En torno a una veintena de viviendas es el cálculo que hace el Cabildo de La Orotava de casas que están ocupadas por migrantes, en su mayoría personas de origen magrebí. Es el antecedente que maneja la institución lugar y igualmente la percepción que tienen los vecinos que han manido cómo en los últimos meses ha incrementado el número de migrantes que ocupan viviendas que están vacías.
Hacemos un pequeño itinerario por el casco urbano de la ciudad y seguimos las indicaciones que nos dan algunos vecinos, muchos de ellos no quieren mostrar su rostro, dicen que tienen miedo a las posibles represalias. Pero nos indican dónde están esas casas que están ocupadas.
Cerca de la iglesia de San Juan encontramos una de ellas, es una casa antigua que se encontraba cerrada y sin habitar. Allí vive desde hace unos meses un damisela de 18 primaveras que nos cuenta que no tenía dónde ir y que estaba en la calle, algún amigo le dijo que aquí podía quedarse y desde entonces ocupa esta vivienda. “Sé que no es mía, estoy esperando que salga el discernimiento y me iré”, nos dice detrás del postigo de la puerta. Antaño de marcharnos nos confiesa que no quiere problemas con los vecinos porque se portan correctamente con él, le dan comida y le ofrecen ayuda. “solo quiero una oportunidad, buscarme la vida y trabajar”.
La situación vivida esta semana en la calle El Marqués, igualmente en el casco, con un especie de magrebíes que desafían al propietario de la vivienda que han ocupado, no es aislada. En ese caso lograron sacarlos, pero no han tenido la misma suerte los vecinos de otra vivienda cercana.
Desde hace unos 4 meses un especie de entre cinco y seis personas, todos de origen magrebí ocupan una casa, siempre con el mismo modus operandi: buscan edificios o casas que estén deshabitadas, con poca protección. Casas antiguas pero no en muy mal estado y entran de perplejidad rompiendo las cerraduras. Tocamos la puerta y una persona se asoma a la ventana del tierra superior. Desde allí nos dice en tono un tanto desafiante que no quiere que estemos grabando, que apaguemos la cámara y que sabe que la casa no es suya, pero que conoce la ley y no se va a ir. “¿Dónde quieres que vaya? ¿Me abres tú la puerta de tu casa? ¿Quieres que duerma en la calle? Hago lo que tengo que hacer, ¡Son las reglas de la vida!”, nos dice en un tono intimidatorio mientras pregunta si hemos extinto la cámara y nos exige que lo hagamos.
Seguimos nuestro camino, el que nos indican los vecinos siempre en el casco histórico de la ciudad. Félix asegura que está vigilante de las casas vacías que hay en torno a de la suya y que si ve un movimiento extraño avisa inmediatamente a la Policía Nave. Es lo que están haciendo los vecinos frente a una situación que les está empezando a exceder.
El Concejal de Seguridad, Atildado Pérez, asegura que “se ha incrementado la vigilancia para que los vecinos se sientan más tranquilos. Tras reunirnos con ellos les hemos dicho que avisen frente a cualquier situación que les resulte extraña para evitar que el problema vaya a más”.
La policía municipal tiene identificadas a estas personas y confirma que no ha habido un aumento de criminalidad en la ciudad. Tienen claro que esta situación es fruto de un problema general que se agrava en un municipio como La Orotava en donde hay muchas viviendas que están vacías y por el incremento de la venida de pateras a nuestras costas. Pérez asegura que muchos de estos jóvenes han surgido del sistema al cumplir la mayoría de existencia y que se quedan en tierra de nadie sin apoyo ni cobertura social y tratan de buscarse la vida como pueden. Por eso piden ayuda al Gobierno para que tomen decisiones que puedan evitar que esta situación empeore con la venida de muchos más migrantes a las costas canarias en los próximos meses.
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