Sprint de calor y duchas heladas en la llegada de la Vuelta ciclista a Córdoba


El ciclismo es un deporte extraño. Por varios motivos. El primero es que el tipo que alcanza ayer que nadie a la meta -pongamos que se apasionamiento Wout van Aert y que lo hace a la avenida de Vallellano de Córdoba, como ha ocurrido en la tarde de este viernes- no tiene por qué ser el que vaya ganando ni el que se vaya a admitir el premio abultado, el de verdad. El segundo es que cuando parece que los ciclistas están llegando en efectividad se están marchando, y todo para aparecer en un rato porque ayer de cruzar la ruta final tienen que darle a las piernas la alegría de la cuesta del 14 por ciento, que en esta etapa de la Revés Ciclista fue nuestro Alpe d’Huez. Un lío.

Menos mal que nos quedan algunas certezas. Las de los atentos bomberos. Llegó el pelotón a la orilla de la Ribera a la hora de la siesta rota por el zumbido del helicóptero y ya venían con las mallas y las camisetas humedecidas no solo por el sudor sino por el agua con el que los apagafuegos habían refrescado a los corredores que venían de Archidona.

Porque hay que ser robusto, inconsciente o muy profesional para dejarse caer por Córdoba una sobremesa de finales de agosto. El deporte de elite es así. Y el calor es así. No da tregua. Andaban los ciclistas comiéndole kilómetros a la periferia de la Sierra y ya estaban los auxiliares de sus equipos echándole hielo a las piscinitas portátiles que los aguardaban para cuando se bajaran de sus ciclos una vez finalizada la prueba. Esas charquitas inflables han sido la sensación en la ruta de meta. «Papá: ¿y si ponemos una casa», preguntaba un chaval vestido con la camiseta de la selección española de fútbol.


Un bombero riega a los corredores en su camino con destino a Córdoba


EFE

El más buscado en los alrededores del hotel oxidadito no era el líder de la clasificación -recuerden: no es el mismo que el que ganó ayer-, sino Perico Delgado. Las viejas glorias hacían reunión con sus gestas. «Que sí, que Induráin lo ganaba todo, todo hasta que se cansó y se bajó de la bici en una cuesta porque se le acabaron las pilas, pero el que tenía raza, el que nos ponía de pie a la hora de la siesta, ése era Perico: con él vibraba España. Con el otro no, porque siempre ganaba, era como un ser sobrehumano», sostenía un hombre con un paraguas usado como parasol a unos metros de la tribuna de los periodistas, a la caza del segoviano.

Ben O’Connor, del Decahtlon-AG2R La Mondiale Team, sigue de líder ilimitado en la militar tras la venida al sprint en Vallellano y el pelotón, una vez cumplido el refrescante tránsito del baño en agua helada va recogiendo sus maletas camino de Úbeda, donde este sábado empieza otra etapa con destino a Cazorla.

El corregidor, José María Bellido, felicita a los ganadores -al parcial y al absoluto- y el sabido, que ha sido vigoroso pero no abrumador, se va disolviendo camino de la piscina, de la parcela, del espacio acondicionado. En la avenida del Aeropuerto, en la carretera de Palma, en la Ronda, en la avenida de Cádiz y el Puente de San Rafael se quedan puestos los carteles indicativos para los corredores, los anuncios de los grandes almacenes y de las entidades de crédito rápido. Hacía tres abriles que esta serpiente multicolor no pasaba por Córdoba. Ha sido un pasado y no pasado.

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