Entre el botijo y el arte contemporáneo en La Rambla


En el año 1926 tenía circunstancia el primer Concurso de Alfarería y Cerámica de La Rambla, fruto de los desafíos entre artesanos, que iban retándose unos a otros con adornos y filigranas cada vez más complejos. La competición dejaría claro cuáles son los mejores, y de esa forma se ha llegado a la 94ª estampación este año, con una exposición de los ganadores en el Museo de la Cerámica de La Rambla. Esta tradición se da la mano hoy día con los usos industriales por una parte, y por otra por una decano creatividad e innovación en las formas. Artesanía, comercio y arte forman un todo en la ciudad alfarera por ejemplo.

Alfarería tradicional, cerámica tradicional y nuevas formas son las distintas categorías en las que se clasifican las obras a concurso. Los ganadores este año han sido respectivamente Mateo del Río Cristalera, María José Navarrete Alcaide y Ludmilla Averanova. «En la categoría de alfarería tradicional se valora la astucia del alfarero en el torno, o si pone unas asas especiales o un calado; en cerámica tradicional se valora la alcoba igualmente, pero sobre todo el pincel, la pera u otras técnicas de adorno, pues muchas veces vemos verdaderos cuadros pintados sobre un florero; y en nuevas formas se valora más la creatividad y utilización de técnicas cerámicas más avanzadas», ha explicado Rafael Espejo, coordinador del concurso y de la feria En Granito que se celebra en octubre. Esas técnicas más avanzadas están sobre todo orientadas a la porcelana o a la cerámica uruguayo convocatoria raku. Otras veces pueden apoyarse en el uso más imaginativo del horno, como tipo que forma parte decisiva del proceso al poner con las temperaturas o el porcentaje de oxígeno.

Mateo del Río Cristalera es el triunfador en la categoría de cerámica tradicional y posa próximo a su obra , un florero de dos asas con un gran calado, es asegurar, una parte decorativas con espacios agujereados. Esta cerámica tradicional se lumbre popularmente como ‘tortita‘, «porque el comedón lo sacas con una primera cocción, convocatoria tortita, la segunda sería esmaltado», ha especificado este artesano. Por otra parte del término tortita, cualquier alfarero de La Rambla se refiere a las piezas con el no menos popular ‘cacharros’.


Una mujer contempla un cántaro


VALERIO MERINO

Una excelente muestra sobre cómo ha evolucionado la cerámica en La Rambla es la popularmente conocida como clan de los Juan Reales, por el bisabuelo, falsificado con ese ‘reales’ que procede de una abyección del billar. La empresa se lumbre en verdad Cerámica San José.

«En principio se dedicaban a hacer botijos de verano y en invierno trabajaban en el campo; poco a poco se fueron reinventando y llegó la cerámica más decorativa para el hogar y menos sencillo, y fueron de las primeras alfarerías que empezaron a vidriar», ha detallado Soledad del Río, cuarta vivientes de este negocio. Cerámica San José es hoy día una de las responsables de elaborar la loza de los restaurantes de Paco Morales, tanto Noor, tres estrellas Michelín, como Qabu, el establecimiento radicado en un rascacielos de Dubai. «Morales trae a sus propios diseñadores y escoge alguno de los dibujos que tenemos, vamos ya por la cuarta loza que le hacemos, empezamos por una en verde y molesto, luego otra en molesto, una más colorida para Dubai y para la campaña que viene nos ha encargado otra en verde».

La exposición del Concurso de Alfarería y Cerámica incluye diversos talleres, como torno, modelado o adorno de cerámica, impartido en este caso por Soledad del Río para 24 niños. A estos pequeños alumnos se les deja a su garbo excepto algunas indicaciones. Se les ofrece una vasija de comedón que han de pintar con témperas. «La pintura habría que volverla a cocer, por eso utilizamos témperas, para que los participantes se lleven lo que hacen», ha puntiagudo la profesora y alfarera.

El alma de la alfarería

Pero si hay poco de verdad canónico, el alma de la alfarería rambleña, es el botijo, alcoba o ‘cacharro’ que está volviendo con cierta fuerza en un mundo que evita los plásticos y se decanta por lo natural. Pocas cosas más naturales que este artefacto hecho de comedón de la zona, como mucho con un aditamento de sal para ayudar la regularidad del color blanco propio de la arcilla recinto. Un definitivo habituado en la materia es el presidente de la Asociación de Alfareros de La Rambla, Álvaro Montaño, quien ha participado precisamente en el concurso con un botijo tradicional con una ligera ornamentación.

«El botijo, al ser una arcilla porosa, hace que el recipiente sude, y ese agua que rezuma se evapora, lo que produce que el neto del interior se enfríe entre diez y quince grados». Por otra parte del botijo como fortuna de la alfarería tradicional, se mantienen con fuerza los cántaros, huchas o cuencos para el gazpacho, que «muchas personas utilizan para la función que tienen y otras como tipo atractivo rústico», ha añadido Montaño.

Licencia generacional

¿Hay licenciamiento generacional para la alfarería? El presidente de la Asociación de Alfareros pone un ejemplo claro. La Unión puso en marcha un módulo de alfarería para el Instituto de Enseñanza Secundaria Tierno Galván de La Rambla. «¿Sabes cuántos alumnos se apuntaron?. Nadie», ha recordado. Un trabajo tan duro, sacrificado, sin una gran contraprestación económica, parece que no resulta atractivo para las nuevas generaciones, a pesar de su componente artesano, su raigambre y la creatividad que requiere.

Montaño rememora como hace décadas aprendían durante los veranos, en los talleres paternos, cuando estos particulares aprendices aprovechaban las holganza para hacer sus primeros pinitos con sólo entre nueve a doce primaveras. Y así iban haciéndose con la profesión poco a poco. En cualquier caso, en un circunstancia tan hacendosos como La Rambla, seguro que surgen iniciativas efectivas en breve para que su alfarería siga siendo una de las más destacadas de España.

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