El pueblo granadino de Orce recibe con orgullo a su doble medallista olímpica, María Pérez


Orce es un pueblo de poco más de mil habitantes a más de hora y media en coche de Ciñuela y que el 14 de agosto comienza sus fiestas patronales. No han podido tener un mejor prólogo: María Pérez, su hija predilecta, la que da nombre al colegio de la pueblo, donde estudió y probablemente la atleta española más laureada de todos los tiempos, fue recibida con todos los honores en un sitio que adora y donde la adoran.

A las ocho y media de la tarde, la ganadora de dos medallas en los Juegos Olímpicos de París –una de oro y otra de plata- llegó a la Plaza Nueva, que se iba llenando progresivamente y donde ya había carteles con su foto, su nombre y una palabra que se repetía una y otra vez: orgullo. En Orce, no cerca de duda, están orgullosos de ella.

El corregidor, José Ramón Martínez, ha trillado esa palabra –orgullo- hasta tres veces cuando, una hora antiguamente del inicio del acto oficial, atendió a los periodistas. «Estamos orgullosísimos porque nos representa por el mundo, porque esto que ha hecho ahora es absolutamente increíble», ha manifestado.

Orce es conocida por ser una de las cunas de la humanidad europea, como atestiguan sus abundantes estudios arqueológicos y paleontológicos realizados en las dos últimas décadas en la zona. Aquí se empezó a platicar del Hombre de Orce, pero el corregidor cree que ahora es igualmente válido o más «platicar de la Mujer de Orce«.

«Porque María representa a una mujer tabardo, de la que, más que con sus innegables títulos deportivos, nos quedamos con sus títulos humanos. Por eso queremos agradecerle lo mucho que nos ha poliedro y nos sigue dando», ha resaltado.


Su bisabuela, María Gandía, inmediato con otra normal de la atleta igualmente señal María


g. ortega

De eso iba hoy la cosa, de homenajear a quien se lo merece. Existe un tesina en el que el concejo quiere involucrar a María Pérez: crear una Escuela de Marcha para que los jóvenes del motivo puedan seguir sus pasos o al menos intentarlo. «Pero eso ya vendrá, ahora hay que homenajear a una deportista que con estos triunfos en París ha engrosado aún más su palmarés».

A las nueve de la oscuridad, precedida de una batucada, María Pérez ha llegado a borde de un descapotable, luciendo la medalla de oro y la de plata y saludando a decenas de personas que se acercaron a verla de cerca y a darle la enhorabuena. Estaba eufórico.

Ayer de dirigirse a los orcenses, fue recibida por la corporación municipal, que a esas gloria ya había sacado del salón de plenos las dos cajas de cordero segureño (ambrosía comarcal) que le dieron como regalo. María Pérez no paraba de repartir sonrisas pero inmediato al tablado le esperaba la mejor, la de su bisabuela María Gandía, a la que ella claridad abuela porque sus abuelos de Orce ya fallecieron.

María Gandía ya sabe lo que es acoger medallas de su descendiente y no quiso evitar, antiguamente de que sucediera de nuevo, bromear sobre su peso. «Si fueran de oro de verdad, seríamos ricos», ha dicho.

Quedaba el fíbula de oro, las palabras de la campeona en la plaza del concejo, donde ondeaban las 600 banderas de España repartidas para la ocasión. «Volaron», ha resumido el corregidor.


La Plaza Nueva, abarrotada de conocido y de banderas de España; las 600 que se repartieron «volaron», asegura el corregidor


g. ortega

Allí, la abanderada de la ceremonia de clausura ha confesado estar «orgullosísima» (otra vez la palabra) por el cariño recibido no sólo en Orce sino desde que aterrizó procedente de París. Lo está disfrutando, pero igualmente quiere descansar un poco «y digerir todo lo que ha ocurrido». Ni que proponer tiene que su discurso fue interrumpido continuamente con gritos de «María, María!».

Por lo demás, ha dejado la puerta muy abierta a su continuidad y, si puede ser, a su presencia en las Olimpiadas de Los Ángeles, en 2024. El conocido se lo pidió a gritos, claro. Ella tiene 28 primaveras, así que no debe acaecer inconveniente, aunque igualmente ha preparado de que son ya «muchos primaveras en la élite». Ha lamentado, eso sí, que en esa cita no repita su compañero de gesta este año, Álvaro Martín, que ha anunciado su retirada.

Y luego ha seguido la fiesta. Un cuadro flamenco delante de la plaza de la Iglesia de Santa María, cohetes aquí y allá y un pregón que María ha lamentado que haya eclipsado con su presencia. Humildad hasta en un momento cumbre.

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