«Me ponía pesado narrando carreras de chapas»


Para meter cuchara en una charla con Paco Caro, tienes que absolver la mano. O taparle la boca. Porque es un torrente de palabras. Es la voz del balonmano en RTVE, con su estimulante ‘¡dentroooo!’, y ha vuelto a demostrar sus dotes narrativas en los Juegos Olímpicos de París. Es encima un tipo por el que parece que casi no pasa el tiempo. «Mi padre no me dejó caudal, pero me dejó pelo. Y mi abuela de Sonseca tenía muy buena genética», dice orgulloso de Luciana. «Si la homenajeas en el artículo, te lo agradeceré», asta el guantelete.

Porque con ella pasó su infancia y adolescencia en este pueblo toledano, que fue conocido por sus fábricas de muebles y donde el mazapán es su seña de identidad. Allí, el mes y medio de cada veraneo se hacía corto. Luciana incluso le consiguió un trabajo temporal en una terraza a los 15 abriles, recién fallecido su padre, y lo mantuvo por mucho tiempo.

Ahora, Paco Caro es uno de los estandartes en las retransmisiones deportivas de la televisión pública española. «No cambiaría el balonmano por hacer poco de fútbol. Lo saben todos y cada uno de mis directores. Hago el deporte que quiero y no lo cambiaría absolutamente por mínimo que me pueda ofrecer esta profesión», remata como el mejor pivote. «Cada vez que he tenido oportunidades profesionales de hacer otras cosas, siempre ha estado una ‘condición sine qua non’: seguir haciendo balonmano. Si esta condición no se da, cualquier propuesta está descartada de antemano», dispara desde la linde de los siete metros.

Él trabajaba en Radiodifusión Marca cuando en 2007 le ofrecieron en Televisión España relatar partidos de la combinación italiana de fútbol, lo que compaginó con algunos encuentros del campeonato escocés. Poco antiguamente de los Juegos Olímpicos de Pekín, en 2008, el director deportivo de RTVE, Javier Tola, lo llamó al despacho y le ofreció relatar balonmano y la Coalición Asobal. «Y acepté porque siempre es un deporte que me ha gustado mucho», retrocede.

«En los Juegos de Pekín, un compañero debía relatar un partido, pero tenía una reunión y me lo ofreció», avanza botando la pelota hasta el momento en que conoció a un comentarista ilustre con el que lleva 16 abriles. «Presente que entré en la cabina y miré a Alberto Urdiales, que no me conocía de mínimo. Él esperaba que yo tuviese los papeles para hacer la retransmisión, y yo pensaba que él los tendría. Total, que comenzamos sin ningún tipo de papel». Corría agosto.

«Me resulta inasequible relatar el balonmano sin tener a Alberto al costado. Es mi hermano. Lo admiro (a Alberto) porque se adapta a todo el mundo. Sé que no soy una persona posible de adaptar porque tengo una forma de retransmitir muy particular. Y en lo personal, tenemos un tratamiento mucho más allá de lo profesional», dice con entusiasmo. Y no para de susurrar. «Íbamos desde la temporada de Atocha en tren a Albacete para retransmitir la Supercopa de España de 2008 entre el Barcelona y el Ciudad Verdadero. Yo aparecí con dos bolsas de libros que había comprado en la cuesta de Moyano, y él pensó: ‘Pero tú dónde demonios crees que vas’. Creo que Alberto ha asumido mis rarezas y las ha consumido tolerando».

«Contar es una prisión de permiso absolutamente maravillosa y a la que me abracé cuando era impulsivo»

Paco Caro se describe como un tipo con un costado excéntrico y tendente al caos que no se detiene en presencia de mínimo: ¿Se atrevería a poner voz a la entrenamiento rítmica, el atletismo o el bádminton? «Me atrevo con casi todo a la hora de relatar. Te sorprendería la cantidad de ‘frikadas’ que he llegado a relatar y la cantidad de deportes cuyo conocimiento me es escaso. Dicho lo cual, me atrevería menos con la entrenamiento rítmica». Y lo explica: «La forma de relatar de María Relaño me resulta inasequible. Ella es moderada, pausada, relajada… Y ninguna de esas cualidades ni las características de ese deporte se ajustan a mi forma de relatar. Cero». «Incluso es una cuestión de respeto. Escuchas a María, y antiguamente a Paloma del Río, y para mí son inalcanzables. Ya no por una cuestión técnica de conocimientos, que casi siempre va de la mano de un comentarista técnico, sino por los ritmos que se manejan ahí», expresa el periodista, que vuelve al principio de la pregunta: «Me costaría encontrar un deporte que no haya narrado en alguna ocasión. Las bicis de BMX, motos que pegan brincos en la plaza de toros…».

