el legado de los obispos de Córdoba


Los Evangelios son siempre los mismos y la doctrina cristiana permanece en lo esencial, pero el acento con que se puede predicar y trabajar con ella es diferente. Por eso la historia de la diócesis de Córdoba, de la forma en que la Iglesia trabaja en el dominio, evoluciona igualmente según la forma en que los distintos obispos han ejercido su servicio.

El pontificado de Demetrio Fernández se prolongará algún tiempo más, hasta poco más allá de los 75 primaveras. No habrá coadjutor para preparar la sucesión, y puede ser el momento para mirar antes y detenerse en los prelados anteriores, que de alguna forma han ido forjando el planisferio de la Iglesia en Córdoba.

Con un beneficio de un siglo, el más antiguo es Adolfo Pérez Muñoz, que entre 1920 y 1945 protagonizó el servicio más generoso de los últimos tiempos en la iglesia de Córdoba. Era una época en que no existía la renuncia por motivos de época, así que murió en el cargo poco antiguamente de cumplir los 80 primaveras.

Fue la suya una época convulsa, marcada por la Refriega Civil, pero igualmente antiguamente por la inquietud social, porque la tensión, la queja por la pobreza en que vivía una gran parte de la población y igualmente cierto descontento con la agricultura de la Iglesia, iba creciendo.

Por eso creó el que se fogata todavía el colegio de San Rafael del Señor Mitrado, para formar a niños pobres, que estuvo en el mismo Palacio Obispal y que hoy está en la Fuensanta. Igualmente creó viviendas sociales sobre todo en la zona de las Ollerías, que durante primaveras llevaría el nombre de Mitrado Pérez Muñoz.


Adolfo Pérez Muñoz, en su etapa como mitrado de Córdoba, en 1921


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En su época se levantó el monumento al Venerable Corazón de Jesús, pero pronto tuvo que hacer frente a las tensiones que terminaron con la Refriega Civil, que veía venir. Fueron primaveras en que murieron asesinados muchos sacerdotes, y el mitrado defendió el alzamiento marcial, aunque igualmente pidió el perdón para quienes atacaron a la Iglesia, y apuntó a la reconciliación franquista, contra el criterio del régimen.

Al poco de su homicidio le sucedió Fray Albino González Menéndez-Raigada (1881-1958), un dominico que dejó la huella más profunda de un mitrado en los últimos siglos en Córdoba. En sus primeros primaveras se encontró de empachado con la pobreza y el sufrimiento y entendió que era su mies como prelado. Sus huellas están todavía en el callejero y en el planisferio de la diócesis, sobre todo de Córdoba hacienda.

Parroquias

Porque si había clan viviendo en condiciones infrahumanas, fue capaz de trabajar con los poderes públicos para crear una opción. Así nacieron los nuevos barrios en que se levantaron viviendas modestas y dignas, entre ellos el Sector Sur, Cañero (en terrenos donados por el rejoneador) y el que lleva su nombre.

Allí levantó igualmente nuevas parroquias, que serían más de treinta, pero igualmente mercados, cines e instalaciones para el deporte, porque entendió la ayuda igualmente como promoción social.

La ciudad le recuerda con dos monolitos, en el arrabal de su nombre y en la plaza de Cañero, igualmente con una avenida cercano al Guadalquivir y sobre todo con la memoria en el pueblo y en muchas instituciones, entre ellas la imprenta Tipografía Católica.


Fray Albino González Menéndez-Raigada, con un chaval en brazos


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A su homicidio, en 1959 le sustituyó Manuel Fernández-Conde (1909-1970), que fue el final mitrado de Córdoba que ha estado al frente de la diócesis hasta el final aliento. Lo había arreglado prelado el Papa San Juan XXIII en la mismísima panteón de San Pedro del Vaticano y desde allí llegó a Córdoba.

Se le recuerda por el talante bondadoso y dialogante, y lo cierto es que parte de su trabajo lo tuvo en Roma, porque debió asistir a las sesiones del Concilio Vaticano II, que tuvo que originarse a aplicar en su diócesis antiguamente de que la homicidio lo sorprendiera en los primeros días de 1970.

La ciudad y la Iglesia ya eran distintas luego de un interregno que terminó con el elección con la presentación como mitrado de José María Cirarda Lachiondo (1917-2008) en 1972. Si la época era de novedades, no dejó de notarlas e incluso de protagonizarlas.

En la primera porción del siglo XX los obispos promovieron viviendas para los necesitados en barrios nuevos

José María Cirarda cerró durante sus primaveras el Seminario de Córdoba, afrontó las secularizaciones masivas de sacerdotes tras el Concilio y conoció de cerca la forma en que la Iglesia se implicó en la lucha por la democracia y en los movimientos obreros. En sus primaveras muchos de sus sacerdotes comenzaron a estar muy cerca de los movimientos vecinales y de posturas políticas próximas a la izquierda.

Se le recuerda pisando mucho las calles, en un pequeño utilitario con el que se desplazaba, pero igualmente en la creación de nuevas parroquias que atendían a los barrios con que Córdoba iba creciendo. Casi siempre en condiciones muy modestas o en bajos de edificios.


