Ángel González Abad: El espejo de Gijón


En Gijón, una alcaldesa socialista decidió que no hacía falta dar más toros en su preciosa plaza de toros. Primero presentó la excusa de que en la feria hace dos años -todavía con la pandemia arrecia- se había lidiado con un toro llamado “Feminista” y otro “Nigeriano”. Eso no se podía permitir porque era homofóbico y racista. Luego explicó que los toros tienen nombres desde que nacen y que normalmente los heredan de sus madres por generaciones.

Fue inútil, la alcaldesa dijo que no iba a haber más toros en Gijón y se aferró a que el ruedo tenía carencias. La ciudad contra la alcaldesa y, al final, la primera alcaldesa tuvo que dejar su vara de mando. Su partido no volvió a presentarla y la alcaldía pasó del PSOE al PP.

En Cataluña, la prohibición de las corridas de toros también fue un capricho político, que el Tribunal Constitucional modificó. Y sin prohibición política, para el empresario las condiciones políticas, económicas y sociales no aconsejaban volver a dar toros en la comunidad.

En Gijón ha cambiado aquella situación que ensombrecía la Fiesta hasta el punto de prohibirla, y en Asturias hoy, 15 de agosto, la plaza de toros reabre sus puertas, no hay toros “feministas” o “nigerianos” que puedan levantar ampollas.

Estaría bien verse en ese ejercicio de libertad que viven en Gijón. Analice que en Cataluña las cosas tampoco son iguales. En Barcelona, ​​el Ayuntamiento está en manos socialistas tras una operación en la que el Partido Popular fue pieza decisiva. Un PP, cuyo candidato desempolvó en su campaña la necesidad de recuperar tradiciones, con el Monumental como estandarte cultural, tiene mucho que decir y demostrar que esto no era sólo una pose, que las cosas han cambiado, también para el empresario que sigue la plaza. El espejo está en Gijón.

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