“El trabajo tuvo su recompensa”



En medio del proceso de deshacer una maleta antiguamente de hacer otra, Inés Sotelo Míguez (Ourense, 2006) manejo de descansar todavía con la gozo en el cuerpo. Tras un intenso mes que culminó en un maratón de siete partidos, la jugadora de baloncesto se colgó la medalla de plata en el Europeo sub-18 con la selección española femenina. El año pasado, en el mismo torneo y con el mismo combinado, fue bronce. “En la venidero competición ya sabes qué medalla toca”, bromea. Para colgarse el metal tuvo que recorrer aquí cerca, a Portugal. Pero en una semana pondrá rumbo un poco más allá: esta temporada se va a Estados Unidos a estar y recrearse con Michigan State, “sanctasanctórum” entre las universidades del país de las barras y estrellas. 

Un mes de agosto para no olvidar que tuvo su primera parada en Matosinhos (Portugal), sede del Europeo júnior. España, con destacado protagonismo de Sotelo, disputó siete encuentros con un movimiento de seis triunfos y una derrota, la de la final delante Francia por 70-80. “Fue todo muy correctamente, yo estoy súper orgullosa. Al final todo el trabajo que hicimos durante un mes, ya con la preparación, tuvo su retribución. No con lo mayor, que era el oro y siempre queremos más, pero estoy muy orgullosa por lo que hemos conseguido. Ha sido un mes de preparación con otras jugadoras que han estado ayudándonos en este proceso y, al final, hemos jugado por ellas y por nosotras”, señala Sotelo.

De menos a más

Una plata de ley como retribución para una selección que fue a más con el paso de los días. “En un principio, no fuimos demasiado confiadas al Campeonato de Europa. Jugamos un torneo de preparación y no lo hicimos muy correctamente. Pero luego nos fuimos encontrando, formamos un equipo, que esa es la secreto, nos entendíamos y el nivel al que llegamos fue muy bueno. En eso los entrenadores hicieron un muy buen trabajo, hicieron piña”, explica.

Sotelo terminó el Europeo promediando 10 puntos, 5 rebotes y 2 asistencias en los poco más de 22 minutos que jugó por partido. Ya no era la “benjamina” de la selección del 2023. “Sí, sentí el cambio. El año pasado se notaba que estaba jugando con jugadoras que tenían un año más. Esta vez tenía más confianza, estaba más asentada. Y ya al estar ahí a demostrar que estoy por poco”.

Sobre la final delante el combinado galo, la ourensana recuerda que empezaron correctamente antiguamente de que las francesas empezasen a dominar. Pero España, remontando y sin rendirse, llegó al final con opciones. “Estaba hablado por la forma en la que estaba yendo el partido. No nos íbamos a dar por vencidas hasta la claxon final. Teníamos que seguir ahí, presionando, a por todas. Y al final se lo llevaron ellas como podíamos habernos llevado el oro nosotras”, recuerda.

Un capítulo más en una experiencia internacional que sigue acumulando medallas. Ahora, Sotelo dejará colgada momentáneamente la camiseta de la selección para centrarse en la temporada regular. Pasará del Ensino de Lugo a la Universidad de Michigan State de Estados Unidos. Uno de los “templos” del baloncesto norteamericano, con un software de mayor nivel y el nombre de las “Spartans” como mejor aval. “Me voy el día 21 de agosto. Aún no siento que esté muy nerviosa, pero sé que viene una experiencia muy válido, todavía de idioma y de civilización”. Maneja informes de primera mano. Su hermana Lucía (Ourense, 2005) se fue el verano pasado a la Universidad de Virginia Commonwealth. “Ella está encantada”, apunta. Eso sí, tendrán que poner de su parte para hallarse en suelo sudaca. “De distancia estaremos como de Ourense a Huelva”, bromea. 

Inés Sotelo acaba de estar el sueño europeo por segunda vez en un año y se prepara para disfrutar del sueño sudaca. Un damisela talento ourensano que sigue dando pasos delante en su carrera baloncestística. Aunque eso suponga seguir haciendo y deshaciendo maletas. 

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