El fiscal especial vuelve a imputar a Donald Trump por alentar al asalto al Capitolio e intentar alterar el resultado electoral de 2020


En la campaña presidencial estadounidense los dos partidos salían con dos problemas estructurales que en cualquier momento podían presentarse y tener consecuencia importantes.

En el caso de los demócratas, ese hándicap clave era la percepción caudillo de que el candidato estaba demasiado anciano como para retornar a presentarse a las elecciones. Y, efectivamente, el problema ha estallado y ha tenido la anciano consecuencia posible causándole a Biden una retirada forzada.

En el caso de los republicanos, el hándicap clave de su campaña son los problemas legales del candidato. Trump ya ha sido condenado en dos procedimientos en Nueva York y tiene pendientes otros tres serios casos criminales, el de los documentos secretos, el del asalto al Congreso y el de un posible delito electoral en el estado de Georgia.

Trump ha conseguido, por ahora, controlar las consecuencias de estas serias vicisitudes legales. Las dos condenas no se han traducido por ahora en ausencia inmanejable -una es una multa que el candidato ha conseguido pagan financiándola y la otra ha quedado por ahora en suspenso hasta el 18 de septiembre.

Pero, encima, hay un dato añadido crucial: la Corte Suprema sentenció el 1 de julio que, en cuando presidente en control en el periodo de los hecho juzgados, Trump se puede beneficiar de inmunidad presidencial en todo aquello que tenga carácter oficial.

Por eso la denuncia contra él por quedarse con documentos secretos y, por otro costado, por el asalto al Congreso han quedado momentáneamente en suspenso.

Con los documentos secretos, la jueza ha suspendido el caso y el fiscal específico acaba de presentar una apelación para que el caso se reabra. Incluso si lo consigue, habría una nueva apelación por parte de Trump y, por consiguiente, es inútil que, en cualquier caso, haya madurez alguno antaño de las elecciones.

Con el caso del asalto al Congreso, el fiscal acaba de retornar a presentar los cargos presentando al supuesto culpable -Trump- no como presidente sino como candidato y ciudadano privado. De ese modo, el fiscal intenta que Trump no se pueda beneficiar de la inmunidad presidencial.

Lo único que ha hecho el fiscal son dos pasos. Uno, reescribir las acusaciones cambiando al sujeto de la acto, el supuesto culpable, al que se describe como “candidato Donald Trump”. Dos, eliminar las partes del caso en el que Trump se relacionaba con funcionarios o cargos oficiales porque son interacciones en las que, como presidente, sí se puede entender que tiene inmunidad.

Lógicamente, Trump ha reaccionado de forma doble de modo inmediato: acusando de interferencia electoral acordado antaño de las elecciones (porque queda poco más de dos meses) y alegando que el nuevo escrito del fiscal no es más que un truco lícito engreído.

Aún no se sabe en qué quedará este nuevo intento del fiscal pero sí es posible sacar ya tres conclusiones importantes: una, pase lo que pase, no hay tiempo para que haya ningún madurez antaño de las elecciones; segunda, Trump tiene irresoluto serios problemas legales que continuarán delante si no apetito las elecciones y nombra a un fiscal caudillo que destituya al fiscal específico que le acusa; y tercera y más importante: los problemas legales de Trump seguirán en activo hasta las elecciones e incluso si no hay madurez alguno sí habrá revelaciones y sorpresas con potencial de influir en las elecciones, al menos en el pequeño porcentaje de votantes indecisos que preferirían no tener un presidente perseguido por la Honestidad. Pero a estas gloria ese porcentaje es ciertamente bajo y, sobre todo, aún no se ha pasado ausencia nuevo con capacidad de dañar a Trump.

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