Los núcleos hosteleros de la ciudad se quedan vacíos y cerrados



Fuera de la conocida como “zona de vinos”, cada arrabal de Ourense tiene sus calles de bares, esas donde personarse a comer, tomarse un refrigerio en la trayecto o,  simplemente, encontrarse con los vecinos.  Escasamente un puñado de lugares sube la persiana estos días “Los barrios normalmente sufren porque la muchedumbre se va”, comenta Javier Outomuro de la Unión de Hosteleros de Ourense, “pero el casco vello está desbordado. Hubo veranos mejores, pero todo ha subido un poco, internamente de lo que hay”. 

Daniela Fidalgo se encuentra tras la mostrador del “Bok2”, uno de los escasos establecimientos que tienen subida la persiana en la calle Noriega Varela. Cuenta que “llevamos aquí 20 primaveras y nunca cerramos, pero ahora no estamos por las tardes. En agosto aquí no hay nadie, por eso los otros bares cierran. Nosotros aguantamos porque tenemos clientela fija”. Unos metros por delante, en la zona de influencia de dos hoteles, se encuentra la cafetería Bali, otro de los pocos locales de la zona que aún sirve. Allí, Gabriel Oca comenta que “aunque desestimación el convexidad de trabajo, siempre vienen turistas a la ciudad, hay muchedumbre que trabaja en los alrededores… Si acertadamente es cierto que paran los colegios y mucha muchedumbre se va de ocio, tenemos siempre poco de trabajo”.

O COUTO Y A PONTE

La avenida de As Caldas fue una de las zonas que se benefició de la presentación de la ingreso velocidad, pero durante la trayecto de ayer, presentaba menos de la parte de sus establecimientos de hostelería abiertos. Y en la calle Greco, donde se articula el ocio de O Couto, solo tres entre una decena de bares se encontraba con la persiana subida. “Somos pocos, pero aguantamos”, comentaba el responsable de uno de ellos.

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