Todo eso tiene un principio, su comienzo: «Comencé narrando carreras de chapas. Con la Envés Ciclista a España o los partidos de fútbol. Era el tipo inaguantable en casa de mis padres que daba el coñazo a los vecinos narrando partidos de fútbol a la hora de la siesta. Y en Sonseca, en casa de mi abuela, era el pesado que estaba en el patio jugando a las carreras de ciclismo mientras pegaba voces y narraba».

Recuerda al marido de su abuela, que se casó de segundas, un poco harto de que el impulsivo estuviese pegando berridos, gritando cómo Alberto Fernández, muy habitual en sus narraciones infantiles, o su hermano Juan estaban a punto de ganar una vencimiento en una etapa que siempre termina en Alpe d’Huez, «porque era lo que yo mitificaba». Concluye la amplia respuesta: «El origen de los que tenemos una antigüedad es la Play Station en algunos casos y, en otros, las chapas. Yo he narrado grandes finales de campeonatos del mundo en las chapas».

Paco Caro transmite pasión: «Internamente de las numerosas actividades que he hecho en el periodismo, no hay ninguna que se aproxime ni por asomo a lo que es relatar: es una prisión de permiso absolutamente maravillosa y a la que me abracé cuando era impulsivo». Y le vuelve a emerger el pasado: «Imitaba a la parentela de Radiodifusión Intercontinental, que escuchaba entonces, parodiando a Héctor del Mar y alargando mis últimas sílabas, las últimas vocales».

Para la voz del balonmano en RTVE, un buen narrador debe tener ritmo. Y lo justifica: «Cuando los chavales empiezan a relatar, lo que tienen que coger con más inmediatez es el ritmo. Evidentemente, tienen que tener cierta facilidad verbal; mentalmente tienes que ser ágil, sin ser repetitivo. Pero lo imprescindible es tener ritmo, para que al final seas capaz de implicar a la parentela en la retransmisión que están viendo».

Cuando ha regalado cursos a chavales que aspiran a seguirle la vestigio, los ha puesto a relatar anuncios de televisión. Y siempre les hace el mismo comentario: «Cualquier acontecimiento lo puedes relatar. Lo posible es relatar poco narrable; lo difícil es que te expongan en un entorno que no es narrable y seas capaz de sobreactuar de tal forma que consigas relatarlo».

Inventar un idioma

Hablando de enseñar, su avezado es Luis Miguel López. «Es el mejor narrador que ha habido en España. Porque Luismi hizo poco inimaginable para el resto de relatores: inventar un idioma para contar un deporte. Me resulta inasequible entender el balonmano sin los giros que utilizaba. Cuando llegué a la carrera de Periodismo, uno de los primeros ejercicios era que describiera quiénes eran mis referentes. Y yo puse Luis Miguel López. Entonces, no concibo relatar el balonmano sin utilizar los giros de Luismi. Los he heredado, no me duelen prendas decirlo. Yo no entiendo este deporte si no se relata como él».

Salen a relucir las críticas feroces en las redes sociales a su superior, Juan Carlos Rivero. «Lo admiro por su capacidad para abstraerse. No ha empezado el partido y ya tiene un centenar de comentarios. Hay que tener mucha fortaleza para ser capaz de poner el foco en lo que toca», alaba Paco Caro, a quien le maravilla la narración sudamericana, sus giros y su vocabulario.

Sin incautación, se cuida la voz menos de lo que debería, y es frecuente que tenga faringitis. «Trato de no tomar bebidas muy frías ni muy calientes, sobre todo en época de máxima actividad. Pero la chiva siempre tira al monte». Y él lleva la narración en su ADN. Como la genética de la abuela Luciana.

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