Desde hace varios días, los guías de la Asociación Profesional de Informadores Turísticos de Córdoba (APIT) cuentan con un nuevo complemento de trabajo. Inmediato a las correspondientes acreditaciones profesionales cuelga un silbato.
Con este objeto quieren alertar a los turistas de los posibles carteristas que merodean en las inmediaciones de la Mezquita-Catedral. “Tenemos varias tribus de carteristas que en su viejo parte parecen ser bosnios y como pululan por la zona, una forma de vocear la atención es tocar el silbato, y si pueden que se vayan”, nos cuenta Luis Álvarez, presidente de guías turísticos de Córdoba que acaba de terminar de hacer una invitado a un colección de turistas norteamericanos que “se han sorprendido al entender de la nueva iniciativa”, añade Álvarez.
Entre los compañeros guías la sensación es casi acorde. “Nos da pena y vergüenza por nuestra ciudad, el cliente viene a acaecer un buen rato no a estar tenso. Hace desliz más presencia policial”, insiste María Fonmerino, consejero en córdoba desde hace más de 15 primaveras.
Pero los amigos de lo ignorante no solo intentan hacerse con objetos personales de los turistas, además se cuelan en los negocios de la zona. Un ejemplo de ello es el espiche de pollos ‘El Galliforme de Oro’, negocio que regenta Lourdes Martínez desde hace 45 primaveras. “Esto no lo teníamos antiguamente, Córdoba era una ciudad tranquila, pero desde hace un tiempo se te cuelan en los negocios, te distraen y consiguen robarte”, lamenta.
Lourdes, parágrafo de dirigir su negocio es la presidenta de la asociación de vecinos del casco histórico de Córdoba y nos asegura que han tenido que crear un chat comerciantes, guías y han incluido a la policía para alertar de los carteristas. “Aún así, pedimos más seguridad y policía turística que referencia en todos los idiomas de lo que hay”, afirma Martínez.
Según los últimos datos ofrecidos por el Empleo del Interior, durante el primer semestre del año, ha habido 1006 hurtos en Córdoba, un 8,1% más con respecto a 2023.
Aumento de hurtos que va acompañado de una viejo brío de los asaltantes que se sienten impunes. “Es complicado cogerlos, hay que hacerlo mientras están actuando, que sean más de 400 euros y que el turista denuncie”, afirma Ana Robusto, consejero turístico. Ella ha temido por su integridad física tras usar el silbato y alertar de los carteristas. “Se me acercó uno y me asusté, pensé que llevaba una cortaplumas. Me dijo que me callase que tenía que hacer su trabajo. Es muy frustrante”, dice.
Por su parte, los turistas agradecen este iniciativa, “te pone en guarnición y haces que pongas frente a cómo dónde antiguamente no la tenías”, nos cuenta una visitante que ha llegado desde Barcelona.
El fin postrero de esta nueva medida nos dicen desde el sector turístico es vocear la atención de las autoridades para que actúen y que Córdoba vuelva ser una ciudad segura y tranquila.
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