La revolución de la moda de baño


Un nuevo aberración

Brigitte Bardot en bikini por las playas de Cannes.
Brigitte Bardot en bikini por las playas de Cannes.

Si correctamente el mar, los ríos o los lagos han formado siempre parte de la vida del ser humano -de hecho, del agua procede la vida en el planeta-, la civilización del baño con fines de ocio es un aberración relativamente flamante. De hecho, rodeando de un siglo y medio pasear por las playas era poco popular en la entrada sociedad, pero, a nivel común, el mar sólo se contemplaba como una fuente de alimento. Fueron Santander y San Sebastián los primeros lugares elegidos por la monarquía española para combatir la oleada de cólera de mediados del siglo XIX con “baños de olas”

Mucho han cambiado las costumbres desde entonces porque en aquel momento estar bronceados era poco que evitar a toda costa. La piel curtida y morena indicaba trabajos de campo y, por lo tanto, clase desestimación, así que las aristócratas de la época se metían al mar completamente vestidas para evitar que los rayos del sol incidiesen en su piel de entrada cuna.

En cualquier caso, esos “baños de olas” no tardaron en popularizarse y echarse por toda la geodesía española, dando superficie a un aberración nuevo: el veraneo. Y, con él, nació la privación de contar con ropa apropiada para meterse al agua.

Bañador

Desde esos mediados del siglo XIX hasta la término de los primaveras 20, la ropa de baño era una aclimatación poco más ligera de cualquier atuendo regular del día a día. Incluso es cierto que, hasta entonces, la forma habitual de bañarse y nadar era hacerlo desnudos, tanto hombres como mujeres, poco que ya habían prohibido en el siglo XVII los balnearios ingleses pero que continuaba siendo popular en los espacios naturales. Cien primaveras más tarde, la vestimenta oficial del agua era, para ellas, un vestido de telas que no se volviesen transparentes al mojarse y con mancuerna en los dobladillos para evitar que flotasen y, para ellos, una prenda entera al estilo de la ropa interior larga. Entreambos se mantuvieron más o menos intactos hasta la huida de la moda de principios del siglo XX.

A medida que avanzaba la revolución de los cuerpos se iba acortando la cantidad de tela de la ropa de baño. Los primaveras 20 fueron secreto con la fabricación del primer bañador femíneo firmado por la marca Jantzen, si correctamente su sabido eran las nadadoras profesionales. De este modo, se impuso la estética deportiva en la ropa de baño añadiendo ciertos toques marineros pero aún sin enseñar demasiada piel. Las rayas negras y blancas o rojas y blancas se convirtieron en el estampado privilegiado de este tipo de vestimenta, para ellas pero igualmente para ellos.

A partir de ahí, poco a poco, la tela fue acotándose y la costumbre de broncear la piel, imponiéndose en todo tipo de clases sociales, de modo que los bañadores se fueron reduciendo y sofisticando, convirtiéndose así en un objeto de moda. Por su parte, en el banco masculino, la prenda pocos cambios sufriría con el paso de los primaveras, cambiando ese estilo de calzoncillo deportivo tan sólo en su material y silueta, más o menos ceñida según el sensibilidad del consumidor.

Bikini

Sin confiscación, la verdadera revolución de la huida femenina estaría todavía por asistir con nombre de isla del Pacífico. El bikini fue inventado a mediados de los primaveras 40 por el ingeniero francés Louis Réard y, para su presentación, tan sólo una stripper se atrevió a lucirlo. Calificado como inmoral por el poder religioso, no fue hasta una término más tarde cuando las actrices más populares de la época se atrevieron a lucirlo sin pudor en las playas y el resto de las mortales se animaron a seguir su reguero. Brigitte Bardot, Rita Hayworth o Ava Gardner fueron las pioneras en equiparar la emancipación del traje de baño con la emancipación misma del propio variedad femíneo.

En España, inmersa en pleno franquismo, el bikini atentaba contra la honrado de la época y estaba expresamente prohibido, pero el corregidor de Benidorm no estaba dispuesto a ofrecer los beneficios del turismo, así que se lo “tragó en contra de su voluntad” -palabras textuales- y abrió una puerta que ya nunca más se pudo cerrar. Por fortuna.

Hoy en día, a la playa o a la piscina cada una va como quiere. Bañador, bikini, trikini o incluso topless en los lugares que lo permiten son las opciones disponibles, en todo tipo de formatos, tejidos, tamaños y siluetas. Si correctamente las tendencias varían según la temporada, los diseños son prácticamente atemporales. Lo importante es encontrar el que mejor se adapta a cada cuerpo para poder disfrutar del agua cómodamente.


¡LO QUIERO!

De corte deportivo

La fiebre de los Juegos Olímpicos ha recalado de cierta forma en la moda de baño reservando un superficie destacado para los bañadores de corte más técnico en las playas y piscinas de este verano. En este caso, la comodidad es la secreto de una prenda que combina diseños en color “block” con cortes lisos y minimalistas, perfectos tanto para tomar el sol como para nadar y exprimir todos los beneficios del agua en el cuerpo. Los hay para todos los gustos.

La pasarela

Bañador en color rosa de corte deportivo y manga corta que presenta paneles con aberturas en la parte posterior para darle un toque de seducción y adorno del logo de la marca. (Balenciaga, 450€).

La calle

Bañador de buceo con prorrata cerrado, sin copas y sin aro con sujetador integrado. Braguita con cobertura media y camal parada. Tejido de extrema resistor al cloro y al agua salada. (Oysho, 35,99€).

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