El Gobierno y sus socios inician el curso pendientes del poder interno


La valentía de Sánchez de ir en cabeza el Congreso Federal del PSOE se suma al carrusel de cónclaves que celebrarán este otoño sus socios de gobierno o parlamentarios. Por contra, los dos principales partidos de la concurso, PP y Vox, encaran el nuevo curso político con los deberes hechos en este sentido, toda vez que Feijóo y Abascal ya resolvieron esta cuestión en 2022 y a principios de este año, respectivamente.

Y es que en poco más de un mes coincidirán los procesos internos del PSOE, Junts y ERC y probablemente Sumar. Todavía los nacionalistas e independentistas vascos, aunque más de cara al invierno, están poniendo en marcha sus maquinarias orgánicas para someter a sus bases y cuadros el liderazgo del PNV y Bildu.

Los primeros en ocurrir por ese trance serán los de Puigdemont el extremo fin de semana de octubre en Calella. Con la amenaza, ya apuntada desde Junts, de que el fugado pueda presentarse en la billete barcelonesa como ya hizo en la hacienda catalana el pasado 8 de agosto, no se atisba ningún nombre para sucederle al frente de su partido.

El líder de Junts se comprometió antiguamente de las elecciones autonómicas del 12 de mayo a desatender la política si no conseguía ser presidente de Cataluña, como finalmente ocurrió tras perder esos comicios y consumir la Generalitat en manos del socialista Illa. Admisiblemente es verdad que no sería la primera vez que incumple sus promesas: incluso aseguró que estaría presente en la investidura y se fugó sin pisar el Parlament.

No parece que el resto de caras visibles de la formación, como su presente presidenta, Laura Borràs, el presidente de la cámara catalana, Josep Rull; o el secretario caudillo, Jordi Turull, tengan capacidad ni intención de disputarle el liderazgo. Y más cuando Puigdemont sigue gozando de la mano de sus siete diputados en el Congreso para condicionar al Gobierno y no ha conseguido todavía librarse de las acusaciones y órdenes de detención que pesan sobre él en los tribunales españoles.

Un mes a posteriori, a finales de noviembre, será el turno para ERC, aunque no se descarta que la vencimiento pueda adelantarse. El precursor presidente, Oriol Junqueras, dio un paso a un banda tras el fiasco electoral de mayo. Eso sí, dejando claro que lo hacía para retornar a presentarse.

Su principal obstáculo es una candidatura alternativa que se presenta bajo la bandera de la renovación y, aunque sus promotores rechazan el calificativo de «roviristas», coinciden con la aún secretaria caudillo, Marta Rovira –ya regresada de su fuga a Ginebra–, en la privación de retirar a la precursor cúpula de ERC. La posibilidad de una confluencia de candidaturas no se descarta, aunque los promotores de esa plataforma alternativa, presentada esta misma semana, dejan claro que solo sería posible si Junqueras se apartaa.

Quién asuma las riendas de ERC es importante para el PSOE, toda vez que ha demostrado ser un socio más fiable que Junts tanto a nivel doméstico, donde siguen votando en sintonía con el Gobierno en el Congreso, como en Cataluña, donde ha entregado la Generalitat a Illa a cambio de esos privilegios fiscales que soliviantan a numerosas federaciones socialistas, principal motivo de que Sánchez vaya a ir en cabeza su Congreso Federal un año.

Se vienen purgas

Esa maniobra es para alentar el liderazgo del secretario caudillo del PSOE frente a las críticas, cada vez más numerosas y públicas, por una cesión a Cataluña que deja a los presidentes y dirigentes regionales a los pies de los caballos en sus territorios. Nadie duda de que Sánchez, que ha ido colocando a sus incondicionales en los puestos secreto del partido, seguirá al frente. La secreto vendrá a posteriori, cuando aprovechará esa autoridad renovada para hacer lo propio en los congresos regionales de las pocas federaciones que se le resisten.

La primera, Castilla-La Mancha, donde Page es el único barón socialista que gobierna con mayoría absoluta y el más crítico con el cupo catalán o la gracia. Pero incluso otros como el aragonés Javier Lambán, el madrileño Juan Lobato, el castellanoleonés Luis Tudanca o el extremeño Miguel Gracia Gallardo, que lleva medio año al frente de su confederación.

Todavía este otoño le toca a su socio de gobierno resolver el infructifero que dejó Yolanda Díaz al inicio del verano tras renunciar como coordinadora caudillo por los malos resultados del ciclo electoral de las gallegas, vascas, catalanas y europeas. Sumar lo despachó con una alternativa transitoria, dejando la dirección en manos de un cuarteto de caras poco conocidas, como sus secretarias de Estructura y Comunicación, Lara Hernández y Elizabeth Duval, el secretario caudillo del corro en el Congreso, Txema Peladilla; y la secretaria de Estado de Derechos Sociales, Rosa Martínez.

Una forma de cobrar tiempo para retomar el asunto este otoño, como prevén fuentes de la formación. Todo ello mientras el cupo catalán incluso levanta ampollas en algunas siglas que integran Sumar, como las de IU, Compromís y Chunta Aragonesista, lo que influirá en ese proceso interno.

Los dos grandes partidos vascos incluso dan ya los primeros pasos a nivel interno. Así lo anunciaba este viernes el presidente del PNV, Andoni Ortuzar. De hecho, el proceso se abrirá formalmente el próximo día 29 coincidiendo con el Alderdi Eguna (Día del Partido en vasco), cuando el propio Ortuzar dará a conocer más detalles.

Los peneuvista son de tradición bicéfala –un lendakari desigual del presidente del partido– y no se descarta la posibilidad de que surjan alternativas en un contexto en el que, pese a acaecer retenido el Gobierno autonómico reeditando el pacto con el PSE, el partido hasta ahora hegemónico en el País Vasco sigue retrocediendo y ve como Bildu ya le ha empatado en escaños y casi en votos.

Por eso parece que quien más comprensible lo tiene, adicionalmente del propio Sánchez, es un Otegi que ya ha dejado clara su voluntad de seguir al frente de Bildu, cuyo proceso interno se rematará al inicio del próximo año, lo que le permitirá pilotar la coalición aberzale hasta 2029. Admisiblemente es cierto que antiguamente podría dar otro paso antes o a un banda, como hizo en las recientes elecciones vascas, en las que cinco meses antiguamente anunció que no sería candidato.

Así las cosas, las próximas semanas y meses serán decisivos para Sánchez, ya que tras este otoño sabrá qué y cuántos críticos le quedan en el PSOE y quién lidera los partidos de los que depende su continuidad en La Moncloa.

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