El Aeropuerto de Córdoba culmina hoy seis semanas de intensa actividad


El Aeropuerto de Córdoba cierra este domingo una breve, eficaz y esperanzadora estapa que pone los cimientos de una fructífera actividad futura. Porque este domingo se producen las últimas y horizontes de los vuelos a Palma de Mallorca operados con Air Nostrum. En este itinerario, se ha podido recorrer los jueves y los domingos. En total, han sido 36 circulaciones, sumando ida y dorso.

A esta ruta se ha sumado en enlace con Las Palmas de Gran Canaria, que se activó el 23 de julio.Air Nostrum ha volado a esta isla los martes, con un servicio de ida y otro de dorso —en total, fueron doce—. La última viaje, en la que esta conexión estuvo activa fue el 27 de agosto. Cuando arrancó sus vuelos desde Córdoba, Air Nostrum anunció que ofertará este verano 4.800 plazas en estas dos rutas. De acuerdo a las estadísticas oficiales de AENA, en julio los vuelos de Air Nostrum sumaron, entre horizontes y llegadas, 996 pasajeros. La importancia de las operaciones de esta compañía queda reflejada en el hecho de que aportó prácticamente el 63% de usuarios que tuvo el aeropuerto en el séptimo mes (1.587).

En el Aeropuerto de Córdoba trabajan a diario más o menos de cuarenta profesionales para que todo esté a punto. Las instalaciones aeroportuarias son, delante todo, un sistema redundante. Se proxenetismo de un mundo en el que ausencia sobra, pero sobre de uno en el que ausencia errata. Un ejemplo: la dotación de bomberos del perímetro tiene listos dos vehículos —dos camiones autoextintores, en puridad— para desplazarse en un tiempo mayor de tres minutos desde la almohadilla, anexa a la terminal de viajeros, a cualquier punto de la pista o de los edificios de servicio, y en las cocheras hay otro transporte pesado más que sólo se usa en caso de avería, de falta extrema.

Lo que da seguridad es la demasía, los medios abundantes. Otro ejemplo: las instalaciones realizan un simulacro caudillo de contratiempo delicado cada dos primaveras, de acuerdo a su plan de autoprotección, pero la dirección software simulaciones de siniestros a más pequeña escalera con periodicidad mucho último.

José David Vargas es el responsable del Centro de Coordinación Aeroportuaria (CECOA) de Córdoba, una especie de torre de control de todo lo que acontece en el perímetro, desde lo más importante al detalle aparentemente más nimio como la información de los vuelos a viajeros en las pantallas situadas en la sala de paciencia de las de trampa. «Nosotros nos encargamos de estar irresoluto de los planes de revoloteo, de la dotación de medios a los aviones una vez que aterrizan, así como de la trámite del pasillo de trampa y del mostrador de facturación», señala quien está al frente de un equipo formado por tres profesionales que cubren turnos de doce horas.

Muy tasado

Con un horario de trabajo muy tasado, porque la actividad del aeropuerto cordobés es hasta ahora la que es, no faltan las jornadas que han de alargarse por las micción del servicio. Hay veces que es necesaria una ampliación de la viaje porque así lo requería un revoloteo programado por la Ordenamiento Franquista de Trasplantes (ONT).


Viajeros en la terminal


VALERIO MERINO

«Se está aproximando el revoloteo de Palma: llega en una media hora», comenta José David. Es la hora de la asignación de medios al revoloteo en tierra, de organizar la recogida de equipajes. ¿Y cómo funciona este proceso? «Nosotros no solemos comunicarnos con los pilotos, ésa es una función de la torre de control: con quien nosotros estamos en contacto es con la empresa de ‘handling‘ que la compañía en cuestión [en este caso Air Nostrum] contrata para que se encargue de ello», indica el cabecilla del CECOA, que tiene linde directa, rápida y fluida con los servicios de emergencia y sanitarios para dar parte de cualquier situación de aventura.

No son casos frecuentes pero de vez en cuando pasa. Que haya un susto. Y lo habitual es que se quede ahí, que no vaya a más. Uno de los episodios recientes con los que tuvo de enfrentarse el personal de este sección de las instalaciones aeroportuarias cordobesas fue con la salida de pista de una avión en prácticas. «Se salió de la pista al aterrizar y se metió en un camino perimetral: activamos rápidamente el plan de autoprotección y dimos aviso a los bomberos de aquí, que se desplazaron al empleo y comprobaron que no había daños personales y que no era complicado reconducir el avión al empleo en el que tenía que estar», señala Vargas, que no tuvo que requerir a los servicios sanitarios.

¿Hay un dispositivo de este tipo en el Aeropuerto de Córdoba? La respuesta es que no, porque sus responsables no lo han considerado necesario dadas las dimensiones del perímetro y su cercanía a los centros sanitarios de la renta, sobre todo al Hospital Universitario Reina Sofía. Sí existe, lógicamente, un protocolo claro para requerir de forma inmediata una dotación sanitaria.

«Córdoba es un espacio delicado no controlado: nosotros le damos información a los pilotos», afirma el cabecilla de la torre de control

El avión que viene de Palma ya se ve a pesar de la mañana de final de agosto está nublada, con el bóveda celeste denso, casi plomizo. Y pasan dos cosas. El operario del Servicio de Información de Planeo (AFIS) —la torre de control en la argot coloquial— lleva ya tiempo en comunicación con el piloto, dándole toda la información que precisa para aterrizar con seguridad: desde el estado de la meteorología a las condiciones de la pista. Dándole información, no guiándolo para que tome tierra. La diferencia es importante.

La explica Pablo Lázaro, el cabecilla de la dependencia a cargo de la empresa privada Saerco. «Córdoba está en un espacio delicado no controlado: nosotros nos atenemos al plan de revoloteo y le damos información al piloto para que él tome las decisiones, no controlamos el aterrizaje de la misma forma en la que se hacen en otros aeropuertos con más tráfico», como por ejemplo Madrid, señala Lázaro. La torre de control es de monoposición, esto es, de una persona por turno, y el equipo de Córdoba está formado por cuatro profesionales.


Equipo de guardián de la dotación de bomberos


VALERIO MERINO

De su banda, las funciones que desempeña el contingente de bomberos de AENA destacados en el Aeropuerto de Córdoba es variado, y más amplio que en otras instalaciones de mayores dimensiones. Una de las que asumen es la de señaleros de los pilotos cuando el avión aterriza o inicia la maniobra de despegue. Esa tarea, la de mostrarle el camino de salida o la posición de estacionamiento al artilugio está confiada a otros equipos en recintos con un tráfico delicado superior.

Juan Jesús Fernández es el cabecilla de la dotación de bomberos. «En cada turno de trabajo hay cuatro compañeros y un cabecilla, y estamos en comunicación continua con la torre de control y con el Centro de Coordinación Aeroportuaria (CECOA): cualquiera de ellos puede activar nuestra señal y nos ponemos en marcha», señala. Por otra parte, el dispositivo se encarga de asistir a los aviones del Infoca, los que combaten el fuego forestal desde la cima, en las maniobras de repostaje.

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