Menos oferta de pisos en alquiler, listas de espera y «muchísimas peticiones»


Cae la proposición y el precio sube. Es el tablado al que se están enfrentado quienes quieren traspasar un adoquinado, que durante el verano suelen ser, tradicionalmente, los estudiantes universitarios. Así, desde la agencia inmobiliaria Zurcasa de Valladolid, acostumbrada a trabajar con el sector alegre por su situación cercana a las facultades, aseguran que este año se ha avanzado la búsqueda. «En mayo ya hemos enseñado pisos con otros estudiantes aún viviendo en ellos», dice la propietaria del negocio, Ester Lorenzo, quien reconoce que han tenido «muchísimas peticiones». Los anuncios duraban poco, explica, porque poco que ha sucedido asimismo en este extremo año es que los trámites los «han hecho muy rápido». «Si les gustaba, se lo quedaban», afirma.

Comparte esta misma visión de la caída en picado de la proposición el presidente de los colegios de Agentes de la Propiedad de Castilla y Arrogante, José Manuel Martín. A su querella, la demanda de este tipo de arrendamientos se mantiene estable, pero las dificultades vienen porque muchos propietarios ya no se plantean el arriendo. Y no porque rechacen al colectivo de los estudiantes universitarios. De hecho, asegura que hay quien lo prefiere porque «mediante el arriendo de habitaciones el rendimiento es veterano que con el adoquinado completo», expresa.

Los obstáculos derivan, dice, de la nueva Ley de Vivienda porque se limitan las «garantías del propietario en privanza del alquilado». Un texto normativo «absolutamente demencial» que, según Martín, provoca el temor de los propietarios a poner sus viviendas al disposición de inquilinos temporales por miedo a no cobrar «y no poder exigir carencia». «Los precios suben simplemente porque no hay viviendas en arriendo», considera, tras afirmar que los precios varían mucho en función de las zonas. Según su estimación, un «adoquinado tipo tres habitaciones» podría rondar los 600 euros al mes y una habitación los 300.

Mientras, las residencias de estudiantes han colgado el cartel de completo desde hace ya tiempo. En Arrogante, tienen ya inventario de demora, explica el presidente de la asociación que representa a estos establecimientos, Adrián Álvarez, quien no cree que este creciente en el interés de sus plazas se deba a una desorbitada subida de los alquileres. Más correctamente la explicación se debe, explica, a que las residencias «resuelven» determinadas tareas como la cepillado o el tener que ir a la operación en un contexto docente en el que «se pasan muchas horas en la concesión». Así que cuando anteriormente en tercero muchos de los universitarios pasaban a un adoquinado en arriendo con amigos quizá por el reducción, ahora son muchos los que se quedan. En su caso, en abril se habían llenado ya las casi cien plazas.

Completas asimismo las residencias y apartamentos de los que dispone la Universidad de Valladolid, explica su vicerrectora de Estudiantes, Cristina de la Rosa, quien argumenta que el realizado se debe a «la seguridad» que buscan sus padres, que son quienes pagan, para sus hijos.

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