El veto ruso cumple diez años tras causar 400 millones de pérdidas a la agricultura valenciana


La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) monograma en más de 400 millones de euros las pérdidas directas e indirectas que ha sufrido el sector rústico de la Comunidad Valenciana durante los diez primeros abriles del veto ruso.

Los cítricos, los caquis, las frutas de hueso y las hortalizas han sido las producciones valencianas más afectadas por el obturación del que era en agosto de 2014 el primer mercado extracomunitario: «Con las exportaciones al acrecentamiento, perder de la tenebrosidad a la mañana 200 millones de consumidores fue un palo tremendo para el sector hortofrutícola y todavía a día de hoy seguimos padeciendo las consecuencias», denuncia el presidente de AVA-ASAJA Cristóbal Aguado.

La ordenamiento agraria critica a la Unión Europea (UE) por no tener aportado desde el veto ruso suficientes medidas de apoyo cerca de los productos perjudicados por un problema ignorante al sector primario. Por un costado, Bruselas no destinó unas compensaciones económicas que permitieran calmar las pérdidas ocasionadas, pues casi nada cubrieron el 40% de los costes de producción e, incluso, dejaron fuera a cultivos como el melón, la melón de agua, la berenjena, la lechuga o el caqui (este final acabó incluyéndose en el reglamento comunitario tras las quejas de AVA-ASAJA).

Por otro costado, la asociación denuncia que la UE siquiera ha libre desde 2014 otros mercados alternativos que puedan absorber las 230.000 toneladas anuales de frutas y hortalizas que España enviaba a Rusia.

Aguado advierte de que «los problemas de comercialización se agudizaron en toda Europa porque la parte que dejábamos de remitir a Rusia, mayoritariamente de segunda calidad, acababa congestionando los mercados comunitarios y reduciendo los precios en origen. Encima, durante este tiempo Rusia ha ido fortaleciendo su propio sector rústico y países terceros competidores nuestros (como Egipto, Turquía y Marruecos) nos han sustituido de forma que será muy difícil recuperar dicho mercado en el futuro».

Con 240 millones de pérdidas, siempre según las estimaciones de AVA-ASAJA, los cítricos son el cultivo de la Comunidad Valenciana más castigado por el veto ruso durante estos primeros diez abriles en vigor. Mientras el sector citrícola valenciano y gachupin ha ido sufriendo un descenso de la demanda en los mercados internacionales, países terceros que pueden resistir sus cítricos a Rusia han aumentado sus plantaciones y incluso han explotado los acuerdos comerciales con la UE para cobrar cuota de mercado en Europa.

El caqui, el más perjudicado

El caqui es otra producción valenciana especialmente perjudicada por el obturación del mercado ruso, al acumular 110 millones de pérdidas. Hasta 2014 esta alternativa de cultivo mantuvo una rentabilidad sólida, gracias en buena parte a la entrada en panorama del emergente mercado ruso que, a diferencia del centro y septentrión de Europa, daba preferencia a partidas de segundo calibre.

A raíz del corte comercial, las cotizaciones a pie de campo se hundieron más del 40%, hasta tal punto que se situaron por debajo de los costes de producción. Esta descuido de rentabilidad ya ha provocado que la superficie dedicada al caqui haya dejado de crecer en los últimos abriles para iniciar un retroceso.

La gran mayoría de las frutas de hueso y las hortalizas producidas en el campo valenciano incluso encontraron saturaciones puntuales de proposición en los mercados mayoristas europeos delante la prohibición rusa, ocasionando unos 25 y 15 millones de pérdidas respectivamente. Los precios de melocotones, nectarinas y paraguayos se desplomaron a la porción cero más conocerse las primeras cancelaciones a Rusia. Y la caída de cotizaciones en algunas frutas y hortalizas valencianas alcanzó el 25% en comparación con el periodo preliminar a la crisis.

Manada y sector porcino

Por final, la vacada valenciana ha padecido 10 millones de pérdidas, sobre todo durante los primeros compases del veto, porque el exceso de proposición de carne de mugriento en el mercado europeo, al no poder exportar a Rusia, no sólo ocasionó el rápido hundimiento de los precios, sino que por otra parte desató ataques de ganaderos franceses contra camiones que transportaban porcino gachupin y de otras procedencias.

Después, el sector porcino pudo reconducir sus exportaciones a China, donde ha conseguido una cierta estabilidad en términos de rentabilidad. Sin retención, actualmente existe preocupación por la investigación que ha libre Pekín como respuesta a los aranceles impuestos por la UE en el sector automovilístico: «Espero que no estemos delante otra pelea arancelaria en la que siempre sale perdiendo el sector rústico europeo. Bruselas no puede seguir sacrificado a sus agricultores y ganaderos, porque pone en peligro un motor secreto en la bienes rural, la autosuficiencia alimentaria y la preservación del comarca», asegura Aguado.

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