José María Cirarda, en un acto en Fernán Nuñez en 1975


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Fue un diócesis corto, el de la doble transición de la Iglesia y de España tras la homicidio de Franco, que terminó con su elección como miltrado de Pamplona.

Entonces la Santa Sede confió la arnés de Osio al final andaluz que hasta ahora la ha ocupado, un sacerdote de gusto tardía que había sido párroco del Salvador en Sevilla y hasta entonces mitrado de Canarias. José Antonio Infantes Florido llegó a Córdoba en 1982 y no vaciló en restaurar parte de lo que se había perdido en los primaveras anteriores.

Así, recuperó el Seminario San Pelagio y los sacerdotes ya no tenían que formarse en Sevilla y igualmente se preocupó mucho por los sacerdotes y por su retribución. De esa época es la caja de la que sale el insignificante fundamental, el modesto salario que reciben.

En su forma de interpretar los cambios de la Iglesia quiso dar protagonismo a los laicos, en una época en que la Iglesia todavía estaba floreciente y eran mayoría quienes participaban del culto y de las actividades. Nadie de sus antecesores las había desdeñado y todos habían suficiente el comienzo de las que se formaban, pero en sus primaveras el movimiento de las cofradías adquirió una gran pujanza, en renglón con lo que sucedía en toda Andalucía.

La relación con Cajasur, la entidad de peculio de la Iglesia, marcó con más o menos intensidad tres pontificados

Se preocupó igualmente por el patrimonio y la civilización, y de su época es el Museo Diocesano, que se instaló en el Palacio Obispal, en esa época con uso diferente ya que él se trasladó hasta el edificio del seminario. Allí fueron a detener obras que habían saliente de iglesias desamortizadas o de otros templos todavía abiertos al culto.

Para entonces la Iglesia en Córdoba estaba parcialmente marcada por la presencia de Cajasur, la caja de ahorros que había fundado el Cabildo Catedral en el siglo XIX, como institución financiera para las clases desfavorecidas, pero que en las últimas décadas ya se había extendido como una institución con un peso social, cultural y financiero muy válido.

A la habitante estaba el sacerdote Miguel Castillejo, y a los prelados de los últimos primaveras del siglo XX y primeros del XXI en parte se les observaba por su relación con la figura. Infantes Florido trabajó en conformidad con él, pero no sucedió lo mismo con su sucesor.

Cuando presentó su renuncia el nuevo mitrado fue Javier Martínez, protagonista de un período muy corto, de escasamente siete primaveras entre 1996 y 2003, y igualmente proporcionado convulso. No sólo hubo desatiendo de entendimiento con la caja fundada por la Iglesia y con su presidente, sino que igualmente protagonizó una sonada controversia con las hermandades cuando anuló un proceso electoral en la Agrupación de Cofradías e impuso una acoplamiento gestora. Igualmente insistió en desanimar los proyectos de nuevas corporaciones.


Javier Martínez, en el Multitud del año 2000 en la plaza de toros


Rafael Carmona

En sus siete primaveras dirigió el Multitud de la Iglesia en el año 2000, con una válido exhibición de músculo en la plaza de toros, y quedó para siempre la Casa Causa del Redentor, que acoge desde entonces a personas sin hogar, aunque con muchos movimientos no hubo conexión. Sí salieron fortalecidos los más recientes, como el Camino Neocatecumenal.

Cuando terminó su etapa para ser miltrado de Proyectil, asumió la diócesis de Córdoba Juan José Asenjo Pelegrina, que tomó posesión en el otoño de 2003 y que asumió los retos de enderezar los asuntos pendientes. En su período se preocupó por el patrimonio con la gala en muchas iglesias y en la Catedral, pero igualmente restauró el Palacio Obispal, que se encontraba en muy mal estado, y que pasó a tener más protagonismo en la vida de la Iglesia, como ahora sucede.

Definió una nueva relación con Cajasur, que pasó por la salida de Castillejo: si el histórico presidente se había acogido a la ley estatal para escapar de la intervención de la Asamblea de Andalucía, entonces en manos del PSOE, la inesperada trofeo de José Luis Rodríguez Zapatero en las elecciones de 2004 creó un nuevo ambiente que terminó con su larga etapa en 2005, sustituido primero por Juan Quemado y más tarde por Santiago Gómez Sierra.


Juan José Asenjo, en la oración del Centro de Orientación General


Rafael Carmona

Su etapa estuvo llena de actividad: creó nuevas parroquias y un reglamento para la filial de los sacramentos de iniciación, inauguró la revista ‘Iglesia en Córdoba’ para departir de la ahora de la diócesis y actualizó el entorno normativo para las hermandades, a las que trató con estima, pero igualmente insistiendo en que conservaran sus aspectos más auténticamente cristianos. A él se le debe que las cofradías no tuviesen que respaldar por hacer época de penitencia en la Catedral.

Aunque en 2008 se le nombró miltrado coadjutor de Sevilla, continuó como administrador evangélico hasta la presentación de Demetrio Fernández en 2010 para desobstruir una nueva etapa mucho más larga en la que el pastor ha buscado conocer a todas sus ovejas, con muchas visitas pastorales, pero igualmente por la lucha por insistir en la catolicidad de la Mezquita-Catedral. Su postura frente a los ataques a la vida y a la concepción cristiana de la grupo y de la sociedad ha sido igualmente de firmeza.

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