La escuela rural, una apuesta por la educación personalizada, de calidad, en contacto con la naturaleza


Uno, dos, tres, cuatro… David repite en voz adhesión los números. Ha sido un verano muy espacioso y las primeras horas del nuevo curso le sirven para repasar los conocimientos adquiridos. A sus cinco primaveras, comparte pupitre con Erik y Martín, que empiezan cuarto de primaria. A él le gusta porque aprende mucho de ellos.

Los tres son los únicos alumnos del Colegio de Almaraz de Duero, en la provincia de Zamora. Este colegio llegó a satisfacer sus dos aulas, pero la despoblación ha ido haciendo raja. Al menos, resiste. Y estos tres niños y uno más que se matriculará la semana que viene mantienen viva la esperanza de que este pueblo no pierda su escuela. “Es una gran anuncio que llegue un nuevo crío”, destaca la maestra, María Delgado.

Tanto para ella, como para su compañero, Eduardo Marichal, dar clases para un montón tan escaso es “todo un privilegio“. “Aquí la educación es más dinámica, más individualizada. Nos adaptamos al ritmo de educación de cada estudiante”, señala María. “La relación es tan cercana, que se crea un condición muy distinto. Nosotros aprendemos igualmente mucho de ellos”, reconoce Eduardo.

Salvada del clausura

Dejamos esta escuela de Zamora y nos desplazamos a la provincia de Valladolid, a Urueña, la primera Villa del Tomo de España. Allí la venida de una tribu con tres niños ha impedido que este año el colegio clausura sus puertas. “El curso pasado dos de los alumnos pasaban de ciclo e iba a cerrar, pero ha llegado una nueva tribu y aquí están”, dice con orgullo Maite García, su maestra, señalando a los tres hermanos que ahora dan vida a esta escuela. “Hubiera sido un pena porque los colegios asientan población“, insiste.

Las clases trascienden más allá del clase y se impregnan de la imponente muralla o de las librerías que alberga Urueña. “Nos gusta que los niños adquieran los conocimientos de forma vivido, que experimenten con el entorno. Por ejemplo, aprendemos a contar con los almendrucos que cogemos de los árboles que hay pegado al cole”, detalla Maite.

En Castilla y Arrojado, la Articulación mantiene este curso 38 centros educativos con menos de 5 alumnos. Un esfuerzo que merece la pena.

Otros niños de escuelas rurales, contra la despoblación

En la comarca leonesa de El Bierzo, los niños de las escuelas de Folgoso y La Ribera lanzaron este verano una emotiva campaña dirigida a sus vecinos, con el objetivo de sensibilizarlos sobre la urgente penuria de repoblar sus municipios. Esta iniciativa buscaba animar a los propietarios de viviendas vacías a ponerlas en el mercado, para que nuevas familias puedan establecerse en la zona.

Una de las cartas más destacadas es la de Bela, una pupila de 10 primaveras que vive en Villaviciosa de San Miguel. En su mensaje, Bela expresa con claridad la penuria de su pueblo: “Hola vecinos, me llamo Bela, tengo 10 primaveras, y vivo en Villaviciosa de San Miguel. Creo que el pueblo necesita niños para que el cole pueda seguir franco. Para que haya niños, tiene que ocurrir una tribu. Y, para que haya una tribu, hace equivocación una casa donde morar. Si tienes una casa cerrada, ábrela. Haz que más niños y niñas puedan venir al cole con nosotros”. Estas palabras, escritas de su puño y símbolo, están dirigidas específicamente a los vecinos que poseen viviendas desocupadas en la zona. En el futuro vídeo, puedes ver el resto de mensajes:

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Isidoro Álvarez recogiendo un premio

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