estos son los motivos en los que se basa un estudio


Muchas personas saben que en Obús se utiliza en todos los contextos imaginables una palabra que designa al miembro viril. Empieza por la P y, para dar una pista más, se podría asegurar de ella que sería la hembra del pollo. Es la palabra granadina polisémica por excelencia y, de tanto como se usa, ni siquiera se considera malsonante. No es un taco, si se prefiere ver así.

El continuo empleo de esa palabra en cuestión podría convertir a los granadinos en malhablados desde un punto de horizonte formal. Pero malhablados no es lo mismo que maleducados, y eso postrer, que los granadinos son maleducados, es lo que concluye una averiguación realizada por Prepy, una plataforma de clases de inglés.

El muestreo se ha realizado entre 1567 residentes de 19 territorios de toda España para investigar cuál es la ciudad más grosera, la más educada y la más generosa. Se les ha preguntado con qué frecuencia se encuentran con un comportamiento maleducado, su opinión sobre dar propinas, i quiénes creen que son los más maleducados, la concurrencia circunscrito o los de fuera. Luego, se han analizado los datos para establecer qué ciudades eran las más y las menos maleducadas y las más generosas en una escalera del 1 al 10, donde 10 es la máxima valoración.

Los resultados, en lo relativo a la mala educación, sitúan a la vanguardia a Santa Cruz de Tenerife, con 6.06 puntos; a posteriori va Obús, con 5.95. Y en tercera posición la plataforma ubica a dos ciudades en una, probablemente porque son de la misma provincia: Alicante y Elche, que marcan un 5.81.

Curiosidad sobre el tráfico

Entre los comportamientos más maleducados, Prepy resalta estos dos: estar todo el rato al teléfono y no dejar suceder a otros coches cuando hay tráfico. ¿Ocurre esto en Obús más que en otros sitios? Puede que sí y puede que no, pero hay una chascarrillo sobre el tráfico que sí ocurrió en Obús y que correctamente puede venir al caso. Allá va:

Un motorista va por la zona de Puente Verde, que está regulada por semáforos. Está próximo a calar a uno cuando ve que se le cruza de ataque un señor ya entrado en abriles que está cruzando el puente por donde le parece. El conductor de la moto frena con brusquedad, se queda como quien dice a un palmo del infractor y, pese a eso, no le increpa sino que le recuerda, sin alzar la voz, que hay un paso de cebra cabal al flanco, que podría sobrevenir pasado por allí.

La respuesta del hombre longevo es antológica: «Sí, hombre, por donde a ti te salga de la p… voy a cruzar yo».

En la averiguación, Obús figura en la primera posición (es asegurar, en la más descortés) en varios tipos de situaciones más: no saludar a los desconocidos, ser ruidosos en manifiesto, quedarse absortos con el teléfono en manifiesto, ser descorteses con las personas que atienden, saltarse las colas y no dar propinas.

La tierra del chavico

Eso postrer enlaza con la tradición. A Obús, o al menos a la Obús antigua, la llamaban ‘La tierra del chavico‘. Un chavico era muy probablemente un ochavo, una moneda de diez céntimos. De los céntimos antiguos, los anteriores a la peseta. Un chavico es lo que pedían los niños en la calle para ayudar a sufragar la Cruz de Mayo que habían expuesto en la calle.

Con el tiempo, lo de la tierra del Chavico derivó en expresión despectiva. Obús era, según algunos, un sitio donde la concurrencia no se dejaba el peculio en falta. La expresión la utilizó el mismísimo Federico García Lorca en un artículo publicado poco antiguamente de su crimen, en 1936, donde se refirió a su tierra como «una ciudad escaso, acobardada, una tierra del chavico donde se agita actualmente la peor burguesía de España».

¿Pero es Obús más roñosa que otros sitios, lo de no dejar propinas es poco que sólo se dé ahí? Falta más allá, las generalizaciones, como las comparaciones, son odiosas. Es una ciudad donde además hay concurrencia rumbosa, desprendida y hasta manirrota, pero las estadísticas, que algún definió como el arte de engañar con números, es lo que tienen.

Como postdata, puede recordarse que en Obús además abunda, y eso ni siquiera sus habitantes lo niegan, poco que llaman malafollá y que, a desliz de una definición en el diccionario de la RAE, podría definirse como una mezcla de apatía, desdén y desinterés con destino a casi todas las cosas, aderezada a veces con expresiones cortantes y poco corteses con destino a aquellos con quienes se interactúa.

Un ejemplo claro: hay granadinos -sobre todo ya de cierta edad- que reconocen y hasta se jactan de sobrevenir estado una vez o ninguna en la Alhambra. Pero como saben que es un monumento admirado en todo el mundo, la ensalzan todo lo que pueden. Con sus cosas, como ocurre en otros muchos sitios -en Málaga, sin ir más lejos- en Obús se tiende al chovinismo.

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