Lo hice para proteger a mis hijos. No por cobardía ni culpabilidad


Para Shakira el año 2023 no fue uno de los mejores y así lo refleja en esta carta en la que hace un recuento de lo personal y lo gremial y defiende su intrepidez de declararse culpable y rastrear un fraude de 14,5 millones a la Hacienda Pública.

Acuerdo con la Fiscalía

La Fiscalía pedía para la actor ocho abriles y dos meses de calabozo y la Audiencia de Barcelona le imponía finalmente tres abriles de prisión que la cantante colombiana evitaba aceptando una multa de casi 8 millones de euros a posteriori de reconocer que defraudó a Hacienda entre los abriles 2012 y 2014. En la carta de tres páginas, publicada por el semanario El Mundo, Shakira asegura que lo “hizo para proteger a sus hijos. No por cobardía ni culpabilidad”

La carta completa

“En 2023 viví rodeada de cámaras que esperaban ansiosamente mostrarle al mundo cómo me quebraba. Nadie se perdió detalle: el proceso de Hacienda, el divorcio mediático… era un espectáculo demasiado fructífero para dejarlo suceder. Pero lo más frustrante fue comprobar que una institución del Estado parecía más interesada en quemarme públicamente en la hoguera que en escuchar mis razones. Pues correctamente, creo ha llegado el momento de darlas.

Desde el principio supe que el artificioso relato de la Agencia Tributaria confundía y manipulaba dos intenciones completamente diferentes: una era el deseo de establecerse en un país y otra, muy distinta, el deseo de que prosperara una relación que se desarrollaba en ese país. Cambiaban lo uno por lo otro para convertirme así en residente fiscal desde 2011 y crear unas obligaciones que no existían. Ahora comprendo, porque lo viví en carne propia, que una institución creada para el servicio de los ciudadanos no debería utilizar todo su poder y posibles para criminalizar caprichosamente a quien le conviene, pero todo el mundo sabe que el romance se vende correctamente.

En 2011 yo deseaba que prosperara mi relación con Gerard Piqué, que en ese momento estaba anudado a España por motivos laborales, pero correr a España me generaba muchísimas complicaciones, porque me forzaba a estar acullá de mis centros de actividad gremial. Siempre que regresaba, lo hacía para que prosperara esa relación, no por «disposición de permanencia». Una logística en la que encima subyace un suspicacia machista. Si el cantante hubiera sido un hombre estadounidense, se hubiera enamorado de una española y la visitara regularmente, me cuesta creer que la Agencia Tributaria hubiera considerado que tenía una intención de raigambre. Hay un machismo estructural que da por descontado que una mujer solo puede seguir a un hombre, incluso cuando no le conviene. Un machismo que sobrevive en sectores de la burocracia estatal en una sociedad que -por suerte- ya piensa muy diferente.

Algunos técnicos de la Agencia Tributaria española presentaron un relato pueril y moralista en el que yo era una cantante que evitaba cumplir con sus obligaciones fiscales y ellos los representantes de la rectitud y la pureza. La efectividad era muy distinta: yo cumplí siempre con mis obligaciones. Mis finanzas fueron investigadas por instituciones tan poco sospechosas como la Casa Blanca o el IRS y aprobadas por otros países de la Unión Europea, y en todo ese tiempo nunca encontraron ni la beocio seña de ilegalidad, mientras que un director común de inspección de la

Agencia Tributaria española se permitió criminalizarme en un software de la televisión ayer incluso de que se celebrara el proceso. ¿Hado se puede aguardar que una institución va a respetar nuestra presunción de inocencia cuando nos condena públicamente ayer de la sentencia?

“Las cosas no se solucionan quemando en la hoguera a una figura pública al año”

Pero la Agencia Tributaria no alcahuetería de castigar a quien no cumple, sino de mostrar trofeos de caza para reparar una credibilidad en recelo. ¿Y cómo se consigue eso? Amedrentando a las personas, amenazando con la calabozo, poniendo en compromiso la tranquilidad de nuestros hijos y sometiéndonos a presión para quebrarnos. Se quiso hacer creer a la opinión pública que yo no pagaba mis impuestos, cuando lo cierto es que pagué mucho más de lo que debía. Cuando en realidad correspondió hacerlo me declaré residente fiscal española y si se suman todas las cantidades de lo que pagué voluntariamente y las multas injustificadas, se verá que el Estado gachupin se quedó con una suma superior a la totalidad de mis ganancias de esos abriles.

