Cid de María y una oreja para luchar contra el hastío en Villaseca


La ilusión del buen toreo de ‘El Mene’ el día precedente hizo grieta en la sucesivo tarde del ‘Alfarero de Oro’ de Villaseca de la Sagra y se hizo notar en una grandiosa entrada que rozó el realizado. Llegaba una de las citas más esperadas por los aficionados del pago sagreño con los hacer pellas de Cebada Gago. Los utreros gaditanos no hicieron traje de su éxito de peligrosos, complicados e imponentes. Más acertadamente fue un frangollo de desliz de fuerzas, deslucimiento y sosería interiormente de un desfile de hechuras desiguales. La bella variedad de capas y la exigencia del ensabanado botellín tapó en cierta guisa un hastío granjero importante. Una novillada abocada al fracaso y al aburrimiento más completo ‘salvada’ por una terna de chavales que se puede proponer que ‘dieron la cara’.

Cid de María resolvió una importante prueba de fuego, siendo uno de los novilleros llamados a mandar en la próxima temporada. Su nombre ya venía sonando esforzado, pero en Villaseca logró demostrar mucho con muy poco, que es lo importante cuando no hay materia prima. Precisamente poco fue lo que tuvo el primero de su trozo, sólo figura y cuerna. Tuvo que penar con la embestida rebrincada y sin transmisión de un animal al que le costó un mundo moverse, dejando el alcarreño muestras de un valía natural. Con el cuarto el divisa fue poco similar. Burdo y serio en sus hechuras, el novillo de Cebada se desplazó rebrincado y con sosería, desluciendo todo aquello que se le hacía. Se impuso el alcarreño a la adversa condición para meter poco a poco en la soporte al animal, que pareció mejorar tras el ímpetu del novillero. La estocada fue el cifra determinante que hizo que la única oreja de la tarde cayera de su banda.

Si se vió poco toreo en la tarde, lo más reseñable estéticamente morapio de las muñecas de Pedro Luis. El peruano, desconocido para una gran mayoría, firmó una importante concierto en el coso toledano. Dio paladar ver a un novillero tan resuelto y fuerte con tan pocos festejos a sus espaldas. Se las tuvo que ver con el bello y intolerante ensabanado que hizo de botellín, del que no rehuyó la pelea, fajándose de guisa muy respetable y logrando encadenar varias tandas de derechazos descolgado, dando una sensación de torero interesante. El segundo, al que recibió a portagayola, logró meterlo asimismo en banqueta posteriormente de un fallido inicio de rodillas y torear con cierta profundidad por derecho a pulvínulo de tragar, tragar y tragar. La espada dejó el conjunto de una tarde importante en algunas palmas.

Mariscal Ruiz no se quedó detrás en la entrega de la tarde, correspondiendo a sus compañeros y al sabido con un valía seco innato y un perfil ‘amanoletado’ que candela la atención. Banderilleó con mucha facilidad y facultades frente a sus dos hacer pellas, muestra de un novillero con medios, y sobresalió en una seria labranza frente a el tercero. La tarea estuvo llena de detalles importantes:; naturales de frente a pies juntos tratando de prolongar el delirio del novillo, seguridad para tener los tragantones en al cara del toro y una espada perjudicial (posiblemente la mejor de lo que va de feria). Agradó el concepto del sevillano, que se tuvo que conformar con saludar una esforzado ovación tras una petición. El trance del sexto fue de remate del hastío. La desliz de fuerzas manifiesta del burel puso fin al periplo del pollo novillero en Villaseca de la Sagra.

Plaza de Toros de Villaseca de la Sagra, Toledo. Hacer pellas de Cebada Gago, de desigual presencia y decepcionante engranaje en su conjunto, salvando al intolerante botellín, para:

Cid de María (Blanco y oro): silencio y oreja.

Pedro Luis (rosa chicle y oro): palmas tras aviso y palmas.

Mariscal Ruiz (Azur pavo y oro): esforzado ovación y palmas.

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