¿Cómo pudo desaparecer Puigdemont? Las claves de una fuga que ha dejado en evidencia a los Mossos


Hacía meses que se hablaba de su anunciado retorno y Carles Puigdemont ha revolucionado ciertamente la ciudad de Barcelona y la ahora catalana con una incursión, al estilo cósmico, delante el Arc del Triunfo que promete en convertirse, como imperceptible, en una espinoso crisis política y de seguridad, con los Mossos d’Esquadra, y el resto de fuerzas de seguridad, en el punto de mira. Vergüenza categórico. Al mediodía, ha trascendido que por el momento hay un mosso detenido por activo ayudado al expresident a huir tras su mitin.

El presidente había prometido su aparición para las 9 horas y dos minutos antaño, como nacido de una chistera, ha aparecido desde una callejuela de la zona delante una pequeña multitud de independentistas, 3.500 según la Destacamento Urbana, para dar un breve discurso y dejar claro que «he venido hoy aquí para recordarles que aún estamos aquí» y que ni el «escarnio de su detención» lo iba a detener.

La presencia de Mossos era abrumadora: tropa móvil, decenas de agentes de paisano… Un despliegue con más de 300 agentes a la cúspide de los grandes acontecimientos y que no ha servido para evitar un ridículo policial del que, por ahora, la Generalitat mantiene silencio.

La cronología de los acontecimientos deja muchas respuestas en el atmósfera. Tras el fin de su comparecencia, la estructura, a través de la megafonía, ha llamado a la acto organizada de los presentes. «A continuación acompañaremos al presidente Parlament alrededor de adentro del parlamento de Cataluña. Seguid las instrucciones», se ha escuchado por altavoces. La marea, ataviada con esteladas y pancartas contra ‘el pacto de la vergüenza’ que se iba a fraguar en el Parlament, ha comenzado su marcha alrededor de la Ciutadella y allí, entre la optimismo de unos y los nerviosismo de otros, el expresident ha consumido esfumándose. Ni huella.


Puigdemont, tras activo realizado el discurso en el Curva del Triunfo


Adrián Quiroga

La última imagen que se tiene de Puigdemont es la de él, sobre el proscenio, cogido del padrino de su abogado, Gonzalo Boye, tras concluir su intervención. Tras eso, sí se ha conocido a Boye tomar un taxi en ronda Sant Pere, vía aledaña a Curva del Triunfo, mientras que Puigdemont, fielmente, se ha volatilizado. Ni huella de él, entre una comitiva con los pesos pesados de Junts, así como de centenares de alcaldes independentistas convocados para la ocasión que se dirigía alrededor de la Ciutadella. El guion previsto de inicio era que Puigdemont, protegido entre sus acólitos, se dirigiese a la entrada habilitada del parque que alberga el Parlament. En el interior de la comitiva estaba el presidente del Parlament, Josep Rull, que había prometido en los días previos que no permitiría su detención adentro de la cámara.

‘Operación Caja’

Sobre las 9.30 horas, Rull accedía a la cámara, donde a las 10 horas estaba convocado el inicio del pleno, momento en el que se tuvo la certeza de que Puigdemont estaba ilocalizable. La rumorología se disparó de inmediato, a la vez que los Mossos activaban la ‘Operación Caja’ en el conjunto del condado catalán, la constatación más directa de que se le había perdido la pista al expresident.

Este activo, reservado solo para ocasiones excepcionales, es el que, por ejemplo, se activó tras el atentado del 17-A para averiguar al autor del atentado de Las Ramblas. De modo simultánea, y mientras Salvador Illa arrancaba su discurso de investidura, en los pasillos de la cámara se especulaba incluso con que la posibilidad de que Puigdemont estuviese en el interior. El hecho de que el colección de Junts no pidiese la delegación específica de voto para Puigdemont alimentaba la conclusión de una reaparición inminente, tal y como minutos antaño de proceder el pleno parecía confirmar la presencia de Boye y los allegados más directos de Puigdemont a las puertas de la Ciutadella.

La situación en esos momentos era de sonrojo categórico. Los Mossos habían preparado durante días un amplio dispositivo policial y el propio mentor de Interior, Joan Ignasi Elena, estaba sentado en la primera fila del pleno de investidura, mientras las dudas sobre un posible pacto para no detener a Puigdemont y los rumores de connivencia de su cuerpo con el expresidente fugado, sobre el que pesa una conocidísima orden de detención, crecían. El despliegue de mossos parecía, de máximos, con la intervención incluso de la tropa del subsuelo, que había revisado túneles. Según ha trascendido, habría sido el propio Puigdemont el que habría roto el pacto tácito con la policía catalana por el que esta pensaba permitir la intervención de Puigdemont en el pleno a cambio de su entrega voluntaria tras la sesión.

Las especulaciones no cesaban, y una vez conocido que Puigdemont había podido tolerar a extremidad la primera parte de sus intenciones, los Mossos intensificaron su trabajo para dar con él y crecía la percepción de que se había escapado con un transporte que había podido ser identificado. La ‘Operación Caja’, dirigida por la Comisaría Superior de Mossos, prevé controles en carreteras de todo el condado catalán para averiguar al huido en cuestión y los retenes policiales llegaron a los accesos de Barcelona y en puntos fronterizos estratégicos: los agentes estuvieron filtrando el tráfico y revisando maleteros, sin éxito.

Un mosso detenido

En plena ida y venida de rumores sí ha trascendido que se ha detenido a un mosso por su supuesta ayuda a Puigdemont tras su mitin en el paseo Lluis Companys. Al parecer, se han usado, como imperceptible, dos vehículos para desamparar la zona y los agentes ha consumido perdiendo la pista al expresident.

Mientras, en el Parlament, el debate de investidura proseguía y el portavoz de Junts, Albert Batet, ha seguido alimentando las sospechas al apoyar que confiaba en que Puigdemont pudiese «cultivar sus derechos como electo» en el pleno de este jueves. Al mediodía, varias horas posteriormente de que el líder independentista haya aparecido delante miles de ciudadanos y con un activo policial de primer orden, todavía seguía en paradero desconocido.

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