Jesús Rodenas, la voz radiofónica de un ciego


Jesús Rodenas (plana, sin tilde en la e) se ríe hasta de su sombra. La charla es en un estudio de Radiodifusión Castilla-La Mancha, donde este jovenzuelo de 24 abriles cumplidos en agosto llegó a primeros de año, el lunes 19 de febrero, con un acuerdo de formación bajo el valedor. Desde entonces, este ciego bromista y currante hace las funciones de un redactor del corporación manifiesto: hace entrevistas e informaciones para redactar piezas y leerlas en directo o grabadas, dependiendo del momento.

No tiene perro práctico «porque no me gustan los perros», y siempre va a acompañado de su garrota blanco y de su dirección braille, un dispositivo que se conecta al teléfono o al ordenador, con una síntesis de voz de por medio que le permite interpretar lo que lee el profesor. Lo oye a una velocidad que a uno le parece supersónica y no entiende mínimo, pero Jesús ni se inmuta. «Es nuestra forma de oírlo y estamos tan acostumbrados que vamos cada vez más rápido».

Nació prematuro, a los seis meses, y cuenta que vivió su particular ‘Ruta del Bakalao’: un repaso por las discotecas más populares de la Carretera del Saler de Valencia durante la lapso de 1980 y la primera centro de los abriles 90.

De la plaza albacetense de Barrax, Jesús viajó y visitó mínimo más salir más hospitales en tres meses que muchas personas en toda su vida. Lo llevaron en ambulancia a La Fe de Valencia, luego en helicóptero a Madrid y finalmente a Albacete. «Menos mal que no te enteras», suelta entre risas. Y por otra parte tuvieron que atarlo de pies y manos en Albacete, según le han contado, porque no paraba de moverse y de arrancarse los cables. Aferrado a máquinas como luego se enganchó a la radiodifusión.

Caldo al mundo con una ceguera total, pero no genética. Tuvo desprendimiento de retina en sus expresivos luceros azules. En el colegio contó con el apoyo de la ONCE para las personas afiliadas. «En la época en la que nací ya se apostaba por la educación integrada, inclusiva en el clase con el resto de compañeros. Y se me dio harto aceptablemente», recuerda Jesús, a quien los libros le llegaban en verano para ir avanzando antaño de comenzar el curso en septiembre.

Estudió la primaria en el colegio manifiesto Último Palencia de su pueblo, luego la secundaria en el concertado Santo Pedazo de pan de Albacete y el bachillerato en el IES Parque Derecho. «No fui al colegio de la ONCE porque, por suerte, no me hizo descuido al estar mi entorno integrado y concienciado con mi ceguera, por otra parte de desarrollar mi autonomía».

Lo explica luego de mofarse describiendo perfectamente, como el que ve a una distancia kilométrica, una camiseta blanca que viste su compañero Javier Mateo con un conejo impreso. «Sí, fue un mentira», admite delante de un micrófono que, obviamente, no está funcionando.

Jesús fue un buen estudiante en la primaria, donde se defendió muy aceptablemente en Argot y Conocimiento del Medio, pero no tanto en Matemáticas. «Al ser algunas veces los cálculos tan gráficos, era más difícil tocarlos en el papel en braille en la máquina Perkins», un artefacto que se emplea por los ciegos para escritura, ojeada y formarse matemática desde temprana años. «Los ciegos tendemos a que no nos gusten las matemáticas y se nos resistan un poco -desarrolla- porque son muy gráficas. Hay ciegos a los que seguramente les gustan, pero a mí se me hizo cuesta en lo alto sobre todo en la ESO». Pero las sacó delante, como hizo con la EVAU, que asimismo aprobó, «aunque no tiré por matemáticas ni mucho menos».

Calambrazos

Hablando de pasión, lo de Jesús es la radiodifusión. «Siempre me gustó. Desde que tengo uso de razón, iba con el casete por toda la casa enchufándolo hasta que me llevaba algún que otro calambrazo», y vuelve a carcajearse. Siempre tuvo una radiodifusión pequeña, pero no recuerda cuántas rompió. «Desde que tenía siete abriles, salía a una por año. Era el regalo de Reyes, pero si se jodía antaño, el del verano», rememora entre risas mientras le brillan sus luceros azules. «A mí me gustaba sobre todo las radios pachangueras, las de la comarca de La Manchuela que llegaban a mi pueblo, porque siempre me llamó la atención esa forma fresca de hacer radiodifusión».

Estudió periodismo en la Universidad de Murcia. «Sin problemas, con el servicio de apoyo de atención a la diferencia, a la discapacidad», aunque Jesús asimismo se buscó la vida en libros, que los convertía en formato PDF y una papelería se lo facilitaba en un pendrive para que lo pudiera descubrir en el ordenador con el profesor de pantalla.

Se graduó en 2021, ya con prácticas y colaboraciones en las alforjas, y Jesús sigue en la brecha: «Adentro del periodismo, me suele tirar lo social porque lo político es todo igual y el deportivo no me llamó nunca la atención».

Se define como una persona callada y por eso la parentela se sorprende cuando lo oyen cuchichear tanto por la radiodifusión. «¡Religiosa mía, ¿este es Jesús?!», suelen repetir. «Sí, al principio soy callado, pero ponme un micrófono y verás. La parentela que me ha conocido y me conoce se alegra porque ven que estoy haciendo lo que me gusta. Y mucha parentela se sorprende para aceptablemente»

En febrero terminará en Radiodifusión Castilla-La Mancha, donde no ha descubierto el inclinación, y todavía no tiene claro dónde va a concluir: «Me gustaría en poco que tenga que ver con la comunicación, no precisamente con radiodifusión. Hay que ser realista: no va a ser realizable, difícil en algunos casos, porque sabemos cómo están los medios. No descarto estar en alguna empresa dirigiendo la comunicación, tanto de notas de prensa como redes sociales o relaciones con los medios».

Y cierra el micro con un mensaje, sobre todo para la parentela con más años: «Si se te presenta una discapacidad, con las adaptaciones necesarias y la ayuda que te puedan ofrecer desde la ONCE o la parentela de tu entorno, hay que ponerse metas y al menos intentarlo. Aunque al principio parezca un poco complicado».

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *