Coñecina, junto a mi marido Arturo Lezcano, de unos 60 años en su primer viaje a Ourense para visitar a su familia y disfrutar de la compañía y conversación de su admirado hijo Vicente Risco. Anton y Annie eran una pareja feliz. Según sus palabras, vieron el paraíso con la llegada de sus dos hijas, Anita y Florita, por lo que se entregaron en cuerpo y alma.
Annie era una chica hermosa por fuera y por dentro. Inteligente, culta, con grandes inquietudes intelectuales y, sobre todo, con principios sólidos e inquebrantables. Hablaba perfectamente y con bastante fluidez español o gallego.
Residieron en Quebec y pasaron un tiempo en Eugene, Oregon, Estados Unidos. Sin embargo, su amor por Galicia y su nostalgia nos llevaron a comprar un apartamento en Moaña, donde vivieron una corta temporada antes de la mudanza de Antón, en 1998.
A partir de ese momento Annie no ha vuelto a Galicia. Escribimos extensas cartas y mantuvimos largas conversaciones telefónicas porque a ella no sólo le interesaban sus familiares y amigos, sino también la Fundación Vicente Risco, porque sabía con amor impulsar su hogar.
Hai no más dun mes falei con ela un bo anaco. Ella no se portó bien y tal vez no le faltaron consejos para cuidarme.
Aínda no pudo asimilar que esas conversaciones no se repitieran.
Descansa en paz Annie, querida amiga irmá, y ten la seguridad de que siempre estarás en mi corazón.
Viruca.