Francia, asilo de gallegos que sobrevivieron a Hitler


Desde 1940, casi 10.000 españoles fueron enviados a campos de concentración del Tercer Reich por su afiliación a la resistencia al golpe de 1936 y al propio régimen nazi, entre los que hoy sabemos que había más de 200 gallegos. Su historia se cuenta en la obra. ‘De Galicia a Mauthausen’, la primera publicación de Alba Garrido en el que el autor orensano arroja luz sobre las vivencias de los deportados a uno de los campos de condiciones más duras de la Segunda Guerra Mundial.

La pesadilla que vivieron estos gallegos comienza en Francia. A falta de más información, sabemos que algunos fueron deportados por su participación en la Guerra Civil, y que otros desertaron a territorio republicano para evadir el reclutamiento militar forzoso, entre otros motivos. “Cruzaron la frontera del país vecino en 1939”, explica Garrido, donde “una vez en los campos de refugiados pueden optar por alistarse”. en las Compañías Obreras Españolas, en la Legión Extranjera o en el Ejército francés.” El autor indica que, aunque es necesario realizar más investigaciones sobre el tema, cuando la Alemania nazi entró en Francia hay evidencia de que al menos 14 de los deportados participaron en acciones de resistencia. “Podemos destacar dos grandes fases cronológicas de la deportación”, comenta. “Hasta 1942 como prisioneros de guerra y, a partir de entonces, como participantes en actividades clandestinas contra el invasor alemán.” De hecho, ella señala que Es en este segundo grupo donde se intuye la presencia de las mujeres: “Una vía en la que me gustaría seguir investigando.” Ninguna mujer aparece en la lista de los 208 deportados.

El destino de estas represalias estaba situado en una zona despoblada de Austria, en lo que hoy se conoce como la Campo de concentración de Mauthausen. Su historia comienza en 1938, cuando llegan los primeros internos del campo de Dachau que se verían obligados a construir las mismas instalaciones que los mantendrían prisioneros.

Tal fue la crueldad que se vivió dentro de sus muros que en su momento fue catalogado como el único campo de concentración de ‘Categoría III’, es decir, el que presentaba las condiciones más severas, y contaba con una de las tasas de mortalidad más altas de todos los campos del Tercer Reich debido al hacinamiento de prisioneros, el hambre y las enfermedades.

Incapacidad para regresar

Entre su apertura y cierre tras la liberación del ejército de los Estados Unidos en 1945, Unas 190.000 personas fueron deportadas a Mauthausen, y se sabe que en él perdieron la vida al menos 90.000 personas, de las cuales 10.200 fueron asesinadas en la cámara de gas. Sin embargo, el autor explica que “la liberación del campo” al finalizar la guerra alemana no supuso “el fin del exilio para los españoles, ya que todavía estaba vigente la dictadura que había dado vía libre a los nazis para deportarlos”. “

Pero tras la liberación de 1945, España seguía inmersa en pleno régimen y, explica, “la mayoría de los prisioneros volverán a rehacer sus vidas en Francia o permanecerán en países europeos hasta la muerte del dictador”, e incluso “en En algunos casos no “Nunca volverán”. Es el caso de Juan José Casal Chao, que no regresó a Fene hasta finales de los años 1960 después de recibir garantías de que no se tomarían represalias contra él, o Antonio Lamas obra, que regresó a Vilaxoán de Arousa sólo una vez y tras la muerte de Francisco Franco. Ramón Muñiz, por su parte, fue uno de los que acabaría muriendo sin regresar a su Galicia natal.

“Hay mucho que hacer”

Una parte de la historia de nuestro país que en ocasiones parece relegada a un segundo plano y que vuelve a ver la luz gracias al trabajo de autores como Garrido, que se estrena en el mundo editorial con esta obra. «El tema de los campos de concentración es muy conocido, Lo que no lo es tanto es la presencia de gallegos en ellas”, la menta. Una cuestión que tiene mucho que ver con el discurso de “la posición no beligerante de España en la Segunda Guerra Mundial”, explica, “cuando está la División Azul, la ayuda en la Guerra Civil o las minas de tungsteno”.

Garrido indica que hoy somos conscientes de que Galicia no era un territorio golpista desde el principio y sin Resistencia “como nos querían hacer creer” gracias a proyectos como ‘Nomes e Voces’ de HISTAGRA, en el que ella misma participó. y que contabiliza hasta 17.000 víctimas de la dictadura. “El problema está en la difusión de estos conocimientos” y “en el impacto que tiene en ámbitos ajenos a la universidad”, y añade que, en el caso de los deportados, “cuando tenemos que etiquetarlos como ‘víctimas del franquismo’ estamos hace que sea más complejo que identificarlos sólo como víctimas de la Alemania nazi. Prueba de ello, explica, es que en 2019 se publicó en el BOE una lista únicamente con los nombres de los españoles asesinados en el campo de Mauthausen, algo que atribuye al malestar generado en nuestro país “explicar lo sucedido a quienes “vivieron la liberación y no pudieron regresar a España”. Para el autor esto no es más que otro “síntoma de ¿Cuánto queda por hacer en este camino? y en este país en términos de memoria histórica y que funciona así intentamos atajar.”

Destaca, sin embargo, que la buena acogida que está teniendo su obra, ya en las estanterías desde este sábado y presentada la víspera en Santiago, es algo “muy positivo” poder avanzar en el conocimiento histórico y “especialmente en su difusión, que muchas veces resulta compleja de realizar”.

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