Santiago estrena su particular ‘policía del ruido’


Un millón de turistas llegaron el año pasado a la caudal gallega con la intención de quedarse, al menos, una incertidumbre en la ciudad. La sigla escalera si se tienen en cuenta los visitantes de un día que no pernoctaron en Santiago, pero sí pasaron la marcha recorriendo sus calles. Solo en el caso de los caminantes que recalan en el Obradoiro, los datos que la Oficina del Peregrino actualiza a diario revelan que este verano la media de llegadas ha rondado las tres mil ‘compostelas’ por día. Y en lo que va de verano la ocupación hotelera se ha movido en el entorno del 80 por ciento, con picos del 90. Los datos radiografían la efectividad de una ciudad acostumbrada a cobrar un importante flujo de turistas que, sin bloqueo, empieza a animar ampollas en una parte de la ciudadanía que pone el acento en la cara menos amable de estas llegadas.

Por otra parte de las polémicas derivadas de las viviendas de uso turístico (VUT) que el concello vetó en buena parte de la ciudad penalizando a cerca de un millar de familias que habían invertido sus ahorros en este maniquí de negocio, este verano Raxoi se ha pasado salpicado por otras quejas directamente vinculadas con el aumento de visitantes y la convivencia con los residentes más próximos al trazado de la Ruta Xacobea o la propia Catedral. «Turistas sí, pero no así» es, precisamente, el marca que algunos de los residentes en los barrios que cruza el Camino de Santiago llevan tiempo proclamando. Denuncian el ruido que deben soportar a todas las horas del día procedente de los grandes grupos de peregrinos que acceden a la ciudad entre cánticos y vítores potenciados por los altavoces que portan. Siquiera han faltado las imágenes en las que algunos de estos visitantes ponen en aventura el patrimonio de la ciudad, que ya ha presenciado acampadas en plena Catedral, pintadas en sus fachadas o anotaciones a tiza en sus milenarias piedras. La mayoría de estas molestias se asocian con la saturación de la almendra de la ciudad -que se corresponde con su zona vieja- y que este verano igualmente dejó impactantes instantáneas como la de las kilométricas colas que bordearon la Catedral a principios de agosto y que obligaron a una larga calma bajo el sol para lograr a la monumento.

La desafío del concello de la caudal gallega para relajar los flujos de visitantes pasa por descentralizarlos mostrándoles una Compostela más allá de las calles empedradas. Un intento de desatascar su almendra presentándole al turista la parte más desconocida de la ciudad. El objetivo, asumen desde Raxoi coincidiendo con la publicación de un plano ilustrado con los atractivos menos populosos del municipio, es doble. Por una parte, liberar la ciudad histórica de la sobrecargar que estas semanas asume y derivar estas visitas a zonas menos conocidas. Por la otra, incrementar la estancia media en la caudal ofreciendo a los turistas más reclamos.

En total, el plano señala una veintena de lugares destacados internamente del término municipal «que se encuentran más allá de la ciudad histórica y que merece la pena examinar», recalcan. Entre ellos aconsejan la Senda Mitolóxica do Monte Destello, la Colexiata de Sar , el Parque de Belvís, el Parque de San Domingos de Bonaval, el Concurrencia de Galicia, el Paseo Fluvial do Sarela y el flamante Miradoiro das Estrelas del Monte Pedroso.

Este folleto se incluirá internamente del material informativo con el que contarán las cinco parejas que a diario saldrán a la calle para informar de la campaña, denominada «Fráxil». Lo harán en las cuatro entradas del Camino de Santiago, así como en los principales puntos de concentración de turistas y visitantes en la ciudad histórica, en distinto en las cuatro plazas que rodean la Catedral. El plan incluirá un apartado destacado para el Ensanche, el rostro menos popular de la ciudad gallega. En un intento, asumió ayer la alcaldesa nacionalista Goretti Sanmartín, por «cambiar el maniquí turístico», los albergues de los últimos tramos del Camino igualmente funcionarán como un punto de información para los recién llegados.

Sobre las gloria en las que se presenta este plano, a punto de finalizar la temporada entrada veraniego, Sanmartín argumentó que «son las fechas en las que más peregrinos recibe la ciudad». Sus explicaciones sobre las fechas en las que se activa una iniciativa totalmente dirigida al turista no fueron bienvenidas por parte de los populares compostelanos, que reprocharon la iniciativa en su fondo, y igualmente en su forma. Para la concejala María Baleato, «parece que el BNG está tomando el pelo a todos». La popular recordó en presencia de el anuncio realizado ayer que su partido ya había listo en el mes de julio que el software de informadores para «visitas alternativas» por Santiago «no llegaría a tiempo» para este verano. Este viernes, la concejal popular retomó la idea afeando que el gobierno nave haya presentado «a encomio y platillo» la puesta en marcha de este servicio «a día 23 de agosto». Sobre la filosofía de la iniciativa para desatascar el centro histórico y equilibrar el flujo de llegadas, el PP compostelano critica que la alcaldesa «se gaste el hacienda de los vecinos» en contratar personal para «descongestionar el casco histórico» y «repartir mapitas».

Las mismas patrullas de informadores turísticos que desde esta semana se pueden ver por las calles de Compostela se dedicarán igualmente -tablet en mano- a dar instrucciones sobre un «turismo respetuoso». De este modo, estas diez personas recorrerán el casco histórico compostelano durante los próximos 45 días, desde las 9 hasta las 13 horas, para concienciar a los visitantes y, igualmente, para guardar el ruido que generan. Lo harán con un sonómetro para que las personas que llegan a Santiago «sean conscientes del ruido que a veces provocan en las calles».

El nivel de ruido «confortable», calculan desde Raxoi, se sitúa entre los 40 y 60 decibelios; el ruido «peligroso» empieza en los 80 decibelios y el ruido en presencia de el que se requiere de una «protección necesaria» es de 100 decibelios, que equivale al estruendo de una moto. Sanmartín insistió en que esta es una cuestión «fundamental» en la que quieren incidir, ya que es «necesario» descender el nivel de ruido que «muchas veces» hacen los peregrinos y que «provocan» molestias entre los vecinos de la ciudad. La alcaldesa igualmente avanzó que el gobierno nave «está trabajando» en cambios en las ordenanzas para que «recojan» cuestiones relacionadas con el «civismo» y el «respeto patrimonial», pero «sobre todo con el respeto a respaldar el derecho al refrigerio de los vecinos». El PP, en presencia de la medida, asegura que los nacionalistas «llevan más de un año diciendo una cosa y haciendo todo lo contrario». «Se quejan del ruido que hacen los turistas, que impiden el refrigerio de los vecinos, y organizan un concierto en una de las plazas más céntricas».

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