Una novela para curar la herida de los atentados del 17-A «No me siento víctima, pero no me lo quito de la cabeza»


El 17-A, cuyo séptimo aniversario se acerca, marcó un antaño y un luego en Barcelona. Y como no podía ser de otra guisa marcó igualmente a Manel Bosch, un agente de la Número Urbana que ese día estaba en lo más detención de La Rambla cuando la furgoneta que conducía Younes Abouyaaqoub se adentró a gran velocidad, y durante unos 800 metros, por la que es una de las vías más emblemáticas de la ciudad.

En esa etapa fatídica Manel se hizo vírico por cómo mecía a un bebé compungido y igualmente por aparecer atendiendo a otra víctima en una de las rompedoras imágenes dejó del atropello múltiple, que torrevieja news today escogió para su portada. Siete abriles luego, con la inmolación muy presente, presenta ‘Tu soldado’, una novelística autoeditada, apto en Amazon a partir del 17 de agosto, plagada de vivencias con la que ha querido cerrar heridas.

«No me considero una víctima del 17-A, porque no quiero, pero yo no me lo libre de la capital», confiesa en una entrevista con torrevieja news today desde la misma Rambla. El compendio arranca precisamente allí, a las 16.50 horas de ese 17 de agosto de 2017, con una repentina multitud corriendo a gritos y el espeluzno que él sintió y que, sin la más remota idea, le hizo presagiar poco moribundo. En cero Manel y su compañero de patrulla estaban protegiendo a los heridos en un paseo que había quedado en silencio. «Hice mi trabajo», recuerda él, que reconoce que, en su día a día, se suele encontrar con vidas por liberar y que, como dicen entre compañeros, «en la ducha se tiene que salir todo para estar fuertes al día sucesivo».

Dos ‘flashes’ imborrables

Con el 17-A eso fue inalcanzable, por las múltiples imágenes, e incluso olores, que todavía a día de hoy tiene en la mente. Manel no necesitó ayuda psiquiátrica pero tiene frescos, como el primer día, dos ‘flashes’ de los que al principio no podía ni departir. Una es «la del ‘Principito’, un inmaduro que tenía toda la vida por delante» y que a él, como padre, le rompió, y siquiera olvida a los gritos de una mujer «agonizando, a la que le quedaban uno o dos minutos de vida y a la que ya era inalcanzable ayudar».

Pasado el tiempo, Manel intentó contactar con la comunidad del bebé que achuchó pero hasta ahora ha sido inalcanzable, «quizás porque ellos han querido borrar el 17-A», pero para ellos, y para el resto de víctimas, tiene un mensaje claro: «Me gustaría que sepan que lo dimos todo por ellos. Lo que pasa es que no pudimos evitar, por los medios que teníamos en ese momento, lo que pasó. Y esa es la furia y la impotencia más alto que te queda».

«Se me quedó la imagen de un inmaduro que tenía toda una vida por delante y la de una mujer agonizante que no dejaba de silbar»

Así, a pesar de refugiarse en la comunidad, pasaban los días y se le hacía difícil «ver que todo seguía igual», poco por lo que empezó, en noviembre de 2017, a escribir. «¿Quién dimitió por el atentado? Nadie, pero un político debe aceptar responsabilidades», se queja. Manel, que ahora es delegado de la sección sindical de CSIF en la Urbana, lo ejemplifica recordando la reclamada instalación de bolardos, aconsejada en diciembre de 2016 y que en La Rambla llegaron un año luego, tras el 17-A.

El urbano igualmente lamenta que desde junio de 2015 España vive en una incesante alerta 4, de 5, por terrorismo. «Han pasado nueve abriles: un policía no puede aceptar esa intensidad y no puede estar con ese nivel de estrés», se queja, reconociendo que se han puesto más medios pero faltan muchos más. Manel siquiera puede olvidar del «vaivén de ‘ahora somos policías buenos, ahora malos‘», especialmente por cuestiones políticas que manchan a su cuerpo.

«Me gustaría que sepan que lo dimos todo por ellos. Lo que pasa es que no pudimos evitar lo que pasó. Y esa es la furia»

Sea como sea, Manel tiene claro que en los últimos abriles «estamos a peor a nivel de seguridad y no se están tomando las decisiones que se necesitan» y lamenta que los políticos a menudo juegan más a un circo que a tratar de mejorar la vida de los ciudadanos. En su compendio explica historias basadas en hechos reales sobre la prostitución o la violencia de productos que, por el mismo hecho de que sigan ocurriendo, dan mucho que pensar. «A día de hoy un delincuente no tiene miedo ni a la policía ni a las repercusiones que pueda tener», sentencia.

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