Si tengo los medios para ayudarlo, lo haré


“Hey Ezra, ¿te gustaría compartir mi hígado?”, con estas palabras plasmadas en un cartel, con unos globos y un peluche, Carissa Fisher tocó, por sorpresa, la puerta de la casa de la tribu Toczek. El pequeño de la tribu, Ezra Toczek tiene 5 abriles y desde muy pequeño ha tenido problemas de vitalidad. Por otra parte, Ezra fue discípulo de Fisher cuando iba a preescolar.

La profesora de Ezra cuenta que su exalumno “tiene una gran cicatriz en el panza conveniente a una cirugía que le hicieron cuando era más pequeño” y añade que “siempre tuvo problemas médicos”, por lo que sabían que en algún momento “necesitaría un hígado nuevo”.

Cuando el beocio cambió de escuela, Fisher no volvió a entender cero de él. Sin requisa, un día mientras miraba Facebook apareció una publicación de una tribu que pedía ayuda para el trasplante de hígadode su hijo adoptivo. Para sorpresa de la maestra, se trataba de Ezra.

“Aunque (Ezra) está en la serie de trasplantes, se nos ha instado a inquirir un donante vivo para él. Animamos a cualquier persona a satisfacer el cuestionario. Él es del tipo de cepa O+ y necesita un donante del tipo O“, decía el anuncio. En él igualmente había algunos datos como que el beocio padece una enfermedad hepática en etapa terminal. Para poder ayudar a Los Toczek se colocaron dos códigos QR: uno para donar fondos a través de ‘GoFoundMe’ y otro para rellenar el formulario como donante vivo.

Fisher asegura que tras ver el anunció no se lo pensó dos veces: “Él es uno de mis niños y necesita ayuda. Voy a hacer esto. Si tengo los medios para ayudarlo, lo haré”.

A posteriori de un tiempo realizándose numerosas pruebas médicas para determinar si finalmente el hígado de la profesora era compatible con el de su discípulo, llegó la esperada convocatoria. Los médicos confirmaron a Fisher que su hígado era compatible.

Los riesgos de ser una donante viva

Los médicos advirtieron de los riesgos que pueden suponer esta intervención. Entre ellos está la crimen de uno y otro o de que se generen infecciones en los conductos biliares y el intestino delgado de los dos. Sin requisa, igualmente puede tener su parte positiva. La primera es que Fisher es una donante viva, muchacho y sana. La segunda es que el hígado trasplantado se adaptará con el tiempo a las deyección del pequeño Ezra.

“Sabemos que en un mes o 6 semanas, el hígado recobra casi el 90% de su tamaño llamativo”, detalló Jennifer Vittorio, directora médica del Software de Trasplantes y Enfermedades Hepáticas Pediátricas del Hospital Inmaduro Hassenfeld de NYU Langone al referirse al proceso de recuperación de Fisher. “Aunque (Ezra) recibirá una parte del hígado de alguno maduro que él, hay ciertas hormonas reguladoras en el cuerpo que le dicen al hígado qué hacer y cuál es el tamaño adecuado para el paciente”, añade.

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