Imagínese comparecer al dentista para un tratamiento y que, por error, le extraigan un diente inexacto. Esto es exactamente lo que ocurrió en la provincia de Tarragona, donde un dentista ha sido condenado por esta arduo negligencia.
El caso comenzó en 2012, cuando la paciente visitó a su dentista para someterse a una endodoncia en el diente número 27. Esta intervención provocó una comunicación orosinusal, que llevó a una sinusitis paranasal izquierda. En 2015, tres abriles a posteriori, la paciente continuaba experimentando molestias persistentes y decidió agenciárselas una segunda opinión de otra odontóloga. Tras una exhaustiva evaluación y diversas pruebas, la nueva diestro la remitió de nuevo al dentista, que actuaba como cirujano maxilofacial, para realizar la cuna del diente afectado. La exodoncia debía ser del diente 27, pero por error, el dentista extrajo el diente 26, causando a la paciente una recuperación de 183 días para estabilizarse del daño.
Como resultado, el dentista ha sido sancionado con una multa de 1.350 euros y una inhabilitación profesional de tres meses, según la sentencia de apelación emitida por la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Tarragona. La condena flamante había sido más severa: el Auditoría de lo Penal número 3 de Tarragona le impuso una multa de 2.700 euros y seis meses de inhabilitación por imprudencia profesional arduo.
Una consulta que acabó en pesadilla
El 25 de noviembre de 2015 la paciente acudió a la turista con el cirujano maxilofacial. El 9 de diciembre, se le realizó un estudio ortopantomográfico que mostró la habitación dental 27 endodonciada cerca del seno maxilar izquierdo. Al día ulterior, se practicó una resonancia magnética de senos paranasales, revelando una ocupación del seno izquierdo compatible con una sinusitis de origen dental.
Tras estas pruebas, el cirujano programó la exodoncia del diente 27 para el 30 de diciembre de 2015. Sin incautación, ese día extrajo erróneamente el diente 26, lo que llevó a una recuperación de 183 días para la paciente. Y aunque no estuvo impedida para sus actividades habituales, la secuela de este error fue la pérdida del molar.
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