la ciudad se desvanece, las villas ganan vida



El silencio ha caído sobre las calles de Ourense pasado el ecuador de agosto. Los residentes de la ciudad se marchan a la costa, a sus pueblos de origen o en dirección a sus destinos de asueto, y quienes llegan de turista se encuentran la partida total de actividades culturales y de ocio para permanecer en Ourense; lo que provoca que las calles más céntricas de la ciudad se encuentren vacías, y que la hostelería sufra esta desidia de iniciativa, optando muchos de los locales por echar la persiana y descansar en estos días donde sus compañeros de otros campos incluso cuelgan el cartel de “cerrado por asueto”. 

Ana Gallego, que ha residido en la ciudad durante los últimos 40 abriles, lo expresaba de esta modo: “La hostelería está cada vez peor. Están cansados y explotados. La familia de siempre tiene sitios donde aún se puede ir, pero enriquecer un café a 1,40 es una brutalidad”. Gallego hacía estas declaraciones en la terraza de la cafetería “1.008”, uno de los locales (no muchos) que permanecen abiertos en la ciudad en días festivos como ayer. Su responsable, Yerlin Carvajal, comentaba que “somos los únicos que quedamos abiertos todo el año. Tenemos hoteles aquí cerca que nos permiten darles servicio. Hay personas que se van de asueto, y eso se nota en el servicio. Agosto está un poquito bajo”. Gallego vuelve a intervenir cuando se deje de los turistas. “Yo encantada de que vengan”, asegura, “que la ciudad tenga a familia extranjera es una maravilla, pero no tenemos que enriquecer la familia de aquí por los que vienen de fuera. Ya no se puede ir a los vinos”; una situación agravada por el hecho de que las alternativas incluso escasean. “Está todo cerrado”, asegura Ana Gallego: “No hay nulo. Que nadie se queje de que no hay bienes”.

Las palabras de esta vecina de Ourense se cumplen en el hecho de que algunas de las calles con más actividad durante el resto del año tienen hoy casi todas sus persianas bajadas.

La provincia, al completo

La situación de silencio y terrazas vacías de Ourense contrasta con una provincia donde las principales villas tienen sus calles y plazas al completo. En Carballiño,  a pesar de que muchos emigrantes de México, que son la mayoría en esta comarca, ya se han marchado, la hostelería está al 100%, tal y como corrobora Querubín Rodríguez, de la Cafetería Nayla: “Dependiendo de la hora, hay clientes que no pueden consentir al restringido ni a la terraza por estar completo”.  Igualmente en Ribadavia “hay más turistas que el año pasado, mucho franquista, y en mi caso incluso francés”, explica José Luis Piteira, del Hostal Restaurante Plaza. Ambas localidades ampliaron la proposición de hostelería este año, con tres establecimientos nuevos en Carballiño, y seis en Ribadavia. Igualmente Allariz se está beneficiando de los visitantes. “A partir de la segunda semana de agosto ya se notó un incremento de la familia enorme”, cuenta Adrián Lorenzo, administrador de Na Ría. “Viene todo el mundo contiguo y ahora ya se está trabajando acertadamente”, añade. Mientras, en Celanova, Marcos Pérez, propietario del Bar Plaza, explica que “ahora hay mucha familia, estamos trabajando acertadamente, pero el consumo no es el mismo que el de otros abriles. El plus lo aporta el que viene de fuera, el de aquí lo seguimos teniendo”.

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *