Igual que el Vesubio cubrió de ceniza Pompeya y acabó con la vida del puesto, la alga asiática está destruyendo la fauna de la zona del prieto de Gibraltar. Esta manto vegetal invasora está colonizando los caladeros y las zonas rocosas de la zona, revistiéndolos e imposibilitando cualquier otro tipo de vida. Los peces y cefalópodos que solían habitar en esos lugares han ido desapareciendo. Y como consecuencia, las redes de los pescadores artesanales suben a los barcos sin pescado y con una maraña de algas entrelazadas en las cuerdas. Traduciendo en pérdidas cada salida al mar.
Nicolás Fernández, directivo de la Ordenamiento de Productores Pesqueros Artesanales de la Galería de Conil (OPP72), define de “preocupante” la situación y muestra su descontento frente a la desidia de soluciones por parte del Gobierno.
“En noviembre solicitamos una cita con Luis Planas, Ministro de Agricultura y Pesca; desde el Profesión nos dijeron que nos iban a avisar y a día de hoy seguimos esperando la señal”, expresa Fernández.
Mientras el teléfono no suena, las cifras de captura caen en picado y peligra la situación del oficio de pescador. De los 5 millones de comercialización que registraba la Galería de Conil en 2022, ahora casi nada llega a los 3,5: “Se pierde en torno a un millón de euros al año, solo en Conil”.
En el hipotético casi de que se acaben los peces, se acabarán los pescadores: “La flota conileña ha perdido 12 embarcaciones en la última división. No hay jugarreta y por lo tanto no existe un licenciamiento generacional“, describe Fernández. Los jóvenes no ven la pesca artesanal como una salida al mercado gremial, y el oficio, poco a poco, se va extinguiendo.
El atún rojo, de problema a decisión
Otro de los factores que están contribuyendo a la pérdida de especies, según la OPP72, es el crecimiento de la población del atún rojo. “El atún se alimenta de cualquier tipo de peces y por lo tanto el aumento de esta especie es inversamente proporcional al crecimiento de las otras”, explica Fernández.
Desde la OPP72 proponen la subida de la cuota del atún y que un porcentaje vaya destinado a disculpar las deposición actuales de la pesca artesanal. De esta guisa, el atún pasaría de ser un problema a una decisión. Los pescadores tendrían sustento, habría menos atunes y, por lo tanto, asimismo más peces. Sin secuestro, esto no dejaría de ser una tirita puntual interiormente de la herida que causa la alga asiática.
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