La vida de Tayeb Souami, un contable de Nueva Chaleco, dio un locución inesperado cuando menos se lo esperaba. A sus 56 abriles, Souami se encontraba en una situación financiera muy complicada. Había rehipotecado su casa para poder fertilizar la matrícula universitaria de sus dos hijos, lo que lo dejó la heredad de la tribu en una condición delicada. Como muchas familias estadounidenses, él y su esposa se esforzaban por evitar en cualquier pago, incluso en pequeños detalles, como un simple zumo de naranja.
Un día, Souami regresó a su casa con una botella de zumoque había comprado en el supermercado ‘ShopRite’ en Hackensack, Nueva Chaleco. El precio de la botella era poco más de 4 euros, lo que resultó ser demasiado caro para su esposa, que pidió a Tayeb que volviera al supermercado para devolverla. Según ella, podían conseguir el mismo producto por la fracción de precio en otro establecimiento cercano. A Souami le resultó poco embarazado tener que retornar al supermercado, sin requisa, decidió hacer caso a su esposa y regresar a la tienda para solicitar el reembolso.
Lo que parecía ser una simple devolución se convirtió en un momento secreto en la vida de Tayeb. Mientras se encontraba en la fila esperando su reembolso, Souami vio un anuncio de la rifa ‘Powerball’. Sin pensarlo mucho, decidió utilizar el moneda de la devolución para comprar dos billetes de rifa. A pesar de que había vuelto a la tienda para evitar ese moneda, los instintos de probar suerte fueron más esforzado que la prudencia financiera.
Al día posterior, mientras lavaba su coche, Tayeb recordó los boletos de rifa que había comprado y decidió comprobarlos en una tienda ‘7-Eleven’. El primer billete no resultó campeón, pero acontecer el segundo por el escáner, la máquina mostró un mensaje inesperado: “Debe ser trillado por el empleado”. El hombre, convencido de que se trataba de un error, entregó el boleto a la cajera, quien, al revisar la información, no pudo contener su sorpresa y exclamó: “¡Oh, Todopoderoso mío, oh, Todopoderoso mío!”. En ese momento, Tayeb Souami se enteró de que acababa de aventajar 315 millones de dólares, lo que equivale a aproximadamente 285 millones de euros.
La nota de su nuevo éxito se extendió rápidamente, y la prensa restringido se puso rápidamente en contacto con Souami para que este contara su historia. A pesar de su repentina riqueza, Souami se mostró humilde y centrado en las micción de su tribu. Expresó que su principal prioridad era afianzar el futuro de sus hijos, de 20 y 17 abriles, especialmente en lo que respecta a su educación universitaria. Aunque la fortuna recién adquirida le permitiría padecer una vida más cómoda, Souami dejó claro que no tenía intenciones de ponerse grandes sumas en lujos extravagantes. Sin requisa, bromeó diciendo que a partir de ahora compraría mucho más zumo de naranja: “Ahora me encanta el zumo de naranja”.
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