Parecerá incomprensible, pero para mí la plazo española fue una plazo financieramente perdida, y no porque trabajara poco, como todo el mundo sabe. Di 120 conciertos en 90 ciudades distintas. ¿Cómo puede perder peculio una persona que da 120 conciertos? Suena extraño, lo sé, pero hoy mi patrimonio consiste en lo que gané ayer de presentarse a España y lo que gané a posteriori de salir de ella. Todo lo que gané en esos abriles se lo quedó el Estado gachupin.

Cuando en 2015 me decidí a comportarse en España bajo el régimen de impatriada, la Agencia Tributaria admitió que durante los 10 abriles anteriores yo no había sido residente, para luego, inmediatamente a posteriori, tratar de cobrarme por aquellos abriles. Lo que parecía una educada forma de formalizar mi situación, se convirtió en una trampa. En el caso del 2011, la logística es particularmente escandalosa porque sólo pasé en España 73 días, cuando el exiguo establecido por la ley para ser residente fiscal es de 183 días. Una persona que se la pasa de tournée por todo el mundo no puede tener intención de residir fiscalmente en un extensión solo porque vive allí la persona con la que en ese momento tiene una relación. Sería lo mismo que pensar que una turista que pasa por Ibiza de descanso tiene que convertirse en residente fiscal solo por poseer tenido un romance regional.

Habrá quien se pregunte por qué me embarazado en hacer estas declaraciones ahora. El primer motivo son mis hijos. Nos ha tocado comportarse en una época marcada por un tono de prepotencia del Estado, pero no es lo mismo arrollar que dar razones. No es lo mismo amedrentar que convencer a la familia. Si quieren que creamos en las instituciones, deberían convencernos de que las instituciones creen en nosotros. Las cosas no se solucionan quemando en la hoguera a una figura pública al año como si se tratara de un proceso de la Inquisición para así recuperar el prestigio perdido.

A mis hijos quiero dejarles el delegado de una mujer que expuso sus razones con calma y en sus propios tiempos, cuando ella lo consideró necesario, no cuando la obligaron a hacerlo. Necesito que sepan que tomé las decisiones que tomé para protegerles, para estar a su flanco y seguir con mi vida. No por cobardía ni por culpabilidad. Quiero que entiendan que mi sexo por España y mis queridos amigos y familiares españoles aún perdura, pero no todo es igual. A veces el compromiso con la verdad es más importante que la comodidad propia. Si en ese momento tomé la intrepidez de pactar por mis hijos, en este tomo la de murmurar, porque es la que me pide mi conciencia.

Todo lo que gané en esos abriles se lo quedó el Estado gachupin.

El segundo motivo es la aprieto de escribir mi propia historia. Mi querido amigo Gabriel García Márquez, a quien tanto echo de menos, tituló sus memorias ‘Comportarse para contarla’. La humanidades era tan importante para él, que pensaba que vivía para poder contar. Pues correctamente, de una forma parecida yo «la descripción para comportarse», para poder recuperar mi vida, para que nadie escriba mi relato por mí. Igual que con mis canciones, canto para retornar a comportarse tranquila, para suceder página.

A veces con una canción se consiguen muchos premios y celebridad, pero esas no son necesariamente las canciones más amadas. Las más amadas son las que nos ayudan a construirnos, a las que secretamente recurrimos cuando queremos recordarnos quiénes somos, y asimismo las que empleamos para hacérselo enterarse a los demás. Pues correctamente, en este pequeño artículo hay más verdad sobre mí que en todo lo que se publicó en 2023. Puede que a los funcionarios de la Agencia Tributaria que me juzgaron no les haga mucha maña leerlo pero, francamente, me importa muy poco. No lo escribí para ellos.”

La cesta de la compra cada vez más cara

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