El paso de la Virgen de las Tristezas de Córdoba, único en su género


Hay palios y pasos de Inmaculado, pero el trono en que sale cada Lunes Santo Nuestra Señora Mama de Todopoderoso en sus Tristezas no avala a ningún esquema. Es inconfundible. El paso que concibieron Miguel del Casto y Miguel Arjona pasa estos meses en el taller de Ana Infante de la Torre para una restauración completa y puede ser momento para fijarse en su hechura.

Cuando se cumplían 25 abriles de su primera temporada de penitencia, la hermandad del Remedio de Ánimas acometió la empresa de agenciárselas a una Dolorosa para escoltar al Crucificado el Lunes Santo.

La encontraron en Écija, en una imagen antigua, como no podía ser de otra forma, y se bendijo en 1975 con la advocación flagrante. Desde el principio su hermandad quiso que su paso fuera dispar y se pensó en un baldaquino.

En su primera salida procesional, en 1977, lo hizo sobre un paso que avanzaba estas líneas, y que era de orfebrería, todavía sin techo. Iba a costaleros y fue una procesión accidentada por los problemas de ventilación bajo los faldones.

La hermandad aprendió aquella experiencia y la Dolorosa quedó en San Lorenzo en los abriles siguientes hasta que la hermandad afrontó el plan definitivo: un baldaquino con forma de corona en que las cuatro columnas de las esquinas sostienen un techo con forma de elipse.

Desde 1981 la Inmaculado de las Tristezas marcha en este paso, siempre a ruedas, según el plan de Miguel del Casto, pintor del peña Cántico y fundador de la hermandad, y que desarrolló con su actividad creativa Miguel Arjona.

Personalidad

Su estilo es de un barroco atrevido, tanto en el movimiento y las formas como en la presencia de ángeles e iconografía. Fue inconfundible desde el primer momento por estar hecho siempre en madera tallada y dorada, cuando en tantos pasos de Inmaculado prima siempre la orfebrería.

En abriles sucesivos se completó con candeleros de orfebrería y guardabrisas, con bordados de aplicación en el techo y las caídas y con el mantón de la Inmaculado, de bordados en oro con estrellas. Así se consolidó en su hermandad y cruza el siglo XXI con el plan de mejorar sus bordados y principios sin alterar en total su esencia.

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