Miryam nació en el año 2004. El apuro de su mamá Carol había ido adecuadamente, pero en el momento del parto todo se complicó. “Llegué al hospital y me pusieron la epidural. Hasta ahí todo estaba correcto pero cuando Miryam iba a manar, el cordón dio tres vueltas. Ella estuvo cinco minutos sin oxígeno y casi morimos las dos”, cuenta su mamá. Ese día, los médicos le dijeron que iba a tener consecuencias, aunque no las detectaron en ese momento. Fueron los padres de Miryam los que se percataron de que los meses pasaban y las cosas no iban como deberían: “La sentábamos y no se mantenía sentada, y ya con seis meses comenzó a tener convulsiones”. Finalmente, hubo un dictamen: parálisis cerebral y distonía, un trastorno del movimiento que se caracteriza por contracciones musculares involuntarias. Pero esa aviso no impediría a Miryam tener sueños y aspiraciones.
Un certamen afectado, el manifestación de un futuro ilusionante
Los pies de Myriam fueron su utensilio durante toda su vida escolar; siempre cogía apuntes con su ordenador, aunque en tercero de la ESO necesitó de la ayuda de un auxiliar porque no podía seguir el ritmo de sus compañeros. Ya en el postrero curso de esa etapa, uno de sus profesores la animó a que se presentase a un concurso afectado. Y lo hizo. Y ahí comenzó su inclinación por la escritura, y es que, desde entonces, Myriam utiliza su tablet a diario para perderse entre las teclas. “Ella se evade escribiendo. Parece que no está en este mundo. Muchas veces le tengo que opinar que haga otra cosa porque, si es por ella, dedica todo su día a eso”, comenta su mamá entre risas.
Tres cuentos publicados y un sinfín de ideas
Myriam escribe sobre sus vivencias. Nos cuenta que para ella su arnés es “como una mazmorra”, y es por eso que su segunda publicación, titulada ‘Queremos la decisión’, palabra desde su experiencia como una inexperto que se siente limitada, aunque solo físicamente.
Sus dos primeras publicaciones las editó ella misma y las repartió entre sus conocidos, pero ya en la tercera contó con la ayuda de un editor, quien le aconsejó de cara a sus próximos proyectos. Esa, para ella, fue peculiar porque consiguió 130 ventas y eso es lo que la ha motivado a no dejar de imaginar. Adicionalmente, ahora está centrada en escribir cuentos cortos porque un conocido de sus padres les dijo que “tiene potencial” y que podría tener éxito con lecturas rápidas, por lo que ese es su enfoque en la ahora.
La intención de esta inexperto escritora no es residir de sus cuentos pero sí costear los gastos que supone la impresión de sus libros, y es que los dos primeros fueron pagados por sus padres, aunque con el postrero que publicó, pudo recuperar parte del patrimonio. “Nosotros lo que queremos es que ella siga haciendo lo que le gusta y no nos importa pagarlo”, dicen sus padres.
Por ahora no hay quien pare a esta tinerfeña apasionada que promete seguir usando su imaginación y sus pies durante mucho tiempo.
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