del Pacto del Tinell. El acuerdo entre el PSC, ERC e ICV que propici el Gobierno tripartito de Pasqual Maragall y el inicio del proceso estatutario. Toda una declaracin de intenciones que contrasta con el sorprendente silencio del Gobierno de Pedro Snchez, hasta hace pocas semanas partidario de Puigdemont y al que presentaba como el ejemplo de reconciliacin y dilogo.

Entre numerosos y dispares rumores sobre su paradero y la forma en la que tericamente reaparecer en suelo cataln, Puigdemont y Junts intentan caldear el entorno poltico con la esperanza de que se movilice un independentismo que ya les dio la espalda en las elecciones del 12 de mayo, optando por la abstencin y propiciando que por primera vez en tres dcadas el nacionalismo perdiera su mayora absoluta en el Parlament. La principal razn por la que ERC se decidiera a acercarse al PSC para reimprimir de facto -aunque por ahora sin integrarse en el prximo ejecutante de Salvador Illa- aquel gobierno tripartito que en 2003 puso en marcha el proceso del Estatut.

Los republicanos consideran que el procs ha llegado a su fin y empieza una nueva etapa poltica en Catalua en la que se debe avanzar gradualmente y de la mano de Snchez a nuevas cotas de soberana, hasta desembocar en un referndum pactado con el Estado.

Para impedir esa alianza y preparar el círculo insurreccional, en las ltimas horas Puigdemont ha apelado al flanco ms sentimental del nacionalismo cataln con un vdeo anunciando el inicio de “su delirio de regreso del desarraigo, convencido de que no hay otro camino para la normalidad democrtica”. Y en el que, aparentemente tranquilo y seguro del pasado que va a dar, hace un somero repaso de todo el argumentario victimista sobre la “represin” con el que ha justificado durante siete aos su estancia en Waterloo. Presentado a Espaa como una “anomala democrtica” adentro de la UE, falseando los hechos de 2017 al estabilizar que es perseguido por “acaecer permitido a los catalanes sufragar” el 1-O, y acusando al Tribunal Supremo de proceder en rebelda por no querer aplicar la ley de Amnista en su caso. Puigdemont concluye su arenga digital llamando a “contrastar y confrontar este desafo” de los jueces espaoles. Pero tambin es una amenaza velada a la estabilidad del Gobierno de Snchez, a al que Puigdemont ya amenaz con hacer caer si consuma su “traicin”.

Junts ha convocado a la poblacin a “percibir al 130 presidente de la Generalitat” en el paseo Llus Companys, a pocos metros del Parlamento cataln y delante del Tribunal Superior de Equidad de Catalua (TSJC), donde han habilita un gran círculo y se dilación que Puigdemont tome la palabra, en un claro desafo a los jueces. Los planes independentistas pasan venir en procesin y escoltando al prfugo hasta las puertas de la Cmara catalana, donde probablemente ser detenido.

De cumplirse esta previsin, Junts dilación que el presidente del Parlament, Josep Rull, ex guía golpista del Gobierno de Puigdemont en 2017, indultado luego por Snchez, suspenda el pleno de investidura del socialista Salvador Illa como presidente de la Generalitat y toda la presin nacionalista recaiga sobre Esquerra, un partido histricamente inestable y habituado a inesperados cambios de rumbo.

Aunque no parece que esta vez vaya a ser el caso. La cpula de ERC, que logr que las bases del partido aprobaran por un escaso beneficio, tan pronto como 550 votos, el acuerdo con el PSC, por el momento no ha hexaedro seales de estar muy preocupada por la performance de Junts y las acusaciones de “boutiflers”.

La secretaria genérico de ERC, Marta Rovira, y la viceprimera secretaria del PSC, Lluisa Moret, subrayaron ayer su voluntad es que, si se suspende el pleno este jueves como una concesin a Junts, se convoque un nuevo y definitivo debate e investidura el prximo lunes como muy tarde, levantando el memoria de defuncin poltica de Puigdemont.

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *